El explorador sueco Strandberg recorre el mundo para tratar de entenderlo

  • Segovia.- El explorador sueco Mikael Strandberg lleva 24 años recorriendo el mundo, y entre otras expediciones, ha ido en bicicleta desde Chile hasta Alaska sin importarle selvas, desiertos ni pantanos. Lo hace para "tratar de entender el mundo y construir puentes entre las diversas culturas".

El explorador sueco Strandberg recorre el mundo para tratar de entenderlo
El explorador sueco Strandberg recorre el mundo para tratar de entenderlo

Segovia.- El explorador sueco Mikael Strandberg lleva 24 años recorriendo el mundo, y entre otras expediciones, ha ido en bicicleta desde Chile hasta Alaska sin importarle selvas, desiertos ni pantanos. Lo hace para "tratar de entender el mundo y construir puentes entre las diversas culturas".

"Empecé a viajar porque quería saber más sobre el ser humano, sobre el sentido de la vida", le decía hoy a EFE este explorador de 47 años, que ha venido a Segovia para participar en el "Hay Festival" y lo ha hecho acompañado de su mujer, Pamela, y de su hijita de dos meses.

Considerado uno de los 50 mejores exploradores por The Royal Geographical Society de Londres, Strandberg es autor de varios libros sobre cada una de sus expediciones y de documentales dedicados a la Patagonia o al pueblo masai,

Hay personas de vida apasionante y, sin duda, Mikael Strandberg es una de ellas. Él reconoce que es "un privilegiado", aunque también afirma que "no es fácil dedicarse a recorrer el mundo como explorador".

Strandberg asegura que "cualquier persona puede hacer" lo que él hace, con tal que de que cuente con la preparación física adecuada. Da igual que sea hombre o mujer. "El problema es mental. Se necesita motivación y saber por qué se quiere realizar ese tipo de viajes", afirmaba en una entrevista con Efe, poco antes de contar sus experiencias mediante un diálogo con Samuel Martín, decano asociado de la IE Business School.

Nació en un pequeño pueblo de Suecia "de solo 25 habitantes y cinco perros". Su familia era "muy humilde" y en su casa no había más que tres libros que su padre "había robado de la biblioteca para parecer más inteligente que los otros trabajadores del pueblo".

Eran la Biblia, "Colmillo blanco", de Jack London, y "El último mohcano", de James Fenimore, contaba el explorador.

"Un día empecé a leer esos libros y se me abrió el mundo". Le entraron ganas de recorrerlo. Enseguida supo que los límites del pueblo se le habían quedado pequeños y también los de su país.

Abandonó los estudios y se dedicó a leer libros de todo tipo, entre ellos los de Kafka.

Cuando le tocó el turno a "Siddharta", de Herman Hesse, decidió irse a la India para hacerse monje, pero, después de unos días en el monasterio, comprendió que aquello no era lo suyo. "Allí no se podía hablar ni comunicarse con nadie".

Se preparó a fondo físicamente -cada día dedica varias horas a hacer ejercicio- y en 1986 partió en bicicleta desde Chile "para entender la vida, el mundo", señaló Strandberg.

"Pero no fue suficiente para entender el mundo", dijo con humor, y en 1989 viajó en bicicleta desde Noruega a Sudáfrica. Y aquella dura experiencia tampoco le bastó para conseguir su objetivo: "saber más del ser humano".

Por eso, en 1994 partió de Nueva Zelanda en bicicleta, atravesó Asia y fue hasta El Cairo.

La siguiente expedición lo llevó a África, a vivir con los masais, y en 2004 comenzó el viaje "mas difícil de su vida": recorrer Siberia durante un año.

"Es el sitio más frío del planeta y vivir a 60 grados bajo cero no fue fácil. Fue muy duro sobrevivir a esas temperaturas. La sangre casi se te congela y uno apenas puede pensar. Pero la gente es la mejor del mundo; son muy hospitalarios, cariñosos, casi como latinos", subrayó el explorador sueco.

"Después de ese viaje, el mundo explotó en mi cabeza", aseguró Strandberg, quien desde entonces ha dado numerosas conferencias sobre esas región helada.

"Aquello es un paraíso y ha arruinado mi vida, porque me gustaría pasar más tiempo allí. La gente es muy buena", decía con nostalgia el explorador.

En los 115 países que ha recorrido ha intentado hablar con la gente de aquello que les interesaba, de sus costumbres, sus necesidades. En Siberia "había que hablar del frío, porque saben mucho de él", y en la Patagonia uno de los temas de conversación eran los caballos. Así le abrían "la puerta del corazón".

Ahora está preparando una expedición por Arabia Saudí en camello, para "tender puentes entre el Islam y Occidente". Irá tan solo con dos beduinos del desierto.

Pero no sabe cuándo empezará esa expedición, y lo dice mirando hacia su preciosa bebé, que duerme plácidamente a su lado: "en este momento mi mayor aventura es haber tenido una niña, y ya veremos cómo se desarrolla el futuro".

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