El impresionismo esloveno deja su país para exhibirse en París

  • La libertad de los impresionistas eslovenos cruza las fronteras de su país para instalarse en las salas del Petit Palais de París, que le dedica una exposición hasta el próximo 13 de julio.

Laura Bayarri

París, 20 may.- La libertad de los impresionistas eslovenos cruza las fronteras de su país para instalarse en las salas del Petit Palais de París, que le dedica una exposición hasta el próximo 13 de julio.

"Les impressionnistes slovènes et leur temps (1890-1920)" ("Los impresionistas eslovenos y su tiempo") evidencia la ambición de estos artistas de arrinconar el realismo anecdótico, propio de la etapa clasicista anterior, y retener, a través del paisaje, no solo la emoción sino también la reflexión.

Eslovenia era todavía una región del imperio austrohúngaro cuando, a finales de 1880, empezó a abrirse a la modernidad y a reafirmar un fuerte sentimiento de identidad nacional, al que tanto pintores, como escultores o escritores, procuraron darle forma.

Los pintores eslovenos, punta de lanza de la corriente renovadora, coincidieron en la academia del pintor Anton Azbe en Múnich, donde descubrieron su pasión por la pintura al aire libre y coincidieron con otros artistas checos, serbios, croatas y rusos, como Kandinsky o Jawlensky.

Aunque el grupo se inspiró en el movimiento impresionista francés de 1860, su gran referente fueron las diferentes evoluciones de este, como la gestualidad expresionista de Van Gogh, el divisionismo de Seurat, las series normandas de Monet o incluso el simbolismo del italiano Giovanni Segantini.

"Los autores eslovenos no buscaban copiar a los franceses, si bien el motivo era el paisaje, variaba la manera de representarlo. Algunos eran abstractos, otros empleaban la materia y la mayoría se interesaba por la estética más que por el sujeto en sí", declaró a Efe el comisario de la exposición, Sylvain Lecombre.

La camarilla de impresionistas eslovenos, integrada por Ivan Grohar (1867-1911), Rihard Jakopic (1869-1943), Matija Jama (1872-1947) y Matej Sternen (1870-1949), se alejó de la capital para instalarse en la pequeña ciudad de Skofja Loka, donde afianzaron la originalidad y libertad a su estilo.

Ivan Grohar fue el que más se acercó al simbolismo por su concepción espiritual del paisaje. La obra "Semeur" de 1907 fue considerada el símbolo de la nación eslovena del futuro y "Le Printemps" de 1903 evocó, desde el primer momento, las panorámicas armónicas, equilibradas y compactas del pintor italiano Segantini.

Rihard Jakopic, el personaje más popular del cuarteto, se opuso al clasicismo representando un torbellino de figuras desnudas que lograban fundir sus cuerpos con la naturaleza. Además se reveló como un visionario al presentar sus luminosos "Etudes de soleil" en 1900.

El pintor Matija Jama dibujó, con una pincelada delicada, los paisajes radiantes y tranquilos de Baja Austria y las orillas del Danubio, mientras que Matej Sternen, pese a trabajar también al aire libre, se decidió por la figura humana, sobre todo femenina y muy inspirada en Degas y Toulouse-Lautrec.

"El reconocimiento pictórico no llegó hasta 1904, con motivo de una exposición en la galería Miethke de Viena, ya que las primeras exhibiciones de los impresionistas eslovenos fueron mal recibidas y tildadas de excesivas y provocadoras", puntualizó Lecombre.

La muestra del Petit Palais de Paris rinde homenaje, también, al grupo de ilustradores y caricaturistas apodados Vesna que, a partir de 1903 aderezaron las revistas y obras literarias que reivindicaban la defensa de la lengua eslovena.

El movimiento escultórico, capitaneado por la emotividad de Franc Berneker, se desarrolló "enormemente" en esta época, inscribiéndose en las diferentes corrientes europeas, como el simbolismo, la tendencia decorativa o, más concretamente, los trabajos de los franceses Rodin o Maillol.

La fotografía, también presente en la exposición, tuvo en Avgust Berthold a su máximo representante y artista más prolífico. Fue amigo de los pintores impresionistas y compartió con ellos los paisajes de Skofja Loka, tanto que su instantánea de un sembrador eslavo inspiró el lienzo "Semeur" de Grohar.

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