El Juli puso el mando y Finito la calidad en Zaragoza

  • Una faena de mando y poder le valió a Julián López "El Juli" la única oreja que se cortó hoy en la corrida de la feria del Pilar, en la que Finito de Córdoba dejó una amplia muestra de la calidad de su toreo.

Paco Aguado

Zaragoza, 11 oct.- Una faena de mando y poder le valió a Julián López "El Juli" la única oreja que se cortó hoy en la corrida de la feria del Pilar, en la que Finito de Córdoba dejó una amplia muestra de la calidad de su toreo.

FICHA DEL FESTEJO.- Tres toros de Zalduendo, voluminosos y de escasas defensas, que resultaron nobles y manejables, aunque muy justos de raza. Y tres de Vellosino -primero, quinto y sexto-, también con volumen, feos de hechuras y de poco remate, y de juego muy descastado. Casi todos acabaron astillándose los pitones.

Juan Serrano "Finito de Córdoba": pinchazo antes de que el toro tuviera que ser apuntillado (silencio); y pinchazo y estocada (vuelta al ruedo tras petición de oreja).

José Antonio "Morante de la Puebla": media contraria y tendida, y media caída (silencio); y bajonazo (algunos pitos).

Julián López "El Juli": media (oreja con petición de la segunda); y estocada trasera atravesada y descabello (ovación).

En cuadrillas, saludó Álvaro Oliver tras banderillear al cuarto.

La plaza se llenó, en el quinto festejo de la feria del Pilar.

--------------------

UN LLENO SIN DECEPCIÓN

En la víspera del día grande de las fiestas por fin se llenó la plaza de Zaragoza al reclamo del cartel estelar de toda la feria del Pilar. Y, aunque casi por costumbre estas tardes de expectación suelen derivar en profundas decepciones, esta vez el público no salió descontento.

Y fue así porque tanto El Juli como Finito -Morante no tuvo ni opciones- pusieron mucho de su parte para remontarse al escaso juego de una corrida de dos hierros, en la que sólo los toros de Zalduendo tuvieron un mínimo de casta.

El mejor fue el tercero, que salió justo cuando la corrida tomaba una deslucida inercia, y que tuvo más viveza y duración que cualquier otro, a lo que ayudó que El Juli no dejó que se le castigara en el caballo.

Sobre la base de la movilidad, aunque no demasiada entrega, el diestro madrileño impuso su mando sobre todas las embestidas de ese "zalduendo", jugando perfectamente con las distancias y las alturas del trazo de cada muletazo, hasta imponer el ritmo de una faena que remató con alardes y circulares invertidos acogidos con entusiasmo por un público entregado de antemano.

Tras una media estocada fulminante -de las que se conocen como "lagartijeras"- se desató la petición de las dos orejas, aunque el presidente sólo concedió la única que finalmente se paseó en toda la tarde.

El mismo Juli estuvo a punto de cortársela también al sexto, pero a media faena el manso de Vellosino se rajó para siempre en las tablas.

Otro trofeo se pidió, aunque con menos entusiasmo, para Finito de Córdoba, tras hacer el toreo de más calidad de la tarde.

Ya al primero le cuajó el diestro cordobés un hondo saludo a la verónica, casi una docena de lances embraguetados, con las bambas del capote barriendo la arena y ganando terreno hasta los medios, donde los remató con una fastuosa media.

No le dejó luego ese toro seguir gustándose a Finito, porque, sin fuerzas ni raza, se fue vaciando hasta derrumbarse exhausto tras un pinchazo leve, teniendo que ser apuntillado.

En cambio, el cuarto de Zalduendo sí que tuvo duración para permitirle desplegar su clase, aunque tampoco tanto como para que la faena fuera redonda. Y es que la forma de torear de Finito, con los vuelos de la muleta a ras de ruedo, se antojó demasiado exigente para un animal noble pero muy medido de raza.

De una u otra forma, Finito plasmó naturales de hondo y largo trazo, de temple acompasado, de figura entregada, varios muy rebozados con la embestida. Y también remates e inicios de cada serie con muletazos inspirados y de gran sabor.

La torería de Finito, llenando la escena y salpicando momentos realmente sublimes a lo largo de toda la obra, llenó la plaza de un aroma añejo, incluso cuando el toro acabó por acobardarse en tablas. Sólo un pinchazo previo a la estocada hizo que la petición de oreja para Finito no tuviera la suficiente intensidad.

Por su parte, Morante de la Puebla, no tuvo ocasión ni de replicar al arte de Finito, en cuanto que no le dejó su lote, tanto el peor de los de Zalduendo, desclasado y rajado, como un zambombo de Vellosino que ya se desinfló al ver al picador. Y, como es su costumbre en estos casos, el sevillano no quiso perder el tiempo con ninguno de los dos.

Mostrar comentarios