"El hijo de Saúl", un viaje al corazón del Holocausto

  • "El hijo de Saúl", una impactante historia dirigida por el húngaro Laszlo Nemes que se desarrolla en un campo de concentración durante el Holocausto, agregó este domingo el Óscar a la mejor película extranjera a su ya importante palmarés.

"El hijo de Saúl" cuenta el drama de un prisionero en un campo de concentración que cree descubrir el cuerpo de su hijo entre una pila de muertos en la cámara de gas, y en medio de la barbarie nazi trata de enterrarlo según el rito judío.

Agobiante y siguiendo el ritmo de los desplazamientos y gestos de Saúl (Geza Röhrig), un prisionero húngaro obligado a trabajar en los hornos crematorios de Auschwitz, la película abunda en sonidos aterradores, ruidos de pasos o manos que golpean contra las puertas de las cámaras de gas, órdenes gritadas en alemán y fragmentos de conversación en distintas lenguas.

El filme opta por mostrar esa realidad desde el punto de vista exclusivo del protagonista, para que el espectador se sienta en los zapatos de un solo hombre, dejando fuera del campo visual -o fuera de foco- el horror del exterminio.

"Está en medio de la fábrica de la muerte, ya ni mira esa fábrica, no mira más a los deportados, no mira más a los cadáveres. Lo que mira es todo aquello que está vinculado a su búsqueda: tratar de enterrar a ese chico que cree es su hijo", explicó el realizador en entrevista con la AFP en mayo pasado, cuando obtuvo el Gran Premio del festival de Cannes.

Nemes calificó su cinta de película "distinta" sobre el Holocausto porque evita estereotipos y no pretende abarcarlo en su totalidad.

"Estamos inmersos en medio de esta horrible fábrica, que es una fábrica que produce cadáveres", señaló el cineasta nacido en Budapest hace 39 años.

El joven director se propuso hacer algo "visualmente distinto" sobre el Holocausto. "Me pregunté cuál era la impresión que tenían los judíos cuando llegaban al andén del campo. ¿Qué se veía? ¿Cómo transcurrían sus últimas horas? Proyectarme me dio la fuerza que me empujó a hacer la película", agregó Nemes, parte de cuya familia de judíos ucranianos fue asesinada en Auschwitz.

El tema "ha sido tratado tantas veces, a menudo a través de estereotipos y apelando a la mayor cantidad de emoción y dramatismo posibles", dijo. "Pero de alguna forma, las matanzas quedaban en silencio y la dureza se minimizaba".

El cineasta húngaro ha citado entre las influencias que recibió películas sobre la Segunda Guerra Mundial como "The Pawnbroker" (El prestamista, 1964), de Sidney Lumet o "Come and See" (Ven y mira, 1985), de Elem Klimov, sobre un niño testigo de una matanza en el frente oriental, en la Unión Soviética.

El documental "Shoah" del francés Claude Lanzmann también fue un referente importante que "alimentó el contexto emocional" del filme húngaro, indicó el realizador.

Rodado en cinco años y proyectado en 35 mm -formato que según Nemes "ofrece una experiencia visual más inmersa y emocional"-, "El hijo de Saúl" fracasó en obtener financiación fuera de Hungría.

"La mayoría de los que tomaban la decisión consideraron que era un tema demasiado arriesgado para un primer largometraje y emitieron dudas acerca de su factibilidad". Al final, la película costó 1,5 millones de euros y se rodó por completo en Hungría.

Se estima que unos 600.000 judíos húngaros murieron en la Segunda Guerra Mundial, en su mayoría luego de la invasión de Hungría por los nazis en marzo de 1944.

"Hay un trauma subyacente, es perceptible que la matanza de más de medio millón de húngaros (...) es un tema que se evita abordar", señala Nemes. "Hungría y el resto de Europa Central todavía tienen mucho camino por recorrer entre aquel pasado incómodo y el futuro, para construir algo más lleno de esperanza", dijo el realizador.

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