"Celebración", de Pinter, se estrena en el CDN con una corrosiva versión

  • Madrid.- La negación de la cultura del esfuerzo, la ansiedad por la recompensa inmediata y el desprecio por los sentimientos son los "pecados" que Harold Pinter denuncia en "Celebración", que el CDN estrena hoy con una corrosiva y ácida versión de Carlos Fernández de Castro.

"Celebración", de Pinter, se estrena en el CDN con una corrosiva versión
"Celebración", de Pinter, se estrena en el CDN con una corrosiva versión

Madrid.- La negación de la cultura del esfuerzo, la ansiedad por la recompensa inmediata y el desprecio por los sentimientos son los "pecados" que Harold Pinter denuncia en "Celebración", que el CDN estrena hoy con una corrosiva y ácida versión de Carlos Fernández de Castro.

La obra, que estará en la sede del Teatro Valle-Inclán hasta el 2 de enero, está protagonizada por Lola Baldrich, María Casal, Jesús Cisneros, Gabriel Garbisu, Rodrigo Mendiola, Sergio Otegui, Miguel Rellán, Javier Román, María José del Valle y Usun Yoon (conocida por el programa "El intermedio").

"Celebración", escrita en 1999, refleja, según Fernández de Castro, el funcionamiento de la sociedad actual y aunque a Pinter le interesa la búsqueda de la verdad, diferencia con nitidez si se realiza dentro del juego teatral o del juego social.

Pinter (1930-2008) explica que se puede hablar de la existencia de una verdad y una mentira teatrales, con las que se puede jugar, pero que en la vida real eso es inadmisible, porque hay que saber en cada momento "qué es verdad y qué es mentira".

La "verdad teatral" que llega al CDN, "corrosiva y ácida", se ha construido a partir de reflexiones como que el Papa "tiene voto de pobreza pero no lo practica"; los sindicatos hacen huelga, "pactan los servicios y van a trabajar", o hay familias sin trabajo y sin casa porque el mismo banco que les dio grandes facilidades para comprar, ahora les embarga por falta de pago.

"Y no pasa nada todo forma parte del juego social", subraya el director, que advierte que si no se enseña a los niños a ser libres, respetando la libertad de los demás, y solidarios, estarán perdiendo "la dignidad como seres humanos".

La acción de la obra se desarrolla en un restaurante con la presencia del público en mesas en las que se encuentran al lado de los intérpretes.

Es decir, toda la sala Francisco Nieva del Valle-Inclán es un gran salón en el que los espectadores "vigilan y espían" a los actores y los personajes que construyen a partir de indicaciones someras porque Pinter quiere que hagan "elecciones continuas".

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