Royston Maldoom dice que la danza cambia la vida y tiene beneficios sociales

  • Santa Cruz de Tenerife, 10 feb (EFE).- El coreógrafo británico Royston Maldoom, que ha trabajado con orquestas como la Filarmónica de Berlín y la Sinfónica de Londres en proyectos de danza comunitaria, está convencido que la danza es un arte que puede cambiar la vida y resalta los beneficios sociales que origina su práctica.

Santa Cruz de Tenerife, 10 feb (EFE).- El coreógrafo británico Royston Maldoom, que ha trabajado con orquestas como la Filarmónica de Berlín y la Sinfónica de Londres en proyectos de danza comunitaria, está convencido que la danza es un arte que puede cambiar la vida y resalta los beneficios sociales que origina su práctica.

Maldoom está en Tenerife para preparar el proyecto que en junio desarrollará en la isla y en el que participarán unos 150 alumnos del Colegio Alemán de Santa Cruz de Tenerife, centro promotor de la iniciativa, junto con unos 35 jóvenes africanos procedentes de centros de acogida.

Tras quince días de preparación, todos los jóvenes expondrán el proyecto en una actuación que se desarrollará en el Auditorio de Tenerife y en el que estarán acompañados por la Orquesta Sinfónica de Tenerife.

Maldoom, protagonista junto a la Filarmónica de Berlín del documental "Rhythm Is It", considera, en una entrevista con la Agencia Efe, que el baile es una actividad espiritual que permite el desarrollo de habilidades sociales y favorece el conocimiento del cuerpo al tiempo que facilita la comunicación.

Recordó que el concepto de danza comunitaria surgió hace 30 años y para él significa "bailar en todos los sitios, en cualquier momento y con cualquiera. Es compartir el baile y amor por el baile".

Indicó que después de 35 años de profesión la experiencia le dice que la danza puede cambiar la vida y citó el ejemplo de hombres de negocios que, a través del contacto con el baile, han conseguido cambiar sus vidas.

Este coreógrafo ha desarrollado proyectos de danza comunitaria en muchos lugares del mundo, pero destaca los realizados con los niños de la calle en Etiopía o Perú o con jóvenes durante la guerra de Bosnia, y como contraste también ha actuado en los mejores escenarios del mundo.

Maldoom, que niega ser algo más que un coreógrafo, insiste en los cambios que se producen en el individuo cuando participa en este tipo de proyectos, ya que se considera "parte de algo" y señala que no ve diferencias entre los grupos con los que trabaja.

"Cuando entro en un estudio veo un grupo interesado en el arte y eso es lo que me importa", precisa el artista, quién reitera que "yo no trabajo con las diferencias sino con la similitud porque todos tenemos los mismos sentimientos y es con esto con lo que yo trabajo".

Sus proyectos coreográficos siempre están acompañados por la música clásica "porque es la que me gusta" y defiende que cuando realiza un proyecto lo hace con pasión y es esa actitud la que debe transmitir a los alumnos.

Maldoom, que ha colaborado con más de veinte orquestas, indica que el problema es que a veces las grandes formaciones orquestales no entienden que un proyecto de danza comunitaria supera lo que es un orquesta y pasa a ser "un proyecto mayor", aunque precisa que cuando se sabe que es lo que se quiere "todo marcha bien".

Además, considera que este tipo de proyectos, que combinan danza y música clásica, son una forma de acercar estas artes. "Me gusta transmitir ideas sobre las que nunca habían pensado, un estilo de baile que nunca habían visto y una música que nunca habían escuchado".

Opina que a pesar de ser un riesgo es también lo excitante, pues se trata de romper barreras, y estima que en una buena enseñanza musical el aprendizaje debe combinar, para que sea más efectiva, la mente con el cuerpo.

El coreógrafo señala que cuando se produce esa interacción entre la mente y "el alma" se constata la existencia de un buen trabajo, y se muestra convencido de que sólo con introducir la danza en el sistema educativo podrían salir grandes artistas.

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