Eduardo Mendoza debuta en el género del cuento con tres historias de "pseudosantos"

  • Barcelona.- Novelista consagrado, autor teatral de éxito, Eduardo Mendoza debuta ahora en el género del relato con el volumen "Tres vidas de santos", que incluye los cuentos, "La ballena", "El final de Dubslav" y "El malentendido", protagonizados por personajes que podrían clasificarse como "pseudosantos".

Eduardo Mendoza debuta en el género del cuento con tres historias de "pseudosantos"
Eduardo Mendoza debuta en el género del cuento con tres historias de "pseudosantos"

Barcelona.- Novelista consagrado, autor teatral de éxito, Eduardo Mendoza debuta ahora en el género del relato con el volumen "Tres vidas de santos", que incluye los cuentos, "La ballena", "El final de Dubslav" y "El malentendido", protagonizados por personajes que podrían clasificarse como "pseudosantos".

Escritos en momentos muy distintos, tanto en el tiempo como en lo personal, Mendoza ha explicado hoy en rueda de prensa que su nuevo libro, publicado por Seix Barral, lo acabó de moldear una vez tuvo acabado "El malentendido", donde reflexiona sobre la creación literaria y el difícil diálogo entre clases sociales.

Aunque reconoce que por su talante y por su manera natural de enfrentarse ante la hoja en blanco siempre "me gusta complicarme la vida", también es de los que, de vez en cuando, como otros autores de novela larga, "tenemos ganas de probar el tapeo".

En este caso, ha comentado, había escrito "La ballena" hace tres décadas, coincidiendo con su irrupción en el ámbito literario de la mano de "La verdad sobre el caso Savolta", centrándose en la Barcelona del Congreso Eucarístico de 1952, paradigma de una ciudad en transformación.

Aficionado, además, a las vidas de santos desde muy jovencito, aquí crea un personaje que llega a obispo tras huir de la miseria, aunque siempre será un "desclasado".

A pesar de que no contiene elementos autobiográficos, hoy ha reconocido que el título surgió de una experiencia que vivió en 1954, cuando sus padres le llevaron a ver una ballena muerta que se exponía en una carpa, junto a la estatua de Colón.

Del segundo de los relatos, ha comentado que fue escrito hace entre dieciocho y veinte años, en un momento de su vida en el que viajaba mucho, ambientando la narración en África, con un hombre que no sabe qué hace en el mundo.

En el tercer cuento, "El malentendido", de muy reciente creación, dibuja a un "desgraciado, condenado a ser escoria", Antolín Cabrales, alias "Poca Chicha", nacido en el seno de una familia desestructurada, que a los 21 años ya ingresa en prisión.

Eduardo Mendoza entiende que se trata de tres protagonistas "pseudosantos o parasantos", que tienen la misma característica que los santos de santoral: "son unos marginados del mundo", o como indica en una pequeña introducción "son santos en la medida en que consagran su vida a una lucha agónica entre lo humano y lo divino".

También tienen en común "que soy su nexo de unión, con mis inquietudes" y ha agregado que en todos ellos prima "la inseguridad".

Preguntado si ve características diferentes en cada uno de los cuentos sólo por el paso del tiempo, ha argumentado que "lo que noto es una evolución, que no sé si es una maduración. Esto es positivo y negativo porque noto un entusiasmo diferente en los del principio y creo que después gano en reflexión".

Respecto a las influencias, ha mantenido que están las de los grandes cuentistas que siempre ha admirado, tanto hombres como mujeres, de Henry James a Joseph Conrad o la muy recomendable, en su opinión, Alice Munro.

En cuanto a los títulos, dice ser muy "maniático" y de los que apuestan por que sean "definitorios, pero no explicativos", mientras que de los finales subraya que es de los que cree que deben quedar abiertos. "En los cuentos -ha precisado- el centro de gravedad está en la mitad".

Sobre el futuro, indica que todavía tiene algunas ideas en la cabeza que no le dejan dormir, aunque no son en forma de cuento. "No tengo intención de escribir relatos, pero igual saliendo a la calle encuentro uno y empiezo a escribirlo".

El veterano escritor, por otra parte, ha reivindicado: "tengo todo el derecho a romper lo que estoy escribiendo ahora y empezar otra cosa, e incluso a cambiar de registro. Hasta el último momento es la libertad que me permito".

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