El Cid y Bolívar,a hombros en tercera corrida de Feria de Manizales, Colombia

  • El matador español El Cid y el colombiano Luis Bolívar fueron los grandes triunfadores en la tercera corrida de la feria de Manizales, tras cortar cada uno dos orejas y salir a hombros por la puerta grande.

Rodrigo Urrego

Manizales (Colombia), 5 ene.- El matador español El Cid y el colombiano Luis Bolívar fueron los grandes triunfadores en la tercera corrida de la feria de Manizales, tras cortar cada uno dos orejas y salir a hombros por la puerta grande.

El Cid consiguió una oreja a cada uno de sus toros, mientras que Bolívar cortó las dos orejas del sexto.

La tarde estuvo a punto de naufragar. Primero por la inclemente lluvia que no solo acompañó el festejo sino que dejó el ruedo en condiciones poco óptimas para la lidia.

Luego, porque el encierro de Ernesto Gutiérrez Arango, terciado de presentación y de juego desigual, le faltó un punto más de casta para propiciar mayores emociones.

Por eso, la tarde la salvó la terna de espadas que impusieron su oficio ante las condiciones de sus enemigos. Fue un toreo que tuvo sus mayores virtudes cuando fue interpretado con la mano izquierda.

Porque El Cid puso el listón muy alto, apenas con el que abrió plaza. Fue noble y con calidad, especialmente por el pitón izquierdo, virtudes que permitieron que el sevillano se expresara como mejor sabe, con el toreo al natural.

Sin ningún tipo de probaturas, tomó la muleta con las yemas de los dedos de su mano izquierda, y con esa sutileza toreó con una cadencia admirable. A tal punto que las series fueron arrebatadas y las culminaba con alardes muy toreros y valerosos.

Pese a un pinchazo en lo alto, el público reclamó las dos orejas. La presidencia consideró que un solo premio era el trofeo suficiente.

El cuarto de la tarde también era un toro bonachón que carecía de malas ideas. Fue muy poco castigado en varas, y aún así no soportó con suficiencia la lidia que le propuso El Cid.

Por eso, el coletudo tuvo que poner más de la cuenta para emocionar los tendidos, y en esta faena recurrió a un toreo de menor profundidad y más sustentado en lo circular.

También pinchó en el primer intento, pero la presidencia también dejó asomar un pañuelo blanco ante el intenso clamor popular.

Luis Bolívar, que anda en un plan de poner las cosas en su lugar, no tuvo opción alguna con el tercero de la tarde. Un toro manso que salía desentendido de cada suerte, como si quisiera quitarse la muleta de en frente y suplicar que nadie lo incomodara mientras deambulaba por el ruedo rehuyendo de la pelea.

En el sexto, cuando el ruedo estaba impracticable, y con un toro que en los dos primeros tercios tuvo un comportamiento mediocre, llegó a la muleta con cierta nobleza, pero con no muchas ambiciones.

El colombiano aceptó esas complejas condiciones y se empecinó en sacar partido. Lo consiguió, primero, dando todas las ventajas al animal, citando de largo y templando a media altura.

Luego, tuvo que apurar las embestidas un tanto aburridas gracias a perder pasos entre muletazo y muletazo y echarle el engaño al hocico para traerlo toreado. Las series parecieron ligadas y fueron muy acogidas.

Aunque tenía media faena asegurada, decidió apostar con el toreo de mano izquierda. Este fue inteligente y templado, pese a que el agua y el barro hacían de la tela roja un elemento difícil de dominar.

La estocada fue tan efectiva como contundente y provocó el frenesí en los tendidos, donde reclamaron, de forma excesiva, las dos orejas y la vuelta al ruedo, pero el criterio presidencial cambió y fue sumiso a la petición popular.

Eso le abrió la puerta grande a Bolívar que salió a hombros con El Cid.

Sebastián Castella, en cambio, se fue de la plaza caminando, sin trofeos, pero su toreo hizo todos los méritos para hacerlo a hombros y por la puerta grande.

Especialmente en el segundo de la tarde, otro animal de noble condición pero que se fue a menos durante el transcurso de la lidia.

El francés pudo expresarse con un toreo de contundente trazo. Castella terminó por lidiar muy cerca de los pitones del toro y se pasó las embestidas por delante y detrás de su cuerpo.

La espada no encontró lugar en los dos primeros intentos, y pese a la petición de trofeos, la presidencia se abstuvo de asomar el pañuelo blanco.

El quinto fue el más deslucido. Otro manso y acobardado con el que el francés intentó hasta lo imposible, pero sin conseguir la contribución de su oponente.

Ficha

Feria de Manizales

Tercera corrida de abono

Jueves 5 de enero

Seis toros de Ernesto Gutiérrez Arango. Desiguales de juego y presentación. Muy chico el primero, que fue noble. Segundo y cuarto fueron a más, sin romper del todo. Tercero y quinto, mansos. Al sexto, fijo y de poca duración, le dieron la vuelta al ruedo.

El Cid, oreja y oreja

Sebastián Castella, saludo desde el tercio en ambos

Luis Bolívar, aviso y dos orejas.

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