Antonio Lago Carballo, añoranza de un hombre de concordia en tiempos difíciles

  • Marisa Navas, presidenta de La Información, contribuye a conservar la memoria de una vida por muchos motivos admirable.
Marisa Navas
Marisa Navas
JG.

Antonio Lago Carballo, tan cultivado como discreto, evitó siempre escribir sus memorias, pese a la insistencia de su familia, principalmente de su nieta mayor, Mónica. Con esa decisión bien meditada, hacía honor a una cita de Stefan Zweig: “Jamás me he dado tanta importancia como para sentir la tentación de contar a otros la historia de mi vida”. Sin embargo, Marisa Navas, presidenta de La Información, se ha esforzado en el último año y medio en hacer justicia a la figura de uno de los protagonistas de momentos trascendentales en la historia reciente de España. Desde ese punto de vista, repara con la obra 'Antonio Lago Carballo, un hombre de concordia' (Marcial Pons) el vacío existente sobre un conocedor tan profundo de la Transición, en la que participó activamente como miembro de los gobiernos de Adolfo Suárez.

Navas tacha de osadía su intento de describir momentos de la vida de un referente intelectual y personal como es Antonio Lago Carballo. Pero como un reto que era, la primera mujer directora de un diario de tirada nacional en 1995 -'La Gaceta de los Negocios'- asegura haber puesto todo el entusiasmo en la elaboración de una obra que surgió cuando el profesor José Luis García Delgado le propuso asumir la tarea de contribuir a conservar la memoria de una vida por muchos motivos admirable. Desde muy joven se vio inmerso en empresas de responsabilidad pública participando en proyectos intelectuales y políticos junto a figuras de la talla de Pedro Laín o Joaquín Ruiz-Giménez, pasando a formar parte de esa élite  que marcó el rumbo del país en la segunda mitad del siglo XX.

La tarea de mantener fresco el recuerdo de un hombre que, precisamente, hizo del recuerdo y el relato de lo vivido una obra de arte, se presentó para Navas con más responsabilidad que orgullo, pero la autora confiesa que según iba adentrándose en el detalle y la reflexión se convirtió en una persona afortunada por poder transitar al lado de un ser excepcional. A lo largo de la escritura del libro sí ha echado de menos una cosa: no haberle preguntado más y mejor. Ahora en la obra ‘Un hombre de concordia’ se recuerda como ha sido protagonista de momentos y situaciones transcendentales en la historia de España; desde el intento de apertura de Ruiz-Giménez -de quien fue directo colaborador- en plena dictadura franquista, hasta la transición a la democracia, proceso en el que contribuyó como alto cargo en los gobiernos de Suárez y Calvo Sotelo.

A través de las 207 páginas, en las que merecen mención especial el testimonio gráfico, se pone de manifiesto lo que significó para la época en la que vivió este profesor, humanista, gran comunicador, insaciable conversador y catalizador de proyectos culturales. Para el relato Navas ha recopilado el material más preciado para ello: sus propios escritos. Durante un año ha indagado en periódicos de la época y recopilado cartas, documentos y escritos de Antonio Lago Carballo que guardaban sus hijos. La autora ha concatenado este material histórico con su texto dando luz a un hombre de consenso, talante liberal y capacidad de diálogo, rasgos todos ellos que cultivó a lo largo de su vida y que hoy, en los tiempos tan difíciles que se viven en política, tanto se añoran.

José Luis García Delgado
El catedrático José Luis García Delgado durante la presentación. / JG.

Para la presentación del libro en la Fundación Ramón Menéndez Pidal, a la que tanto ayudó Lago, Navas estuvo acompañada por el catedrático que le dio una idea para el libro que ella quería escribir: José Luis García Delgado. Con sus palabras dejó claro que Antonio Lago "es una persona que se hacía querer"  y advirtió que se trata de un libro obligado por conservar vivencias que quedarían desperdigadas y puede que olvidadas. García Delgado habló de Antonio Lago como un hombre de cultura "en el sentido más hondo del término", un hombre que "indagaba", "reflexionaba" y "ponderaba" en su juicio. Destacó la discreción que le caracterizaba, porque "era raro verle en el centro de la fotografía". "En actos que había organizado él mismo había que buscarle en los laterales o terceras filas de la foto".  Por último, Delgado quiso destacar su concordia "en una España donde la concordia no era la moneda que circulaba más". 

No podía acabar su discurso sin calificarle de un "maestro de la amistad", algo que "requiere mucho tiempo y siempre lo tenía". No olvida este rector en el año 1995 de la Universidad Menéndez Pelayo la primera vez que habló con Antonio Lago para "ponerse al servicio de la institución". En los siguientes diez años "nunca me faltó su apoyo y buen consejo". "Puro corazón, limpias las manos", concluyó. Pedro Álvarez de Miranda, académico de la Real Academia Española, también quiso dedicar unas palabras a Antonio Lago en la presentación del libro. Le definió con dos sustantivos: memoria y concordia "No he conocido a nadie más preocupado por tender puentes de entendimiento y por la recuperación de todo nuestro pasado", aseguró.

La fecha elegida para la presentación del libro no se dejó al azar. Marisa Navas recordaba este miércoles durante el acto que Antonio Lago hubiera cumplido 96 años. En su intervención quiso dar las gracias a todos los que están detrás de esta obra "porque os he tomado prestados muchos recuerdos".  Consideró que su responsabilidad era conseguir que Antonio siguiera vivo a partir de sus escritos.  Y luego se convirtió en una satisfacción. Destacó como "una joya" un texto que recibió de Antonio: 'Guión para unas memorias'. Si se hubiera puesto en el centro de la fotografía seguro que hubiera escrito sus memorias, pero no lo hizo y "dejó estas pistas" que cogió Navas para contar el personaje que había detrás de la persona en el momento histórico que le tocó vivir. La autora confiesa que el libro sale del corazón como "periodista de base que soy". Acaba Navas asegurado que para ella ha sido "una alegría escribir el libro y un regalo aprender la lección de su vida". 

Pedro Álvarez de Miranda
Pedro Álvarez de Miranda, académico de la Real Academia Española, también quiso dedicar unas palabras a Antonio Lago en la presentación del libro. / JG.

Por último, uno de los hijos de Antonio Lago, José María, quiso reflexionar sobre el legado que deja la figura de su padre cinco años después de fallecer. Destacó su "entereza con la que entró en la madurez sobrada".  Aseguró que "aprender a envejecer es algo que todos deberíamos hacer y mi padre trabajó sobre ello".  También quiso destacar que más allá de la humanidad que mostraba, su saber estar o su gran sentido del humor la lección que deja su padre es la de cómo llegar a ciertas edades con su calidad humana "excepcional". 

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