El arte del cartelismo, soporte de mensajes políticos o comerciales, arriba en Valladolid con Picasso, Matisse o Warhol

El arte del cartelismo, soporte de mensajes políticos o comerciales, arriba en Valladolid con Picasso, Matisse o Warhol
El arte del cartelismo, soporte de mensajes políticos o comerciales, arriba en Valladolid con Picasso, Matisse o Warhol
EUROPA PRESS
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'El artista y el cartel. De Picasso a Andy Warhol', abierta hasta el próximo 12 de junio, destila libertad, la de muchos artistas que en el cartelismo encontraron la que no les daban formatos más "ortodoxos y exigentes", según la concejal de Cultura, Ana Redondo, quien ha vinculado este soporte con "grandes pintores vanguardistas y de la última generación".

Seleccionado de entre los más de 20.000 carteles de su colección, el centenar de los ubicados en la Sala podría considerarse un "catecismo de bolsillo" del arte desde finales del XIX, según su propietario, Joseluis Rupérez, quien ha acercado hasta Valladolid a los "grandes": Toulouse-Lautrec, Santiago Rusiñol, Vázquez Díaz, Julio Romero de Torres, Miró, Magritte, Matisse, Duchamp, Vela Zanetti, Diego Rivera, Picasso, Chagall, Roy Lichtenstein, Andy Warhol, Dalí, Wesselmann, equipo Crónica, Botero, Chillida, Barceló o Tapies.

Ese "catecismo" recorre los grandes movimientos artísticos (algunos de ellos, como el pop, nacieron de hecho de mano del cartelismo) plasmados en este soporte, "muy eficaz" a la hora de difundir mensajes, como lo reflejan los seleccionados para Valladolid: políticos (centrados en Cuba, Vietnam o Sudáfrica), culturales, sociales, comerciales o turísticos.

Su inmediatez, su libertad, su "función social" (su ubicación en la calle permitía acercar al arte a todos los ciudadanos) y su fácil comprensión --"la gente lo entiende enseguida"-- convirtieron el cartel en un vehículo de difusión, por ejemplo, del turismo en la Costa Azul, cuyo Patronato acudió a Picasso, Matisse y Chagall para atraer visitantes.

"Aquí está el artista al servicio de un mensaje", ha destacado Rupérez, quien ha detallado que los empresarios descubrieron, hasta la I Guerra Mundial, las bondades de su relación con artistas mediante la convocatoria de concursos de carteles para publicitar sus productos en la que fue una etapa "esplendorosa" que acabó con la II Guerra Mundial.

La fotografía y las representaciones hiperrealistas sustituyeron a los pintores-cartelistas, cuyas obras ya había sido objeto de exposiciones en la década de los 40 y cuya relevancia renació en los 60 en Estados Unidos de mano de la postermanía.

Pese a que este soporte no tiene, desde el punto de vista artístico, gran predicamento en España, donde apenas ha protagonizado una muestra en el Museo Reina Sofía, el cartelismo sigue siendo objeto de "muy buenos" trabajos centrados, por ejemplo, en eventos deportivos como los Juegos Olímpicos.

Rupérez, quien durante su relato recordaba otros de los carteles de su colección que no han viajado hasta Valladolid, ha parafraseado al barón Thyssen en su equiparación de los coleccionistas con los exhibicionistas mientras recordaba sus primeros pasos en el mundo del cartelismo, en este caso como creador, para la difusión de conciertos de B.B. King o Ray Charles, entre otros.

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