La intacta popularidad de Louis de Funès

  • Treinta años después de su fallecimiento, Louis de Funès sigue siendo uno de los cómicos más populares de Francia y sus películas, elevadas al olimpo del "cine de culto", continúan despertando la atención del público, que le convirtió en uno de los actores más seguidos de la historia del país.

Luis Miguel Pascual

París, 26 ene.- Treinta años después de su fallecimiento, Louis de Funès sigue siendo uno de los cómicos más populares de Francia y sus películas, elevadas al olimpo del "cine de culto", continúan despertando la atención del público, que le convirtió en uno de los actores más seguidos de la historia del país.

El 27 de enero de 1983 un infarto acabó con la vida, a los 68 años, de Luis de Funès, francés de origen español, que dejaba tras de si una estela de más de cuarenta años de carrera artística y algunas de las cintas más vistas en Francia.

"La Gran Juerga" ("La grande vadrouille"), dirigida por Gérard Oury, en 1966, superó los 17 millones de espectadores, unas cifras estratosféricas a las que no estaba acostumbrado el cine de la época.

Durante más de 30 años se mantuvo como la película más taquillera en Francia, hasta que en 1998 le superó "Titanic", de James Cameron. Todavía aguantó un poco más como la película francesa más vista, hasta que en 2008 se estrenó "Bienvenidos al norte" ("Bienvenue chez les Ch'tis"), de Dani Boon.

En la actualidad sigue siendo la tercera película más vista, superada en 2011 por "Intocables", dirigida por los directores franceses Olivier Nakache y Eric Toledano.

El pasado 1 de enero, la cadena privada "TF1" difundió "El hombre del Cadillac" ("Le Corniaud"), rodada en 1965. El canal logró la mayor audiencia del día, con 5,6 millones de espectadores y una cuota de pantalla del 22,8 por ciento.

Muestra de la popularidad intacta de un actor que creó un personaje gruñón, colérico, gesticulante, un "Pantaleón" que entusiasmó a los espectadores de los años 50 y 60 y que sigue provocando la risa fácil muchos años más tarde.

Su fama traspasó fronteras y sus éxitos se repitieron en otros países, hasta consagrar a De Funès como una leyenda del cine francés.

La saga del gendarme de Saint-Tropez, seis cintas rodadas entre 1964 y 1982 basadas en las peripecias del agente Ludovic Cruchot en la ciudad turística del sureste de Francia, propagaron su gloria por todos los rincones del planeta.

En 1965, "Time" comparó a la pareja cómica que forman De Funès y Bourvil con Laurel y Hardy.

La consagración de un artista al que el público encumbró a una gloria que la crítica siempre le negó y que permanece hoy en la memoria popular de los franceses.

El éxito de un actor que durante más de 20 años encadenó papeles secundarios antes de convertirse en uno de los mitos de la gran pantalla.

Al abrigo de esa fama, el trigésimo aniversario de su muerte viene acompañado de la publicación de decenas de libros sobre su vida y su obra, de la redifusión de sus películas en la televisión y de centenares de homenajes en otras tantas ciudades del país.

Su hijo Olivier también ha aprovechado la ola y ha reeditado "Louis de Funès, ne parlez pas trop de moi, les enfants!" ("No habléis demasiado de mi"), un relato íntimo de un personaje "discreto, ansioso, tímido y muy receloso de su intimidad".

La oportunidad de conocer mejor a Louis Germain David de Funès de Galarza, nacido el 31 de julio de 1914 en Courbevoie, en los arrabales del norte de París, en el seno de una familia de origen español.

Su padre, Carlos Luis de Funes de Galarza, heredero de un noble linaje sevillano, se instaló en Francia en 1904 huyendo del veto familiar a casarse con Leonor Soto Reguera, hija de un notario de la localidad gallega de Ortigueira.

De su madre recibió las primeras lecciones de piano, un instrumento que le ofreció la posibilidad de subir a los escenarios, desde donde dio el salto al cine.

Una peripecia difícil, que le costó más de 20 años durante los cuales acumuló varios trabajos como pianista o papeles secundarios en el teatro y en el cine antes de que Jean Girault le convirtiera en su actor fetiche y elevara a la gloria a su personaje.

En ese momento, el personaje de "burlesque" que De Funès había paseado por teatros y bares durante años cobró la fama.

El respaldo del público hizo el resto para crear un mito que se apagó hace 30 años, pero cuya fama continua entre los franceses.

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