Exponen en Suiza un periodo fascinante y desconocido de la pintura española

  • Lausana (Suiza).- La pintura española de finales del siglo XIX tuvo la gran originalidad de ser muy impresionista y, a la vez, muy autónoma y personal, pese a lo cual es casi desconocida fuera de España, una situación que una exposición en la fundación suiza de arte "L'Hermitage" intenta corregir.

Lausana (Suiza).- La pintura española de finales del siglo XIX tuvo la gran originalidad de ser muy impresionista y, a la vez, muy autónoma y personal, pese a lo cual es casi desconocida fuera de España, una situación que una exposición en la fundación suiza de arte "L'Hermitage" intenta corregir.

"El Modernismo: De Sorolla a Picaso 1880-1918" es el título elegido para esta presentación de un centenar de pinturas de una veintena de pintores españoles representativos de la llamada "Generación de 1898", que se inaugura hoy y concluirá el próximo 29 de mayo.

Influida por la inestabilidad y la agitación en la que vivía España en esa época, esa corriente estuvo representada en la pintura por una variedad de artistas ávidos de modernidad pero deseosos, al mismo tiempo, de preservar las tradiciones hispánicas, conforme al llamamiento que les hizo Miguel de Unamuno.

Así, entre la muerte de Goya y el periodo cubista de Picasso hubo décadas fascinantes pero casi ignoradas fuera de las fronteras españolas, pues si se quita el nombre archiconocido de Picasso, quien como Dalí o Miró perteneció realmente al siglo XX, ¿quién queda?.

La respuesta está en los nombres de Joaquín Sorolla, Hermenegildo Anglada-Camarasa, Aureliano de Beruete, Antonio Fillol, Ramón Casas, Pablo Picasso, Cecilio Plat, Santiago Rusiñol e Ignacio Zuloaga, entre otros; quienes tuvieron la ambición de poner el arte español en consonancia con lo que pasaba en el resto de Europa y salir así del aislamiento en el que se encontraba.

A partir de ese deseo, gran parte de esos artistas partieron hacia París y Roma para luego regresar, pero sin caer en la trampa de "convertirse en artistas españoles pintando a la francesa", sino convirtiendo en "modernos sin perder sus raíces", explica a Efe el comisario de la exposición, William Hauptman.

A finales del siglo XIX, "España era el primo pobre de Europa, estaba replegada en sí misma y más de la mitad de su población era analfabeta, lo que generó una necesidad de salir del complejo de inferioridad" que sufrían los artistas, agrega.

De esa situación tan particular nació una corriente pictórica extraordinariamente rica y diversa, pero cuyas obras apenas han sido expuestas en el exterior, en parte porque es una época asociada inevitablemente al impresionismo francés y dominada -sobre todo a ojos del gran público- por Cézanne, Van Gogh o Monet.

"Como si fuese lo único que hubiese existido y olvidando otras escuelas", lamenta Hauptman.

Esto explica que prácticamente todos los cuadros que pueden ser admirados desde hoy en la fundación "L'Hermitage", en la ciudad de Lausana, son presentados por primera vez en Suiza y para la gran mayoría es la primera vez que salen de España.

La exposición concebida por Hauptman introduce al visitante en el universo "soleado" de Sorolla, quien exhibe en sus numerosos lienzos su interés por las sensaciones luminosas, lo que le lleva a escoger paisajes que revelan las variaciones atmosféricas, sin ser realmente impresionistas.

Está también Zuloaga, quien para el comisario es el "pintor de la tierra" y ejecuta una experiencia opuesta a la de Sorolla al desplegar una paleta oscura de trazos melancólicos con los que revela la parte sombría de una España tradicionalista.

Sorolla y Zuloaga, tan opuestos en sus búsquedas artísticas, fueron de manera incuestionable los portaestandartes del arte español del XIX en la escena internacional.

Con casi una treintena de obras encontramos a Pinazo, del que se presentan variados paisajes de su Valencia natal, reflejando bien su desinterés por la "inspiración" francesa.

Su apuesta personal le llevó a los confines de la abstracción, como pocos artistas españoles antes de Picasso.

El momento político de esta exposición se encuentra en un pintura del también valenciano Fillol, quien trató con singularidad los temas políticos en la turbulenta España de inicios del siglo XX.

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