Juan Ripollés: 'No me considero un artista, sino un niño que no ha querido crecer'

  • Ataviado con una indumentaria pintada por él mismo, su característica gorra de tela de dos cuernos coloreados y un ramillete de romero en la boca, el artista castellonense Juan Ripollés (1932) ha hecho su aparición en Madrid. Allí ha presentado 'Universo urbano', una exposición que reúne 21 piezas escultóricas, la mayoría de reciente creación.

MADRID, 31 (EUROPA PRESS) Ataviado con una indumentaria pintada por él mismo, su característica gorra de tela de dos cuernos coloreados y un ramillete de romero en la boca, el artista castellonense Juan Ripollés (1932) ha hecho su aparición en Madrid. Allí ha presentado 'Universo urbano', una exposición que reúne 21 piezas escultóricas, la mayoría de reciente creación. Formas animales, tótems de varias cabezas y figuras humanas reinterpretadas componen la muestra, que podrá verse en el madrileño parque de El Retiro desde el miércoles y hasta el 10 de junio. En la exposición abunda el bronce, pero también hay varios cuerpos elaborados en hierro o fibra revestida de cristal de Murano triturado, técnica en la que es pionero Ripollés en su obsesión por poner al servicio del arte la creatividad y el empleo de nuevos materiales. "Al igual que con los alimentos, busco la nobleza de los materiales y por eso trabajo el bronce y el cristal de Murano, que son de muy difícil descomposición y me sirven de mensajeros fieles del mensaje", explica el artista, que rechaza este calificativo. "Sólo soy un niño que no ha querido crecer porque ha preferido la ingenuidad y la picardía infantil, que siempre van acompañadas de mucha tolerancia", asevera. La mayoría de las esculturas expuestas en Madrid se realizaron en 2007 y 2008, salvo tres de ellas: 'Toro', 'Etruria' y 'Niño corriendo'. Éstas pertenecen a los años 90 y fueron exhibidas en 2007 en Venecia, en la que ha sido la segunda exposición al aire libre autorizada en su entramado urbano renacentista. Ripollés descarta que se trate de una retrospectiva ya que no tiene tiempo para mirar hacia atrás. Poco dado a etiquetas explicativas, no ha querido extenderse en describir la exposición. "Las esculturas están en su hábitat y son las que son", ha resaltado el escultor, que se reconoció como una persona "poco intelectual" que, gracias a esa ignorancia, ha podido hacer lo que ha querido en cualquier disciplina "sin miedo". Sin embargo, Ripollés sí reconoce que "la hembra", como a él le gusta denominar a las mujeres, "la naturaleza y la grandeza de la vida" han sido sus grandes fuentes de inspiración, junto a Pilar, su actual pareja. "Mi pasión en esta vida está en el ser humano; todavía no ha hecho nada lo suficientemente grave para perder la esperanza en las personas, que me lo han enseñado todo", sentencia. En cuanto a su apariencia física, Ripollés deja bien claro que "no se trata de una pose sino de ser quien es de la forma más natural". "Siempre he sido un vendedor de libertad y la única marca de ropa con la que me siento a gusto es la que yo me labro", resalta sobre una libertad que le insuflaron desde pequeño. "Mi familia adoptiva no me obligó a ir a la escuela; trabajé recogiendo estiércol y después como pintor de brocha gorda y todo eso me valió para hacerme más libre", indica el escultor, quien defiende que no necesita para vivir más que lo imprescidible para seguir haciendo lo que verdaderamente le gusta: trabajando en nuevas obras. "Si me tuviesen que quitar los ojos para ser mejor artista, prescindiría de ellos", concluye.

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