A Adrián Pueyo, la fuerza siempre le ha acompañado. A los 11 años ya realizaba sus pinitos en el diseño digital y los efectos gráficos. Su primer diseño de una web lo llevó a cabo con 13. Con 15 ya se introdujo en el mundo de la posproducción. Dos años de Ingeniería Electrónica le sirvieron para aprender toda la matemática que pudo, el resto le aburría. A 100 metros de su casa vio otra galaxia: el 'Máster en Iluminación 3D y VFX' del Centro Universitario U-tad, donde aprendió a mezclar imágenes grabadas y digitales, de forma que éstas últimas resultaran creíbles en pantalla. Y no solo eso, también cómo funcionaba la industria, eso que no "se puede aprender por uno mismo".
Y de ahí a Hollywood. Y a una galaxia muy muy lejana a la que llegan solo los elegidos, los verdaderos jedi de los efectos digitales. ILM y 'Star Wars: Los últimos Jedi'. Ese es el último filme en el que ha trabajado Adrián a sus... 24 años. Gran parte de los que sabe no ha necesitado maestros Yoda, "sino tutoriales en internet, soy un poco autodidacta".
Explosiones con su firma
La explosión de la nave imperial de la última entrega de Star Wars (se estrena hoy) lleva su firma, entre otros efectos digitales. "Yo hago planos 3D, combino elementos, imágenes, lluvias, vientos, explosiones, compongo una especie de collage. Me supervisan directamente el director de efectos especiales y el director". Ya ha dejado su huella en otros filmes como 'Wonder Woman', 'Piratas del Caribe V', 'Passengers', 'El señor de los anillos', 'El Planeta de los simios', 'El libro de la selva', 'The Martian', 'Mama' y filmes españoles como 'Un monstruo viene a verme', 'Cien años de perdón' o 'Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo'.
Adrián reconoce que su carrera en Hollywood le abrió las puertas de ILM. "Es un sector peculiar en el que pasas de una empresa grande a otra y trabajas unos meses en cada proyecto. Casi siempre hay cosas", expone. Le cuesta, pero cifra en entre 30.000 y 50.000 euros al año lo que puede cobrar una persona que tenga menos de cinco años de experiencia. Adrián sí se ve "con 60 años trabajando de lo mismo, no como los especialistas o actores, que lo tienen más complicado", se explaya. Ahora está en Nueva Zelanda en otro filme donde los protagonistas serán reptiles y lobos. La bomba se la guarda para el final. Estará en las nuevas entregas de Avatar.
¿Es el día a a día de Adrián como el de Luke, lleno de acción y también de autocontrol ante un triunfo tan temprano? No, de hecho a los actores no los ha llegado a ver. El día a día trabajando en el filme lo pasó en Vancouver, entre más ordenadores que láseres, donde se juntó con otros cinco españoles, de distintas ciudades. Todos en un mismo proyecto... como si la fuerza les llamara. "Los españoles tenemos buena fama en el mundo digital", confiesa.
Detrás de las escenas de acción reconoce que hay "ingenieros, expertos en software, artistas que crean los modelados, muchas profesiones..." Adrián anima a todos los fans de los efectos especiales a que sean rebeldes y se atrevan a pasar al lado oscuro de un sector que tiene futuro, y no solo en Hollywood, también en el sector de los videojuegos. "Si eres un enamorado de los pixeles, de las matemáticas y de las ciencias, este es tu mundo", remacha.
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