César Antonio Molina dice que prefiere la evangelización de la cultura a los despachos

  • Madrid.- "El hombre teme al tiempo/el tiempo teme a la esfinge". Así comienza "Cielo Azar", el nuevo libro del escritor y exministro de Cultura César Antonio Molina, el primer poemario tras dejar el cargo, y en el que las huellas del hombre sobre el paso del tiempo, junto a la naturaleza, son ejes centrales.

César Antonio Molina dice que prefiere la evangelización de la cultura a los despachos
César Antonio Molina dice que prefiere la evangelización de la cultura a los despachos

Madrid.- "El hombre teme al tiempo/el tiempo teme a la esfinge". Así comienza "Cielo Azar", el nuevo libro del escritor y exministro de Cultura César Antonio Molina, el primer poemario tras dejar el cargo, y en el que las huellas del hombre sobre el paso del tiempo, junto a la naturaleza, son ejes centrales.

Molina (A Coruña, 1952) poeta, crítico, periodista, ensayista. También fue director del Círculo de Bellas Artes, del Instituto Cervantes, época en que logró su mayor expansión, y ministro de Cultura con Rodríguez Zapatero, de 2007 a 2009. En la actualidad está a la espera de abrir, en unos meses, uno de los proyectos más sugerentes para la cultura: Casa del Lector, del que será director.

Pero, a pesar de estar y haber estado años en la gestión cultural, César Antonio Molina se siente por encima de todo "escritor y lector".

"Prefiero estar en la evangelización de la cultura más que en los despachos, más que en la burocracia de la cultura", explica a Efe este autor vital y proteico, que se siente relajado y "muy feliz", ante el nuevo reto de dirigir lo que será el mayor centro sobre la lectura que existe; no solo en España sino también fuera, y que cuenta con el patrocinio de la Fundación Sánchez Ruipérez.

Poeta, por encima de todo, después de haber sacado numerosos títulos, dos de ellos fundamentales para entender la poesía de este último siglo, "En el mar de ánforas" (2005) y "Eume" (2008). Molina reaparece en este género con "Cielo Azar", publicado por Pre textos, un libro de tapas azules, como el "azul" de Rubén Darío, para quien éste era el color del ensueño.

"Se trata de un libro que muestra al lector esa paz interior de quien lo ha escrito -argumenta el autor-. En su mayoría fue redactado cuando estaba en la vida pública pero su escritura me daba paz y no tenía ningún apresuramiento en publicarlo". El último de ellos, "La cometa en el cielo azar", está escrito en Pekín, adonde acudió Molina para abrir la sede del Cervantes.

"Sobre todas las cosas está el cielo azar, el cielo inocencia, el cielo casualidad y el cielo arrogancia". Esta cita de Nietzsche que está en el libro, recoge el sentir del creador para este poema que le llegó tras la visión, dice, de una explanada repleta de gente tumbada y unida a sus cometas que volaban por el cielo en el Templo del Cielo pekinés.

La conciencia del paso del tiempo, y la naturaleza con sus piedras, playas, cielos, caracolas, las montañas pétreas o los dólmenes pasan por estas páginas, porque Molina, hombre mediterráneo y atlántico, es una conciencia "panteísta", que cree que "en la naturaleza están las huellas de la creación".

"El hombre trata de representar lo desconocido a través de los objetos que va obteniendo de la naturaleza, por lo tanto va unido a un espacio geográfico", añade el autor, que refleja en el símbolo de la pirámide esta dicotomía del hombre entre el tiempo y la naturaleza.

"La esfinge teme al tiempo y el tiempo teme a la esfinge -aclara Molina- porque el ser humano no puede trascender más allá de su vida, pero sí puede dejar huellas que a su vez combaten el tiempo y dejan la pervivencia del ser humano por la tierra. El hombre ha querido torear al tiempo; por eso, empiezo con ese poema. El tiempo en realidad es la vida y es la muerte, y el tiempo resume todo".

El escritor, que sacará el próximo año el quinto volumen de sus memorias de ficción, también tiene ya muy avanzado un libro sobre la cultura y el poder, algo de lo que sabe bastante por su paso por el ministerio de Cultura, que dejó cuando Zapatero le sustituyó por Ángeles González-Sinde.

"Dejaré mi visión por el paso de la política y tengo mucho interés por ir acompañado de Sócrates, Cicerón, Azaña o Semprún, con quien he hablado mucho, y que sin querer compararme con ninguno de ellos, sí que hemos sufrido o nos ha causado dolor o malestar ese tiempo por haber ido sin armaduras, sin cinismos o soberbias, solo con nuestro saber y conocimiento", concluye este escritor que ha cerrado uno de los poemarios menos barrocos y mas límpidos, de su carrera.

Por Carmen Sigüenza

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