El barítono uruguayo Erwin Schrott en la reposición de "Las Bodas de Fígaro" en Londres

  • Londres.- El barítono uruguayo Erwin Schrott afirma haber evolucionado con Mozart, un compositor que le ha ayudado como ningún otro a hacer lo que está haciendo ahora porque ha creado roles que le van como un guante a su voz y a su carácter.

El barítono uruguayo Erwin Schrott en la reposición de "Las Bodas de Fígaro" en Londres
El barítono uruguayo Erwin Schrott en la reposición de "Las Bodas de Fígaro" en Londres

Londres.- El barítono uruguayo Erwin Schrott afirma haber evolucionado con Mozart, un compositor que le ha ayudado como ningún otro a hacer lo que está haciendo ahora porque ha creado roles que le van como un guante a su voz y a su carácter.

En declaraciones a EFE tras uno de los ensayos de "Las Bodas de Fígaro", que se repone el próximo 31 de mayo en la Royal Opera House, Schrott explica que el director escénico, David McVicar "ha hecho algunos cambios para bien".

"Todos hemos cambiado" en esos años - la producción original se estrenó en 2006 en Covent Garden-, explica el cantante, según el cual la energía de su personaje la focaliza ahora "hacia dentro" en lugar de proyectarla hacia fuera como antes.

"Es un Figaro mucho más introspectivo, con un fuego que arde dentro en lugar de iluminar todo lo del exterior", agrega Schrott, para quien el compositor austríaco "tiene algo de casi infantil, muy puro, pero plantea al mismo tiempo en sus óperas situaciones que en la vida real nos harían mucho daño".

"Llegar adonde he llegado (en la interpretación de los personajes de Mozart) me ha tomado bastantes años y no sólo en la parte vocal sino también en la dramática. Ahora me pongo los zapatos de Fígaro y me parece que se acoplan mucho más cómodamente que antes", señala.

"Antes andaba a la busca de opciones para creerme el personaje, ahora me basta creer en la producción, y es una suerte volver a trabajar con McVicar y ahora con Sir Colin (Davis) en la dirección musical", afirma Schrott.

Entre los cantantes, el único que repite es el barítono uruguayo. Susanna la canta ahora la joven soprano japonesa Eri Nakamura, el conde lo encarnarán alternativamente Mariusz Kwicien y Jacques Imbrailo y la condesa la cantarán Annete Dasch y Soile Isokoski, según las funciones.

Al igual que su colega el tenor peruano Juan Diego Flores y siguiendo la recomendación del gran Alfredo Kraus, Schrott explica que se limita a un nuevo papel al año para cuidar al máximo su voz y seguir cantando en la medida de lo posible muchos años. "No hay que ser codicioso", dice.

Schrott prepara para los próximos años "Los Cuentos de Hoffmann", de Offenbach, para la Scala de Milán (2011), "Attila", de Verdi, para la Metropolitan Opera, de Nueva York, y "Mefistófeles", de Arrigo Boito, que hará en Montecarlo en 2013.

Preguntado si le gustaría hacer un día a Wagner, reconoce que "por ahora no, Wagner puede esperar todavía unos siete años" cuando habrá cumplido 44.

En cualquier caso le encantaría comenzar con Wotan, el padre de las Valquirias, un papel ideal para su voz de bajo barítono.

Schrott explica por otro lado que el cantante de ópera de nuestra época tiene no sólo que cantar bien, sino ser además un buen actor, con capacidad de conectar también con los nuevos públicos.

Hay que ofrecerlo todo para que los jóvenes se gasten dinero en un espectáculo total como es la ópera cuando "hay que competir lo mismo con el Cirque de Soleil que con el cine en tres dimensiones o los DVD", señala.

A los cantantes jóvenes les aconsejaría "aprender a decir no, a rechazar propuestas" que "pueden luego impedirles tener una carrera que puede lo mismo durar tres que cuarenta años".

Reconoce que es muy difícil rechazar un papel "porque hay un gran director o un gran reparto, pero cada uno debe guiarse siempre por su intuición, y hay que ser humilde antes de tomar una decisión aunque sin excederse: sin perder la autoestima, que es fundamental".

"Al final, el cantante está solo con su voz", dice Schrott, "uno tiene la sensación interna -añade- de que no puede confiar en mucha gente y reconocer sus miedos naturales".

Joaquín Rábago

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