'Cena de amigos', un manual para saber cómo comportarse

  • Miente. Disimula tus problemas. Finge que te interesa lo que cuentan los demás. Elige con cuidado tu vestuario. No discutas con tu pareja. Elogia a los anfitriones y su comida. Estas son, según la guionista y directora francesa Danièle Thompson, algunas de las reglas básicas para que una velada salga bien. Así lo plantea en 'Cena de amigos', estrenada este viernes.
M. J. Arias

Preparar una cena para 11 personas no es nada fácil. ¿Qué cocinar para que les guste a todos? ¿A quién sentar al lado de quién? ¿De qué hablar? Estas y cientos de preguntas más asaltan a cualquier anfitrión que se precie de serlo en las horas, quizás días, que preceden al evento en cuestión. Da igual que los asistentes sean amigos, juntar a tanta gente es altamente probable que salga mal. Para remediarlo, nada mejor que todos ellos tengan claro que mantener las apariencias es imprescindible. Al menos, es lo que recoge la película estrenada este viernes Cena de amigos, de Danièle Thompson.

La tesis de Cena de amigos parte de dos frases. La primera proviene de la herencia refranera de la directora, cuyo abuelo solía decir que "es de buena educación mostrarse alegres". La segunda, Thompson la pone en boca de uno de los personajes, el de Juliette (Marina Hands): "Una cena en la que nadie cuenta nada es un coñazo, ¡pero una en la que se cuenta todo es un infierno!". Con estas dos premisas arranca esta comedia francesa que gira alrededor de las apariencias.

El decorado es una cena organizada por un matrimonio en crisis que estrena nueva cocina. La traducción del título al español (en el original, Le code a changé) induce a error, ya que da la impresión de que quienes se sientan a la mesa son todos amigos entre ellos y no es así, sino que lo son de los organizadores. Aunque, en realidad, eso es lo de menos. Lo importante es este juego del disimulo y la mentira en el que los 11 comensales se embarcan aparentando que son felices cuando, realmente, ninguno lo es.

Prácticamente todos acaban de pasar los cuarenta. Preguntada sobre esto, la directora reconoce que le interesaba retratar a una generación que no suele ser protagonista en el cine. Son hombres y mujeres maduros que se enfrentan a la dura decisión de romper con todo y replantearse su vida o seguir adelante con todas las consecuencias. Infidelidades pasadas, presentes y futuras y sueños frustrados se dan cita en una mesa en la que casi más importante que lo que se dicen es el cómo lo dicen y las miradas que se entrecruzan. Todo orquestado alrededor de una cena no sin cierta complejidad.

En un ejercicio de memoria –la película fue estrenada en Francia hace ya dos años–, Danièle Thompson explica que la principal dificultad de las escenas que transcurren a la mesa fue conseguir que coincidiesen los 11 actores en el set de rodaje al mismo tiempo. Cuatro semanas les llevó grabar todos los planos. Casi encaje de bolillos tuvieron que hacer, ya que cada uno tenía sus propios compromisos laborales. El proceso de escritura del guión, del que es coautora junto a su hijo, fue "muy complicado por ser coral". Además, debían "encontrar el equilibrio entre todos los personajes, ya que todos son principales".

El reto le salió redondo y el equilibrio es una de las virtudes de una película en la que la música también es parte importante. Todo transcurre el Día Mundial de la Música y una de las mejores escenas es la del baile entre los dos protagonistas más mayores. El flamenco también tiene su hueco. A que todo encajase contribuyó el montaje. "Es muy complicado, siempre estas obligado a elegir algo", puntualiza Thompson, que añade que aún no tiene la perspectiva suficiente para evaluar si este ha sido su proyecto más complicado y completo.

Algo que no se quedó fuera y que llama la atención son las conversaciones entrecruzadas y en segundo plano. Los personajes hablan al mismo tiempo, se pisan unos a otros, dejan frases en el aire… Al principio pensó en limpiarlo, pero después consideró que aportaba mucho a la historia. Lamentablemente, al doblarla "se pierden esos diálogos de fondo".

Danièle Thompson, nominada al Oscar y 5 veces a los César, eligió una cena, pero reconoció en la presentación de su película en Madrid que "las apariencias son parte de nuestra vida". Cualquier reunión social habría servido de marco para contar la historia de unos personajes complejos, bien construidos, que se encuentran en un momento trascendental de su vida. Ninguno es como para sentirse identificado con él, pero al salir del cine el espectador tendrá la sensación de tener un predilecto. En el caso de la directora es el doctor Alain Carcassonne (Patrick Bruel). Un hombre que pese a tener una profesión tan dura –oncólogo– es el más positivo y alegre de todos.

Un año después de la cena que da título a la película los anfitriones se empeñan en organizar otra reuniendo a los mismos invitados. ¿Tan bien les fue? Thompson concluye que el secreto para que una reunión como esta salga bien es "el mismo que para una película: tienes que irte con la sensación de haberlo pasado bien". Con Cena de amigos pasa.

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