El poder de la monarquía a través de sus armaduras y pinturas, en el Prado

  • Madrid.- "El arte del poder. La Real Armería y el retrato de corte" establece los vínculos existentes entre historia, armaduras y pintura, en una exposición que inaugurará esta tarde el Rey Juan Carlos en el Museo del Prado.

El poder de la monarquía a través de sus armaduras y pinturas, en el Prado
El poder de la monarquía a través de sus armaduras y pinturas, en el Prado

Madrid.- "El arte del poder. La Real Armería y el retrato de corte" establece los vínculos existentes entre historia, armaduras y pintura, en una exposición que inaugurará esta tarde el Rey Juan Carlos en el Museo del Prado.

Por primera vez vuelven a reunirse dos de las colecciones más extraordinarias legadas por la monarquía española, en un discurso en el que treinta y cinco pinturas y treinta y una piezas de la Real Armería de Madrid muestran al mundo el poder de una monarquía y narran la evolución y el impacto que tuvo el retrato de corte entre los siglos XVI y XVIII.

Tras su exhibición en la National Gallery de Washington, donde ha sido visitada por más de 250.000 personas, la exposición llega al Prado enriqueciéndose con obras que habitualmente no salen del museo. La exhibición coincide con la presidencia española de la Unión Europea "y este hecho, junto a la variedad de piezas y los acontecimientos bélicos a los que hace referencia, la convierten en una exposición de ámbito europeo", según Gabriele Finaldi, director adjunto del museo.

La muestra es fruto de la colaboración entre el Prado, Patrimonio Nacional y la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, cuya presidenta Charo Otegui recordó que el catálogo de la exposición de Washington contaba con un artículo escrito por el presidente norteamericano, Barack Obama.

En este proyecto expositivo inédito se establece una comparación directa entre los retratos de corte pintados por los grandes maestros, como Tiziano o Rubens, y las piezas de armadura que vestían los monarcas para simbolizar su imagen de poder en el momento de máximo esplendor de la Corona española.

Uno de los atractivos del recorrido planteado por el comisario Álvaro Soler del Campo, conservador jefe de la Real Armería, es la contemplación conjunta de la pintura "Carlos V, a caballo en Mühlberg", de Tiziano, junto a la impresionante armadura ecuestre del emperador, obra maestra realizada por Desiderius Helmschmid, uno de los armeros más importantes del siglo XVI.

Completa este espacio el gran tapiz "Las revista de las tropas en Barcelona", segundo paño de la serie "La conquista de Túnez" encargada por Carlos V y procedente de Patrimonio Nacional.

Junto a los de Rubens o Tiziano figuran los nombres de Velázquez, Jan Brueghel el Viejo, Juan Pantoja de la Cruz, Antonio Moro, Sánchez Coello o Juan Carreño de Miranda, así como los de los hermanos Negroli que junto a la familia Helmschmid y Wolfgang Grosschedel fueron los armeros más relevantes del Renacimiento. A estos se unen las esculturas del taller de Leone y Pompeo Leoni.

Una introducción, en la que se resalta la importancia de las armerías y de las galerías de pintura en las cortes renacentistas y barrocas así como sus vínculos ideológicos y temáticos, da paso al primero de los cuatro capítulos en los que el comisario ha querido llamar la atención de que las connotaciones de la armería no son solo militares.

"Se transformaron en objetos muy especiales. Se convierten en soporte de asuntos decorativos llenos de mensajes", comentó y recordó que Felipe el Hermoso fue el primero que se retrató con una armadura.

En el primer capítulo se analiza la influencia de las armerías del emperador Carlos V y de Felipe II "cuando era príncipe ya que de rey casi no hay retratos suyos con armadura".

En este espacio se aborda el desarrollo y esplendor del retrato de armadura en Tiziano y Antonio Moro, vinculado a la imagen triunfante de los monarcas que se transmite por las utilizadas en las batallas de Mühlberg y San Quintín, así como en viajes triunfales de Carlos V a Italia y de Felipe II a Alemania.

"La ausencia de retratos armados en la segunda mitad del siglo XVI y su recuperación con Felipe III príncipe" pone de relieve el cambio de actitud de Felipe II hacia la imagen armada. El rey prefiere la imagen clásica a la romana con connotaciones heroicas.

Tras el cese de la comisión de armaduras para el servicio real durante gran parte del reinado de Felipe II, estas resurgen a raíz de la jura de Felipe III como Príncipe de Asturias.

El tercer capítulo aborda los vínculos entre las armaduras reales y la pintura de corte en el siglo XVII, en el que las armaduras también son utilizadas en los retratos de nobles de la corte, mientras que el último espacio se dedica a la llegada de Felipe V, que aunó el gusto francés del retrato armado y la tradición española de los Austrias.

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