El Museo de Escritor crece con objetos de Monterroso y Agustin Goytisolo

  • Un mechero y un cajetilla de cigarros sin acabar, de José Agustín Goytisolo, y los muñecos de animales que representan los personajes de los textos de Augusto Monterroso, como su famoso dinosaurio, la oveja negra o la vaca, son algunos de los nuevos objetos que se pueden ver en el Museo del Escritor.

Carmen Sigüenza

Madrid, 30 abr.- Un mechero y un cajetilla de cigarros sin acabar, de José Agustín Goytisolo, y los muñecos de animales que representan los personajes de los textos de Augusto Monterroso, como su famoso dinosaurio, la oveja negra o la vaca, son algunos de los nuevos objetos que se pueden ver en el Museo del Escritor.

Un lugar entrañable y mágico creado por el Centro de Editores, entidad cultural que también posee una galería y un sello literario y que guarda el Archivo Onetti, con su biblioteca, cartas y objetos personales.

Fotografías, objetos, manuscritos, cartas, y libros conforman este espacio, poco conocido y que se puede comparar con otros lugares míticos como el Museo de los Escritores en Edimburgo, solo que el de Madrid, que está situado en la calle Galileo, alberga el espíritu de escritores de las dos orillas, de España y de América Latina, explica a Efe uno de los directores de este lugar, Raúl Manrique.

Así, todo el que quiera respirar el espíritu de los años en los que Julio Cortázar escribió "Rayuela", los pinceles con los que el poeta Rafael Alberti pintó hasta el último momento o la cartuchera de caza, los tiradores, corbata y gafas de Miguel Delibes tiene que darse una vuelta por ese museo, sobre todo los mitómanos.

También se puede contemplar del inefable vanguardista Ramón Gómez de la Serna, dos de sus pipas más queridas, que su mujer, Luisa Sofovich, guardó especialmente y un espejo cóncavo de su estudio de Buenos Aires y la pluma verde con la que Antonio Muñoz Molina escribió los borradores de sus novelas "Plenilunio" y "Ardor guerrero".

Y de los objetos más recientes que se exhiben en este Museo que alberga más de 5.000 objetos, Manrique destaca, además de los objetos entregados del escritor guatemalteco Augusto Monterroso, también los de su mujer, la escritora mexicana Bárbara Jacobs, quien ha donado recientemente dos manuscritos de sus primeros cuentos y un portalápices con los lápices que escribía sus borradores.

"Se trata -dice Manrique- de objetos que en su mayoría han sido cedidos por los familiares de los escritores o por ellos mismos, como es el caso del poeta y premio Cervantes Antonio Gamoneda o José Ovejero, el último premio Alfaguara.

Del autor de "El libro del frío" se pueden ver una serie de documentos personales, una billetera vieja y el ejemplar de "Otra más alta vida", el libro de poemas escrito por sus padre y con el que aprendió a leer, como tantas veces ha recordado el autor leonés.

Pero también el Museo ha comprado objetos o manuscritos, como el caso de los tres sombreros del escritor argentino Bioy Casares adquiridos en una subasta.

Augusto Monterroso tenía un gran sentido del humor, y agradecía y se entusiasmaba con los muñecos de animales y además de los ya citados, también se exhibe en el Museo una mosca que le envió su amigo Sergio Pitol como recuerdo para celebrar el comienzo del año 1985, con dedicatoria incluida.

Además de una tortuga disecada que compró Monterroso en París para celebrar el cuento sobre éste animal que había terminado.

También se puede ver el último par de gafas que uso el autor y una de sus corbatas.

Otro de los últimos legados recibidos por el Museo pertenece al argentino Jacobo Fijman, uno de los autores "outsider", quién pasó gran parte de su vida en un psiquiátrico, y voz fundamental de la vanguardia latinoamericana, que está presente con el manuscrito de su poema "Alamo de Castilla", de 1945.

Y el poeta Gerardo Diego, premio Cervantes 1980, compartido con Jorge Luis Borges, está presente a través del manuscrito de su poema "Nocturno XII".

De Luis Rosales, premio Cervantes 1983, se exhibe una de las tarjetas de felicitación que editaba anualmente e incluía un poema inédito hasta el momento, con la reproducción de una pintura de algún amigo artista, que firmaba en original y luego completaba, además de una petaca, uno de los objetos más queridos por el poeta, lo que menciona en uno de sus poemas.

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