"Desayuno con partículas", un divertido "parque temático" sobre la física

  • Concha Carrón.

Concha Carrón.

Madrid, 25 abr.- Un divertido "parque temático" sobre la física. Eso es para la científica Sonia Fernández-Vidal y el escritor Francesc Miralles 'Desayuno con partículas', el ensayo que acaban de publicar juntos.

Ambos son conscientes de que las palabras ensayo y física asociadas dan pavor, motivo por el cual advierten, en una entrevista con Efe, de que "no hay que salir corriendo", porque se trata de un experimento literario "totalmente innovador".

Con un entretenido y ameno formato de conversación entre ellos, Sonia Fernández-Vidal y Francesc Miralles pretenden justo lo contrario: "que la gente pierda el miedo a la ciencia en general y a la física en particular, porque bien explicada es muy fácil de entender".

Fernández-Vidal (Barcelona, 1978) es doctora en Física Cuántica, ha trabajado en algunos de los centros más importantes del mundo, como el Centro Europeo para la Investigación Nuclear (CERN) de Ginebra o el Laboratorio Nacional de Los Álamos (EEUU), y ha publicado las novelas juveniles 'La puerta de los tres cerrojos' y 'Quantic Love', una historia de amor ambientada en el CERN.

En esta ocasión, la joven científica ha unido fuerzas con el escritor y periodista especializado en espiritualidad Frances Miralles (Barcelona, 1968) para invitar a un lector más diverso, ya no solo juvenil, a un "viaje en el tiempo".

Viajando en la máquina del tiempo, ambos se adentran en la Grecia del 357 a.C. para conocer a Aristóteles o Platón y sus teorías astronómicas; en el siglo XVII para recordar la teoría del heliocentrismo de Kepler y el telescopio de Galileo; y en el siglo XVIII para toparse con Newton y su teoría de la gravedad.

Desde sus primeras páginas 'Desayuno con partículas' tiene más apariencia de una novela de aventuras que de un ensayo, poblado de fábulas, anécdotas y "auténticas cagadas", según Fernández-Vidal, de algunos reputados científicos que, en algún momento concreto, "no fueron muy visionarios".

Entre estas meteduras de pata la obra, publicada por Plaza & Janés, recuerda la declaración realizada por el presidente de IBM en la década de 1940, cuando aseguró que el mercado para los ordenadores sólo daba para vender cinco unidades en todo el mundo.

También se cita en este apartado a Lord Kelvin, un físico y matemático presidente de la Royal Society, quien afirmó en 1895 que "máquinas voladoras más pesadas que el aire eran imposibles", todo un alarde adivinatorio sobre el futuro.

Todos los seres vivos, según Fernández-Vidal, han desarrollado a lo largo de su evolución un modo intuitivo de utilizar la física en el día a día, incluidos los animales, como refleja la reflexión que la joven introduce en este "extravagante" -según Miralles- ensayo, sacada de uno de sus profesores de carrera, sobre las dificultades que tenemos para entender la teoría cuántica.

Según esta teoría, durante el proceso de caza de una gacela por parte de un león éste desiste de su empeño cuando realiza unos cálculos "nada triviales": calcula su propia velocidad y la de la gacela, computa la resta vectorial entre ambas y cuando percibe que la distancia entre su presa aumenta se da por vencido y reserva fuerzas para una caza más asequible.

"No hemos desarrollado la capacidad para entender lo que no vemos con nuestros ojos", señala la joven científica, quien recuerda que la física rodea todo nuestro día a día y hace que funcionen dispositivos como las alarmas de las prendas de vestir, las cámaras fotográficas digitales, los teléfonos móviles o los sensores para que se encienda la luz cuando oscurece.

Miralles reconoce que el contacto con Sonia le ha hecho "comprender, por primera vez" la física, una asignatura por la que repitió 2º de BUP, mientras que a ella, por su parte, la colaboración con el escritor le ha dado una perspectiva nueva, al obligarla a esforzarse por explicar a un profano cómo funciona la física cuántica y la infinidad de utilidades que tiene.

Además, recuerda el periodista, la psicología está muy entrelazada con la física y ambos conceptos no son incompatibles, a pesar de que la ciencia se basa "en lo que se puede medir" mientras que la espiritualidad es más "una cuestión de fe".

Así, grandes científicos se han caracterizado por tener una gran espiritualidad, precisamente porque la ciencia "te lleva hasta un abismo inmenso y te deja en el borde", según Fernández-Vidal, motivo por el cual se ven obligados a buscar respuestas más allá, en el campo de la filosofía y lo espiritual.

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