Colombia, el paraíso de la vida y obra de Álvaro Mutis

  • El escritor colombiano Álvaro Mutis, fallecido este domingo a los 90 años en México, donde vivió la última mitad de su vida, siempre mantuvo una estrecha relación con su país natal donde, según decía, en su infancia encontró "el paraíso".

Bogotá, 23 sep.- El escritor colombiano Álvaro Mutis, fallecido este domingo a los 90 años en México, donde vivió la última mitad de su vida, siempre mantuvo una estrecha relación con su país natal donde, según decía, en su infancia encontró "el paraíso".

Mutis, nacido en Bogotá el 25 de agosto de 1923, pasó sus primeros años en Bélgica, país al que su padre, Santiago Mutis Dávila, fue destinado como diplomático, pero siempre regresaba en las vacaciones con su familia a una hacienda familiar en el departamento del Tolima, una tierra con la que el autor tuvo una identificación total.

"Uno no es del sitio donde lo dio a luz su madre, eso es un asunto completamente mecánico que no significa básicamente nada", dijo en alguna ocasión Mutis, quien reconocía que eso, el sentirse de otro lugar, le había ocurrido en Bélgica desde niño y también "en la tierra caliente, que yo descubrí cuando fuimos por primera vez a la hacienda de mi abuelo".

Los colombianos llaman "tierra caliente" a las regiones de sol tropical alejadas de la costa a las que suelen ir en época de vacaciones para escapar del frío de las montañas de los Andes, y una de esas zonas tórridas es el Tolima, en el centro del país, donde la familia Mutis tenía la finca Coello.

"Cuando digo que ya conocí el paraíso estoy diciendo la verdad. Se llama Coello. Ese paraíso donde terminan los llanos del Tolima y comienza la cordillera. Esa finca donde pasé todas las vacaciones durante mi fracasada época de estudiante. De Coello, de sus alrededores, sale mi pequeño universo. Es la fuente de todo lo que he escrito", decía el autor.

En esa región, de la que la familia tuvo que salir muchos años después por la violencia de la guerrilla, Mutis descubrió el paraíso en "una cantidad de flores, unos aromas, una cantidad de pájaros maravillosos y todo el ambiente, todos los olores, las noches, el olor de la caña cuando se va cocinando para hacer el azúcar", según sus propias palabras.

Mutis vivió en Bruselas desde que tenía dos años hasta los nueve, cuando la prematura muerte de su padre obligó a la familia a regresar a Colombia en esos transatlánticos que atracaban en el puerto de Buenaventura, en el Pacífico, y que tanta fascinación ejercieron en el pequeño Álvaro que los incorporó después a sus obras, como en "La última escala del Tramp Steamer".

"El contacto físico con el trópico, con el clima de la tierra caliente donde se dan el café y el plátano, con el aroma, el colorido y la exuberancia de la naturaleza, con la corriente torrentosa de los ríos, fue de tal plenitud e intensidad para Mutis, que de todas las experiencias de su vida es la más esencial, y está convencido que su poesía proviene de allí y que toda su obra no es más que un intento de rescatar aquellos momentos de dicha", escribió el académico Luis Ociel Castaño Zuluaga en la ficha bibliográfica de Mutis para la Biblioteca Luis Ángel Arango de Bogotá.

Después de estudiar en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, donde el rector le llamaba la atención por su bajo rendimiento académico, que no estaba a la altura de un descendiente de José Celestino Mutis, sabio gaditano de la época de la Colonia, Mutis trabajó en diversos oficios en Bogotá hasta llegar al puesto de locutor en la Radiodifusora Nacional de Colombia, donde empezó su faceta periodística y su carrera literaria.

Fue en la capital colombiana donde publicó sus primeros poemas y ensayos y donde trabó contacto con los escritores que organizaban tertulias en un café de Bogotá tan tradicional como nada literario en su nombre: "El Automático".

En esa época, finales de los años 40 y comienzos de los 50, inició su estrecha amistad con Gabriel García Márquez y con otros escritores colombianos como Eduardo Zalamea Borda y Jorge Zalamea, así como la publicación de una compilación de sus poemas suyos en el diario El Espectador, en los que surge su mítico personaje Maqroll, el Gaviero.

"Gran lector y amigo íntimo del Nobel Gabriel García Márquez, cuya amistad duró casi siete décadas, fue el primer lector de sus manuscritos así como su protector cuando García Márquez decidió radicarse en México a inicios de la década del sesenta", recordaba hoy el Ministerio de Cultura de Colombia en un comunicado.

Su relación con Colombia empezó a dar un vuelco a partir de 1954 cuando empezó a trabajar como jefe de relaciones públicas de la petrolera Esso, que dos años después acabó demandándolo por uso indebido de recursos al excederse en la financiación de proyectos culturales con dinero de la empresa.

Esa situación lo obligó a refugiarse a toda prisa en 1956 en México, donde comenzó la otra mitad de su vida pero sin perder nunca el vínculo con Colombia, que siempre le reconoció con premios y condecoraciones la grandeza de su obra literaria.

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