Colinas publica "Canciones para una música silente", no apto para "perezosos"

  • Carmen Sigüenza.

Carmen Sigüenza.

Madrid, 29 abr.- "Solo quisiera/ escribir mis palabras con silencios: escribir el poema sin palabras...". Estas líneas podrían resumir bien el espíritu del último poemario de Antonio Colinas, "Canciones para una música silente", un libro que alberga toda su poética, a contracorriente, no apto "para lectores perezosos".

Cada vez más cercano a la palabra desnuda, a la palabra sin artificio, despojada de intención y de poder, el poeta, ensayista y traductor leonés lleva a la máxima tensión un ideal que no es otro que la búsqueda de armonía a través de la poesía, de "palabras a contracorriente".

"Este libro persigue la búsqueda, a través de la palabra, de esa música que no oímos, pero que sentimos interiormente. Una música interior callada, serena. Es la culminación a la llamada del silencio", argumenta a Efe Antonio Colinas (La Bañeza, León, 1949).

En 2011 Colinas publicó en la editorial Siruela su "Obra Poética completa", aunque ya advirtió el poeta que esos 45 años de poesía que ahí reunió seguían abiertos, porque su "viaje creativo" continuaba.

Y ahora, tres años después, vuelve a publicar en Siruela también un nuevo poemario, un libro que son ocho libros, porque tiene ocho secciones con un último compuesto por "canciones silentes" que son pura "búsqueda del conocimiento, como es toda mi poesía", precisa el premio nacional de literatura, de la crítica y premio Castilla y León de las letras.

"Canciones para una música silente" podría ser también para los lectores incondicionales del poeta, que son muchos, su libro de poesía, reflexiones, ensayo y otras piezas, que tiene cabida en su "Tratado de armonía", tres volúmenes que esperan en un futuro ser completados con un cuarto y en donde el poeta busca la paz y armonía, entre dualidades y opuestos.

"Hay un momento en el que íbamos del sentimiento al pensamiento, pero ahora en este libro -sostiene Colinas- es como si fuéramos del pensar sentido y pensado al silencio, y la clave es el último poema: 'Solo quisiera/ escribir mis palabras con silencios: escribir el poema sin palabras...', que expresa lo que he sentido en este libro, una llamada al silencio y un pensar y sentir en los límites", añade.

La naturaleza, el amor, la luz, la mujer en sentido órfico, su intensa conexión con el mundo de Extremo Oriente, la poesía de China, el taoísmo, el budismo, el zen forman la base del conocimiento y del pensamiento del poeta, además del recuerdo de algunos escritores, como Leopoldo Panero, y amigos, o la Guerra Civil.

Unos temas que se completan con la eterna dialéctica en la que se mueve Colinas: el Mediterráneo -el poeta pasó más de veinte años en Ibiza, adonde vuelve cada año, y en Roma-, que queda plasmado en "Un verano en Arabí"; y su tierra de origen, León, que se recoge aquí en "El valle de Sauseña",

"El libro tiene muchas aristas -dice-, porque también está la madre o el padre, cuyo recuerdo me viene en un día tormentoso. Es un espacio para el encuentro y la memoria. Un libro muy alquímico, una alquimia como la entendía Jung, como un proceso psicológico de transformación; por eso, es un libro que necesita sosiego".

"No es un libro para lectores perezosos: por su extensión y porque es complejo", recalca el autor de "Sepulcro en Tarquinia".

"Te vi brotando de una noche negra/ me pareció que llevabas en las manos/ algo que se asemejaba a flores rojas/. Mas no, no eran flores sino algo parecido a una herida/ que sangraba/ una historia muy tuya y muy secreta/ que le ibas mostrando/ por la orilla del mar/ a las algas y a las húmedas sombras", escribe Colinas en uno de los poemas, dedicado a la mujer.

Plotinio, J. Norwich. E. Pound, Rumi o Matsuo Basho -"El placer de vivir me hizo olvidar el cansancio del viaje y casi me hizo llorar"- son algunas de las citas que Colinas ha elegido para abrir su libro, donde no falta tampoco Unamuno y su "siente el pensamiento, piensa el sentimiento", toda una declaración de intenciones.

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