El Instituto Cervantes de Roma reúne la obra romana del pintor Ramón Gaya

  • Roma.- La obra romana de un hombre de ojos verdes, mentón oval, estatura 1,68 centímetros, pelo entrecano y sabiendo leer y escribir, tal y como describía al pintor español Ramón Gaya su documento de entrada en México en 1939, se expone por primera vez en el Instituto Cervantes de Roma.

El Instituto Cervantes de Roma reúne la obra romana del pintor Ramón Gaya
El Instituto Cervantes de Roma reúne la obra romana del pintor Ramón Gaya

Roma.- La obra romana de un hombre de ojos verdes, mentón oval, estatura 1,68 centímetros, pelo entrecano y sabiendo leer y escribir, tal y como describía al pintor español Ramón Gaya su documento de entrada en México en 1939, se expone por primera vez en el Instituto Cervantes de Roma.

Ramón Gaya, nacido en Murcia en 1919 y muerto en Valencia en 2005, es considerado uno de los últimos exponentes de la Generación del 27, y como tantos otros, con la vida truncada por la Guerra Civil que le impele al exilio y al vagar por Francia, México e Italia hasta su regreso a España en 1971.

Una foto de Gaya de niño acompañada por dos retratos de sus padres inicia el discurso expositivo de la muestra que consta de cinco etapas: "Los años de formación" (1910-1931), época en que consigue una beca para ir a estudiar a París y Juan Ramón Jiménez le amonesta y le invita a visitar el Museo del Prado antes de viajar a Francia.

Gaya se queda tan impresionado con Velázquez y Goya, "que abandona el cubismo para mirar a los clásicos", asegura a Efe el comisario de la muestra, Manuel Fernández Delgado.

La sección "Misiones Pedagógicas y Guerra Civil, 1931-1939", abarca tiempos en los que el pintor murciano se convierte en copista de las grandes obras de arte del Prado y recorre los pueblos de España mostrando a los paisanos la grandeza de la pintura, junto a otros intelectuales que enseñan literatura, cine o música.

De esa época es una bella acuarela del poeta Luis Cernuda, también "misionero pedagógico", con pantalón blanco y el torso desnudo tumbado en una playa de Almería.

En 1939 su mujer, Fe Sanz, muere en el bombardeo de Figueras, al que su hija Alicia sobrevive y Gaya logra atravesar los Pirineos, es internado en el campo de concentración de Saint-Cyprien y después pasa unas semanas en casa del pintor inglés Christopher Hall en Cardesse (Francia), como lo demuestran varios dibujos, fotografías y cartas expuestos.

Ese mismo año y junto al grupo de la revista "Hora de España" de la que forma parte, embarca en el "Sinaia" camino de México y deja a su hija a cargo de Hall.

El tramo "Exilio en México 1939-1952", explica que en el país azteca conoce a Octavio Paz, María Zambrano y al poeta valenciano Tomás Segovia, al que Gaya retrata al óleo en sus años de juventud.

"Su exilio en México no es tanto de la patria como lo es de la pintura", afirma el comisario.

A partir de entonces recorre París, Venecia, Florencia y Roma, donde se instala a partir de 1956. Allí vive su gran amiga María Zambrano y gracias a ella conoce a Elena Croce, Tommaso Carini, y junto a ellos frecuenta a Italo Clavino, Nicola Chiaromonte y Pietro Citati.

Delicados paisajes "L'Arno" (1956), "I bagni del Tevere" (1971), "Il Tevere" 1970, "Riva di Schiavonni" (1978) los combina con particulares bodegones. "En su habitación coloca sus altares con sus jarrones, sus flores, sus postales y las pinta sin salir de casa", refiere Manuel Fernández Delgado.

Gaya compró un estudio en Vicolo del Giglio y no dejó de pasar temporadas en Roma hasta sus últimos años.

A partir de la segunda mitad de los años 60 y en pleno franquismo viaja a España con frecuencia: Barcelona, Madrid, Murcia, Andalucía, y Valencia donde se encuentra con viejos amigos como José Bergamín, Leopoldo Panero, Juan Gil-Albert o Juan Bonafé y conoce a la que será su segunda mujer, Isabel Verdejo.

En 1969 aparece su libro fundamental: "Velázquez, pájaro solitario".

La exposición de Roma se completa con escritos, documentos, fotografías y objetos que relatan la vida del hombre de ojos verdes quien, al final de sus días, acudía habitualmente a Villa Borghese a contemplar el atardecer para luego escrutar a las gentes que pueblan Piazza Navona.

En sus cuadros de los 90 aparecen los grandes temas de la pintura: "La Escuela de Atenas" de Rafael, "Carlos V" de Tiziano, "La mano de Inocencio X" de Velázquez, junto a sus sempiternos bodegones caseros como "Homenaje al de Módena", "El Rubens", "Ponte Rialto di Carpaccio" u " Homenaje al Picasso", siempre con una paleta viva y luminosa de colores mediterráneos.

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