"El pretendiente al revés", el "carnaval de deseos" de Tirso de Molina

  • "El pretendiente al revés", de Tirso de Molina, llega al Teatro Fernán Gómez de Madrid de la mano del director José Maya, quien nos presenta una comedia entre cuyos versos habita, según sus palabras, un "carnaval de deseos irrefrenables y pasiones al límite".

Madrid, 7 feb.- "El pretendiente al revés", de Tirso de Molina, llega al Teatro Fernán Gómez de Madrid de la mano del director José Maya, quien nos presenta una comedia entre cuyos versos habita, según sus palabras, un "carnaval de deseos irrefrenables y pasiones al límite".

Porque en esta obra, que podrá verse del 6 de febrero hasta el 9 de marzo, los personajes no se mueven motivados por el amor, sino por el deseo: "Tirso nos dice que, cuando están las pasiones, uno se salta los estamentos sociales y los matrimonios", ha indicado hoy el director, que también protagoniza la comedia, en una rueda de prensa.

Maya, que comparte escenario con Eliana Sánchez, Alicia González y José Bustos, vuelve a recuperar así un trabajo "desconocido" de uno de los dramaturgos clave del Siglo de Oro, al igual que hizo con su anterior obra, "La mujer por fuerza".

El director dice mostrarse "sorprendido" por las pocas veces que "El pretendiente al revés" se ha llevado a escena, porque es "absolutamente transgresora para su tiempo" y pone "patas arriba" el orden moral establecido, a través de la historia de celos y enredos que encabezan los personajes del duque de Bretaña y su esposa Leonora.

"Tirso fue muy avanzado para su época, contando con que en el siglo XVII la moral católica era tremenda", afirma Maya, a quien la obra le recuerda, en cierta medida, a la novela "Las amistades peligrosas".

Además, el director indica que la obra está escrita con un lenguaje que "plantea los sentimientos de los personajes con belleza y profundidad", y que es "complejo", a pesar de que "a Tirso se le considera a veces como un autor de verso fácil".

El actor José Bustos opina que, en términos generales, "se tiene mucho miedo al verso", por lo que piensa que el objetivo de obras como esta ha de ser "hacerlo fácil" a los espectadores e "intentar que se pierda el miedo a los clásicos": "Hay que acercar el teatro del siglo XVII al público, que no sea una cosa muy alejada a nosotros".

Y es que el actor defiende que los clásicos guardan una serie de rasgos que los hacen contemporáneos, ya que "hablan de las pasiones humanas", y estas "nunca dejan de ser las mismas".

La versión de Maya sitúa la acción en los años 50 del siglo XX, precisamente por esta virtud de que "al hablar de pasiones, cualquier sitio funciona", y por las similitudes de la sociedad de entonces con la del siglo XVII, "cerrada y preocupada por guardar las apariencias", explica Bustos.

La escenografía desnuda que presenta Maya viene acompañada de su firme creencia de que "lo más importante son los conflictos dramáticos por los que los personajes transitan" y para mostrarlos sobre el escenario "no necesita más" que actores y texto.

Por las mismas razones, prefiere escoger vestuarios sencillos, huyendo de la "grandeza y la pomposidad", que no contribuyen a conseguir su propósito, el de realizar una "mirada introspectiva de los personajes".

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