Depardieu pone toda su sensibilidad al servicio de "Mammuth"

  • París.- Rebasa con mucha holgura los 120 kilos y su cara marcada por las experiencias puede asustar a cualquiera. Pero Gerard Depardieu es uno de esos talentos privilegiados de la actuación y lo demuestra de nuevo en "Mammuth", donde pone su enorme sensibilidad al servicio de una historia de amor, ácida y tierna.

París.- Rebasa con mucha holgura los 120 kilos y su cara marcada por las experiencias puede asustar a cualquiera. Pero Gerard Depardieu es uno de esos talentos privilegiados de la actuación y lo demuestra de nuevo en "Mammuth", donde pone su enorme sensibilidad al servicio de una historia de amor, ácida y tierna.

Una historia que partió de una imagen: Depardieu sobre una moto. Y a partir de ahí Gustave Kervern y Benoît Delépine pusieron en pie una película -cuyo estreno tendrá lugar este viernes en España- que pasó de ser una especie de drama laboral a una historia de amor en toda regla.

Así lo reconoce Kervern en una entrevista con Efe en París, en un hotel a muy poca distancia del restaurante que posee Depardieu y en el que se fraguó este proyecto.

"Quedamos con Depardieu en su restaurante, le propusimos el papel y dijo que estaba libre y que lo aceptaba. Pero no teníamos aún el guión, así que trabajamos como locos y un mes más tarde, se lo dimos", explica un divertido Kervern.

El actor hasta ayudó a encontrar financiación para rodar el filme y aceptó trabajar sin cobrar, sólo por el mínimo sindical obligatorio. "Decidió hacer este filme no se muy bien por qué. Supongo que le caímos bien", agrega el codirector.

Aunque también debió influir una historia que comenzó siendo la de un hombre que al llegar a la edad de jubilación tiene que buscar algunos papeles que le faltan para demostrar que ha cotizado los años suficientes para recibir la pensión.

"A menudo ocurre que has perdido papeles que necesitas entregar y que hay empresas que han desaparecido", señala Kervern, que junto a Delépine vieron en esa circunstancia la oportunidad de que el protagonista tuviera un reencuentro con el pasado.

Ese es el personaje que interpreta de manera sutil y delicada Depardieu. Es Serge Pilardosse, un empleado de un matadero que al cumplir los 60 años y acceder a la jubilación, descubre que algunos de sus empleadores no le dieron de alta en la seguridad social, lo que le impide llegar a los años de cotización necesarios para cobrar la pensión.

Su mujer -una espléndida Yolande Moreau- le impulsa a subirse a su moto, una "Mammuth", y a buscar los justificantes de esos trabajos, lo que le lleva a redescubrir partes de su vida olvidadas.

"Depardieu fue el primero que nos dijo que era un filme de amor, más sobre las mujeres. Y tenía razón. Es un filme sobre el encuentro con el primer y el último amor", reflexiona Kervern.

Un primer amor interpretado por Isabelle Adjani, que llevaba mucho tiempo sin rodar pero que aceptó inmediatamente participar en "Mammuth" pese a que su papel es pequeño.

Frente al último amor, el papel de Moreau, una extraordinaria actriz que ya había trabajado antes con Kervern y Delépine y que simplemente era "la pareja perfecta" para Depardieu.

Una pareja que se entiende con diálogos parcos, muy escasos en palabras, pero que destilan comprensión y amor por encima de las circunstancias.

Relación silente para la que los directores pidieron al actor galo que "fuera menos Gerard Depardieu", porque "normalmente es un poco exagerado".

"Como es hiperinteligente, entendió rápidamente dónde debía ir y al parecer está muy contento con el resultado", un filme "divertido, pero más tierno de lo que pensábamos en un principio", aseguran.

Una película en la que originalmente querían mostrar la agresividad en el mundo del trabajo, la presión que los empleados sufren a manos de "los jefecillos" y el cambio que el ámbito laboral ha experimentado, para peor, en los últimos 20 años.

"Pero después cambiamos completamente. Queríamos resucitar Depardieu, con toda nuestra modestia. Tenemos tanto amor por este hombre que queríamos que se luciera y le hicimos una película con todo lo que le gusta: las motos, los viñedos, la carne..."

Y para su próximo proyecto, Kervern tiene una idea muy clara de partida: "los perro-flautas", apunta entre risas el director, que descubrió esta expresión en una visita a España y quedó fascinado.

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