El nuevo Superman, otro más al que ceban por exigencias del guión

  • La profesión de actor es caprichosa. A veces, el guión es tan exigente que no vale con aprendérselo y hay que engordar (sobre todo) y adelgazar para poder interpretar a un personaje. Al nuevo Superman, Henry Cavill, le tienen ingiriendo 5.000 calorías al día y machacándose en el gimnasio para el papel. Y no es el único que ha pasado por este suplicio. La lista es interminable.
Así le queda al nuevo Superman el traje
Así le queda al nuevo Superman el traje
lainformacion.com
M. J. Arias

¡Qué dura es la vida del actor! No todo es alfombra roja y cuentas kilométricas. A veces, los guionistas no se lo ponen nada fácil y obligan a las celebrities a jugar con su peso como si fuese un yoyo. El último en entregarse a la comida basura para conseguir ganar unos kilos por exigencias del guión ha sido Henry Cavill, el que será el nuevo Superman. Hasta 5.000 calorías ingiere para que le quede bien el traje del superhéroe del cómic. De sacrificios como este está lleno Hollywood.

Según declaraciones a Total Film recogidas por USA Today, Cavill está llevando una dieta estricta de alrededor de 5.000 calorías diarias para que el traje de Man of Steel le quede como un guante. Eso sí, tanta cantidad de comida la compensa con varias horas de ejercicio al día. La idea es que se ponga cachas, no gordo. Algo similar pero más a lo bestia le tocó sufrir a Hugh Jackman cuando Darren Aronosfky estaba a los mandos de la segunda de Lobezno. Ahora que el director de Cisne negro está fuera, quizá el nuevo haya bajado el ritmo. El caso es que Aronosfky puso a Jackman a comer como uno loco (unas 6000 calorías diarias) para conseguir que el actor se pareciese más al personaje del cómic. Después de todo, Lobezno es bastante más bajito y corpulento de lo que es el australiano.

Los casos se suceden uno tras otro. Uno mítico es el de Robert De Niro, quien para interpretar a Jake La Motta en Toro salvaje (1980, Martin Scorsese) tuvo que engordar la friolera de 28 kilos. Los mismos que le hicieron perder a Christian Bale para protagonizar El maquinista (2004). El actor quería perder más, pero los médicos tuvieron que echarle el alto porque casi no podía ya ni moverse de lo débil que se encontraba. Recuperó kilos para interpretar a Batman y volvió a perderlos para The Fighter. Lo de Bale es jugar con su salud, porque tras recoger el Oscar tuvo que ponerse de nuevo a ingerir alimentos como un poseso y a machacarse en el gimnasio para ser por tercera vez el Hombre Murciélago.

Matt Damon engordó 15 kilos para El soplón y le está costando perderlos para recuperar el estado de forma que lucía en la saga Bourne. En Más allá de la vida aún se le veía un poco pasado de kilos. A George Clooney se le pudo ver con barrigón al aire en Syriana. Russell Crowe ganó en papada para El dilema y no ha conseguido quitársela del todo ni siquiera para interpretar al arquero Robin Hood. A Tom Hanks en Náufrago le tocó rizar el rizo. Primero tuvo que ganar 20 kilos para las primeras escenas de la película y luego perder 30 para la parte de la isla.

En terreno nacional, dos casos por encima de todos. El de Antonio de la Torre, que engordó 33 kilos para participar en el rodaje de Gordos, de Daniel Sánchez Arévalo. Y el de Santiago Segura, que dice que cada vez que se mete en la piel de Torrente tiene que sumar 25 kilos.

Y entre las chicas, la maestra en esto de coger y soltar kilos es Renée Zellweger. 14 cada vez que le toca interpretar a la irreverente Bridget Jones. Aunque la verdad es que a la chica le quedan bien las curvas. No tanto a Charlize Theron, que aumentó en 13 kilos su peso para Monsters. Eso sí, sacrificar su figura le valió la pena. Por aquel papel ganó un Oscar. Otras veces, no hay que pasarse tanto. A Paz Vega, por ejemplo, le pidieron que engordase 'solo' siete kilos para Spanglish. El objetivo era que luciese más curvas.

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