Chailly celebra a Verdi mientras se prepara para el "Réquiem" de Mozart

  • Concha Barrigós.

Concha Barrigós.

Madrid, 16 dic.- Comenzó a dirigir siendo un crío, pero Riccardo Chailly, que cumple el 20 de febrero los 60, aún no se siente preparado para realizar su "sueño", grabar el "Réquiem" de Mozart. Mientras tanto, se dedica, "muy poco", a la ópera y a sorprender recuperando el sonido original de Beethoven o de Verdi.

El italiano (Milán, 1953) dirigió anoche en el Palau de las Arts de Valencia (este del país) otra función de "La Boheme", de Puccini, y esta noche ofrecerá allí también el segundo de sus conciertos con la Novena de Beethoven, con la que el próximo día 19 viajará a Alicante.

"No odio 'fraternalmente' la ópera -se ríe en una entrevista telefónica con Efe- pero es verdad que la hago poco -la última, "Ariadne auf Naxos", de Richard Strauss, el año pasado- . No tengo mucho tiempo y hay muchas cosas que me interesan pero es una gran pasión y un gran amor el que tengo por ella".

Lo cierto es que la función que dirija en el Palau de "La Bohème" el próximo día 24 será su última ópera hasta mayo de 2015, cuando inaugure en la Scala la Expo con "Turandot".

Está "absolutamente feliz" con dirigir a su "querido" Puccini, compositor con el que debutó "con 21 añitos" y "Madame Butterfly" siendo director asistente de Claudio Abbado en la Scala, y "muy satisfecho" con su primera colaboración con el Palau.

El maestro milanés, director titular de la Orquesta Gewandhaus de Leipzig, está también volcado en otra de sus pasiones: recuperar la forma original en la que se compusieron grandes obras, un proyecto que comenzó con la integral de Beethoven y ahora continúa con "Viva Verdi", con el que celebra el bicentenario del compositor (1813-1901).

El ganador del Premio ECHO 2012 como director de orquesta del Año reúne en ese título oberturas, preludios y movimientos de ballet procedentes de algunas de las óperas más famosas del compositor interpretadas por la Filarmónica de la Scala.

Tenía "muy claro" cuáles iban a ser las piezas del disco, una selección de todo lo que grabó, también para Decca, en Londres "en los años 80", con las sinfonías de Verdi, combinado con lo que hizo hace 12 años con Riccardo Mutti.

Con este CD la Filarmónica y él han cumplido su deseo de registrar las páginas "más populares y amadas" de Verdi, "I Vespri Siciliani", "La Traviata", "La Forza del Destino" o "Aida", entre otras, pero también las "más desconocidas" como "Alcira", "la preparación ideal para 'La Traviata' en muchos elementos".

La Filarmónica de la Scala, subraya, no toca "con la convencional forma que se acostumbra para Verdi, sino con una frescura que es toda una sorpresa musical. En este disco hemos querido la fidelidad al tempo que Verdi escribe y hemos conseguido un carácter interpretativo diferente".

"Cuando yo grabé hace 20 ó 25 años el 'Macbeth' también lo hice como no es, es decir, más rápido de lo que él lo escribió. Verdi no siempre detalla los cambios en la dinámica o indicaciones de metrónomo, pero cuando los incluye hay que respetarlos".

Lo que más gana, explica, es la estructura musical porque "sin los excesos que se cometen muchas veces se aprecia que es perfecta. Gana en claridad y eso permite ver su genial concepción y diseño".

"Al escuchar 'Viva Verdi', que responde a una idea de celebración, nada que ver con la política de su época, se descubre que una música nacida para la voz y la melodía vocal, para la complejidad teatral y la expresión por la palabra, tiene una vida independiente como música sinfónica", detalla.

Lo más "raro" del disco, avisa, es la balada de "Jerusalem", el "corazón" del CD, "20 minutos muy virtuosos para la orquesta, nada fáciles, de una frescura comunicativa de primera categoría, en la que se ve claro que es la preparación de 'I Vespri Siciliani'", una pieza que descubrió hace diez años cuando grabó "Verdi discoveries".

Desde entonces ha estado esperando la ocasión para grabar este disco pero, bromea, no le importa porque tiene "mucha, mucha paciencia", tanta que, revela, espera desde hace 30 años la ocasión de hacer el "Réquiem" de Mozart.

"No acabo de encontrar la sensación interna, la preparación íntima que necesito para hacerlo".

Ahora "está" ya en el proceso de grabación de todo el Brahms sinfónico con la Gewandhaus y preparando su 60 cumpleaños, el próximo 20 de febrero.

"Lo voy a celebrar no haciendo nada y también dirigiendo en Leipzig el que es mi segundo gran amor, la Quinta de Mahler", revela. EFE

cb/me

(Recursos de archivo en www.lafototeca.com 3556446 y otros)

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