El cine alternativo halla en El Cairo su patio fijo de butacas

  • Sin ocultar que tiene un poco de experimento sociológico, el proyecto Zawya intenta mantener en El Cairo una sala para proyectar películas alternativas al circuito comercial egipcio pese a los elevados costes y al público minoritario.

Belén Delgado

El Cairo, 8 nov.- Sin ocultar que tiene un poco de experimento sociológico, el proyecto Zawya intenta mantener en El Cairo una sala para proyectar películas alternativas al circuito comercial egipcio pese a los elevados costes y al público minoritario.

Basta solo con ver la entrada a Zawya, situada en la parte trasera del cine Odeón y rodeada de cafés populares, aceras levantadas y talleres de reparación, para darse cuenta de lo lejos que puede estar la calle egipcia de ese tipo de arte.

Mientras en el vecino Odeón se anuncian un largometraje estadounidense de terror y un drama egipcio, en Zawya (ángulo, en árabe) apuestan por otros títulos que, pudiendo ser conocidos en sus países de origen, en Egipto difícilmente tienen cabida.

"No todas las películas que proyectamos son independientes; muchas son bastante comerciales, pero como en El Cairo no se ven en los cines, aquí las consideramos alternativas", justifica a Efe el director de la iniciativa, Yusef Shazli.

En poco más de medio año, Shazli ha podido escudriñar el comportamiento de su reducida audiencia: "Lo que más le gusta es que los actores o el director sean famosos, y que las películas hayan participado en un festival", cuenta.

Entre las favoritas, dice, también están las películas egipcias, ya sean actuales "para saber lo que está pasando" o de autores clásicos, lo que no evita que haya igualmente espacio para proyectos completamente experimentales.

"Hemos intentado diversificar la oferta todo lo posible para ver lo que puede atraer al público y ahora sabemos mejor si un filme tendrá éxito antes de llevarlo a la pantalla", asegura el joven responsable e hijo de la productora egipcia Marianne Jury.

Otro asunto es que la censura acepte sus propuestas. Por ahora la mayoría de estas han pasado el filtro, aunque dos -un documental del grupo punk ruso Pussy Riot y un cortometraje egipcio de lenguaje supuestamente inadecuado- se han quedado fuera del circuito.

Este mes la oferta se compone de un taller cinematográfico, un festival de vídeo y el séptimo Panorama de Cine Europeo, con cerca de cuarenta películas de 25 países y que se celebrará en varios cines entre los días 19 y 29 de noviembre.

Fue a partir de la pasada edición de esa muestra cuando se planteó la posibilidad de que la gente pagara por ver otras películas en un sitio operativo todos los días, una idea diferente a los actos culturales gratuitos que suelen organizarse cada cierto tiempo en El Cairo.

Desde marzo pasado, han pasado por las 170 butacas de Zawya unas 10.000 personas y una decena de obras.

El número limitado de películas se explica, en parte, por el alto coste que supone comprar los derechos de autor, elaborar los subtítulos en árabe y la falta de presupuesto para promocionarse, según Shazli.

"Cuando no nos apoya un país, embajada o institución cultural es muy difícil conseguir los derechos", dice el director, que reconoce que todavía no han tenido suerte con producciones de Asia o América Latina.

Al menos sí cuentan con el sustento de una de las principales productoras de Egipto, Misr International Films (MIF), empresa familiar que fue fundada por el mítico cineasta Yusef Chahine y está detrás de esta nueva iniciativa.

Metidos de lleno en la cuestión financiera, los promotores de Zawya acaban de renovar por un año más el contrato para permanecer en el cine Odeón.

"Estamos obligados a encontrar nuevos socios. La situación es muy inestable y en algún momento nos tendremos que mudar", afirma Shazli.

Mientras explora con grupos de jóvenes la adaptación del formato de Zawya en otras partes del país, tiene claro que su sitio en El Cairo está en el centro, actualmente más apagado que de costumbre.

"Tenemos que compensar la situación política y la atmósfera pesimista con otras cosas. La gente está deprimida, pero sigue acudiendo al cine si la cartelera le gusta", enfatiza Shazli, para quien el cine es la excusa perfecta para el ocio en un centro que, por más defectos que tenga, continúa albergando sitios culturales, bares y restaurantes.

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