Entrega de Esaú Fernández y un buen toro de Escolar salvan tarde en Logroño

  • Una faena de mucha entrega, premiada con una oreja, de Esaú Fernández y un buen toro de José Escolar salvaron la tarde de hoy en Logroño, segundo festejo de la Feria de San Mateo, en el que hubo un desafío ganadero entre los encastes Santa Coloma y Albaserrada.

Luis Ruiz

Logroño, 21 sep.- Una faena de mucha entrega, premiada con una oreja, de Esaú Fernández y un buen toro de José Escolar salvaron la tarde de hoy en Logroño, segundo festejo de la Feria de San Mateo, en el que hubo un desafío ganadero entre los encastes Santa Coloma y Albaserrada.

FICHA DEL FESTEJO.- Toros, por este orden, de José Escolar, encastado y bueno; La Quinta, noble y soso; Flor de Jara, noble y sin clase; Adolfo Martín, con genio y complicado; Ana Romero, a la defensiva; y Juan Luis Fraile, reservón.

Luis Bolívar: bajonazo (silencio).

Paco Ureña: estocada desprendida recibiendo (silencio tras aviso).

Joselito Adame: estocada desprendida (silencio).

Rubén Pinar: estocada corta perpendicular y caída (silencio).

Antonio Nazaré: media tendida y estocada desprendida (silencio).

Esaú Fernández, que sustituía a Manuel Escribano: estocada (oreja).

La plaza tuvo algo menos de media entrada.

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LLEGAR Y BESAR EL SANTO

Una de las corridas, a priori, más atractivas de estos "sanmateos". El desafío ganadero entre dos de los encastes más del gusto del aficionado torista como Santa Coloma y Albaserrada no dejó indiferente a nadie.

Hubo de todo: toros encastados, otros nobles, algunos sosos e incluso deslucidos y complicados. Pero, por encima de todo, muy bien presentados en conjunto, sobre todo si se comparan con los que saltaron en la víspera de Vellosino.

Y de los toreros, también de todo. Firmeza de Bolívar y Pinar, gusto de Ureña, voluntad de Adame y Nazaré y compromiso total y notable disposición de Esaú Fernández, a la postre el torero más destacado del festejo al cortar el único trofeo.

A Bolívar le tocó en suerte el mejor toro del envío, el de José Escolar, un animal encastado y bueno con el que se vio a un torero firme y muy seguro, sin ninguna duda para andarle al "albaserrada" con muy buenas formas en el toreo al natural, por donde surgieron series largas y templadas.

Faltó, quizás, más rotundidad en el conjunto, menos intermitencias como un inoportuno desarme y, sobre todo, más acierto con la espada, pues el bajonazo infame con el que despenó a su antagonista enturbió mucho el quehacer del colombiano.

Ureña se enfrentó a un toro de La Quinta tan noble como soso y sin clase, un "santacoloma" que parecía que llevaba dos velocidades pues tomaba el engaño con codicia pero frenándose en la mitad de las suertes, quedándose debajo y saliendo al paso y con la cara alta.

El murciano anduvo templado y gustándose en los primeros compases de una faena que fue de más a menos, y que acabó por diluirse en la suerte suprema. Le costó un mundo a Ureña cuadrarlo, y tanto tiempo muerto enfrió el ambiente, dando tiempo, además, a que sonara un aviso.

El "santacoloma" de Flor de Jara que le tocó en suerte a Joselito Adame tuvo las virtudes de la nobleza y la fijeza pero los defectos de la falta transmisión y alegría en sus acometidas, con el que el espada hidrocálido llevó a cabo una faena plana y sin ningún eco.

Pinar se mostró muy entrado y muy resolutivo con el complicado Adolfo que hizo cuarto, un toro que se revolvía por los dos pitones, con más genio que bravura, con el que el albaceteño hizo un alarde de firmeza para imponerse en una labor para aficionados.

Nazaré fue el torero que más de puntillas pasó en la tarde. También le tocó en suerte un toro muy a la defensiva y que nunca descolgó de Ana Romero, con el que el sevillano anduvo tan voluntarioso como deslavazado.

Y lo mejor llegó al final. Esaú Fernández, que entró a última hora en el cartel por Manuel Escribano, puso todo de su parte para arrancar una oreja meritoria al astado de Juan Luis Fraile que cerró plaza.

Desde el saludo de hinojos con el capote hasta la estocada final, pasando por un par de pendulazos y otros fragmentos de toreo entregado, el de Camas salvó una tarde marcada por los cinco silencios anteriores a sus compañeros. EFE

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