El jeque Salman, un peso pesado en la carrera a la presidencia de la FIFA

  • Aficionado del Manchester United, hombre de negocios y criticado por las organizaciones de derechos humanos, el jeque bareiní Salman bin Ebrahim al Khalifa, poderoso presidente de la Confederación Asiática (AFC), es un candidato de peso para la presidencia de la FIFA.

A los 49 años, también vicepresidente de la FIFA desde mayo, su cabello gris y su fino bigote le conceden más edad. Si triunfa en su apuesta por la presidencia de la FIFA, se convertiría en el primer asiático en alcanzar este cargo.

Sus opciones son reales. La candidatura de Michel Platini, durante mucho tiempo el gran favorito -antes de su suspensión de 90 días por recibir un pago de 1,8 millones de euros en 2011 de Joseph Blatter-, sufrió un golpe casi definitivo con la entrada en juego este lunes de su brazo derecho en la UEFA, Gianni Infantino.

Sin contar a Tokyo Sexwale, otra opción con posibilidades, los otros candidatos apenas tienen peso para ganar, el príncipe jordano Ali Hussein, Jérôme Champagne, David Nakhid y Musa Biliti.

El jeque Salman había acordado en un primer momento apoyar a Platini, en nombre de la AFC, pero los problemas del antiguo capitán de la selección francesa le hicieron dar un paso adelante, con una bella oportunidad por explorar.

Dos años después de su ascenso al frente de la AFC, Salman presentó los cinco avales de federaciones nacionales para presentarse a la presidencia de la federación internacional.

Sus conexiones con el muy influyente jeque kuwaití Ahmad al Fahad al Sabah, miembro del Comité Olímpico Internacional y del Comité Ejecutivo de la FIFA, son una baza a jugar.

Pero las organizaciones de defensa de los derechos humanos le han señalado por su papel en la represión de las revueltas democráticas de 2011 en Baréin.

Durante largo tiempo un apoyo fundamental del presidente dimisionario de la FIFA Joseph Blatter, el jeque Salman estudió contabilidad en Londres antes de diplomarse en Historia y Literatura Inglesa en su país. Luego se dedicó al mundo de los negocios (construcción, inmobiliarias, importaciones y exportaciones).

En 1998 ingresó en la federación de fútbol de su país, como vicepresidente, antes de convertirse en la cabeza visible en 2002.

Su primer intento para dirigir la Confederación Asiática en 2009 fue un fracaso, frente a Bin Hamman, pero cuatro años más tarde se aprovechó de la suspensión de por vida al catarí para alcanzar el puesto que ahora le puede propulsar a lo más alto del fútbol mundial.

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