El jurista Muñoz Machado defiende la libertad de expresión en su discurso de ingreso en la RAE

    • Machado afirma que es una conquista que ha tardado siglos en lograrse y sobre la que no conviene "distraerse ante cualquier nueva amenaza".
    • Antes de entrar en materia, el jurista hizo un elogio de Antonio Mingote, su antecesor en el sillón "r" de la Academia y un gran humorista que hizo de "la tolerancia" el principio fundamental de su vida.
Muñoz Machado ingresa en la RAE con una defensa de la libertad de expresión
Muñoz Machado ingresa en la RAE con una defensa de la libertad de expresión

EFE - El jurista Santiago Muñoz Machado realizó este domingo pasado, en su discurso de ingreso en la Real Academia Española, una encendida defensa de la libertad de expresión y de la tolerancia. Una conquista que ha tardado siglos en lograrse y sobre la que no conviene "distraerse ante cualquier nueva amenaza".

Muñoz Machado tituló su discurso "Los itinerarios de la libertad de palabra" y lo que leyó esta tarde fue un resumen de 30 páginas de las casi 300 que contiene la versión impresa, un ensayo que guarda una estrecha relación con el argumento principal de la Academia, que es la palabra, "el bien más adorado" en esta institución.

En su intervención, este gran experto en la organización territorial del Estado siguió esos "itinerarios" desde que comenzó la lucha por la libertad de expresión en el siglo XVI hasta "su aparente consagración definitiva en los albores del siglo XXI", afirmó este abogado, catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad Complutense.

Ha sido un largo y difícil camino lleno de obstáculos el que ha recorrido el ser humano hasta conquistar de verdad, en la segunda mitad del siglo XX, la libertad de palabra. Hasta entonces, los tribunales de Europa y de América mantenían "limitaciones muy importantes a la crítica del poder público, de los gobiernos y de las instituciones", señalaba Muñoz Machado (Pozoblanco, Córdoba, 1949).

Y una conquista ante la que se abren nuevos retos con la aparición de internet, "la más impresionante y vertiginosa revolución informativa de la historia de la humanidad".

La libertad de palabra "no encontrará en internet censuras ni regulaciones opresivas", aunque los poderes públicos "tienen que hacer mucho todavía para evitar que se cometan delitos horrendos como los robos de la propiedad intelectual ajena, el adoctrinamiento en el odio, la violencia o los abusos de datos personales", diría Muñoz Machado en la recta final de su discurso.

Pero, antes de entrar en materia, el jurista hizo un elogio de Antonio Mingote, su antecesor en el sillón "r" de la Academia y un gran humorista que hizo de "la tolerancia" el principio fundamental de su vida.

Mingote firmó en ABC una viñeta diaria desde 1953 hasta 2012. Publicó numerosos libros con sus chistes, ilustró obras de otros autores, entre ellas "una bellísima edición del Quijote", y escribió también relatos cortos y cuentos y hasta "un gran tratado sobre mus", recordó el nuevo académico.

Su humor fue siempre "sereno y provocador al tiempo" y "su arma dominante fue la ironía". "Las caricaturas y los chistes de Mingote son siempre templados, nunca hirientes, jamás despreciativos, respetuosos de la dignidad y los derechos de los demás", diría Muñoz Machado de ese dibujante del que, por encima de todo, "destacaba su condición de hombre bueno".

La "tolerancia" fue una de las palabras más repetidas en el discurso de este abogado, para quien el comienzo de las reacciones intelectuales contra la intolerancia religiosa fue el "Contra libellum Calvini", de Sebastián Castellio.

En ese texto, Castellio arremetió "contra el cinismo de Calvino" que, después de justificar el ajusticiamiento de Miguel Servet, quemado en la hoguera en 1553, y de haber quemado también sus libros, "se atrevía a remitirse a páginas concretas de las obras que había hecho desaparecer".

Castellio "concluía con la condena moral de su intransigencia, resumida en una frase que todavía resulta conmovedora: 'matar a un hombre no es defender una doctrina, es matar a un hombre", citó Muñoz Machado.

La intolerancia se aplicó "con paralela severidad" al pensamiento científico, que poco a poco "cambió la percepción del mundo". La revolución científica "exigió sacrificios y produjo persecuciones", como las que padeció Galileo, sometido a dos procesos inquisitoriales.

"No había apenas lugares en Europa libres de intolerancia", salvo los que, desde finales del siglo XVI, empezaron a ofrecer a los disidentes y perseguidos, primero Polonia y más tarde las Provincias Unidas del Norte", en las que sobresalieron "influyentes escritores pacifistas", con Erasmo a la cabeza.

En Holanda se formaron, o se refugiaron, pensadores como Spinoza o John Locke.

A pesar del ambiente de tolerancia que se respiraba en ese país, Spinoza no se libró de "la inflexibilidad" de la comunidad judía de Ámsterdam a la que pertenecía su familia. Lo acusaron de ateísmo por la interpretación que hizo del libro sagrado y fue expulsado de la comunidad.

La resolución condenatoria, señaló Muñoz Machado, "refleja bien el fanatismo de los jueces: 'Maldito sea de día y maldito sea de noche -proclamaba-; maldito sea cuando se acuesta, y maldito sea cuando se levanta (...). Que la cólera y el enojo del Señor se desate contra ese hombre y arroje contra él todas las maldiciones escritas en el libro de la ley'".

Los retos de la comunicación en internet cerraron el discurso de Muñoz Machado, quien poco antes se había referido a "la creciente importancia de la libertad de palabra en la calle", que está siendo tomada "cada vez con más frecuencia para expresar opiniones disidentes, algunas veces justamente indignadas, otras sencillamente intolerantes".

En la sociedad occidental también está planteando "problemas inéditos" el uso de indumentarias como velos islámicos, burkas o turbantes. Y ha suscitado conflictos la utilización del crucifijo, "lo que ocurre por primera vez en la historia europea de dos milenios", aseguró.

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