Felipe II detestaba los cuadros de El Greco

    • El pintor llegó a Madrid atraído por la construcción de El Escorial pero se marchó a Toledo ante la negativa de felipe II.
    • En Toledo encontró la estabilidad y el lugar perfecto para desarrollar su potencial artístico.
Toledo exhibe la exposición más importante realizada nunca sobre El Greco
Toledo exhibe la exposición más importante realizada nunca sobre El Greco
S.P.

La historia del Greco resulta muy especial para la cultura española, contando con que se ha convertido en uno de los pintores más importantes del arte de España. Han pasado muchos años hasta que este artista fuese reconocido como se merece, pero en el siglo XIX un grupo de pintores consiguió destacar su figura y recuperar las grandes obras que se encontraban olvidadas en iglesias toledanas cogiendo polvo.

400 años después de su muerte, Toledo, ciudad en la que vivió la mitad de su vida, ha querido rendirle el mayor homenaje de la historia con una gran exposición que reune casi la mitad de sus obras. El Greco hizo suya la ciudad española donde incluso encontró el amor y tuvo un hijo, Jorge Manuel.

Doménico Theotocópuli nació en Creta, que en aquel entonces pertenecía a la República de Venecia, en 1541. Allí nació su pasión por el arte y comenzó como pintor de iconos a la manera postbizantina. La Fundación El Greco 2014 asegura que en aquella época ya alcanzó la fama como "maestro pintor" pero se acabó trasladando a Venecia en 1567.

Instalado en la ciudad italiana, el Greco seguiría los pasos de Tiziano y poco a poco se fue acercando al arte occidental de Renacimiento véneto y sus técnicas más específicas. El artista acabó por instalarse en Roma alrededor del 1576 donde intentó encajar con el círculo intelectual de la capital italiana, sin conseguirlo.

Madrid llamaba su atención. Es posible que la construcción de El Escorial fuera el gran atractivo de la ciudad española y terminó por viajar hasta allí. Quiso agradar al rey Felipe II con algunos encargos que se le hicieron, pero fracasó en su empeño, sobre todo con la obra 'Martirio de San Mauricio'.

Desencantado con la actual capital de España, el Greco, a sus 36 años, dirigió sus pasos hacia Toledo, donde finalmente encontró la estabilidad, a pesar de los numerosos obstáculos que tuvo que superar. Allí desarrolló en profundidad su vena artística y vivió sus mejores años como pintor.

Una vez asentado, conoció a Jerónima de las Cuevas, mujer de la que poco se sabe. Lo único que está claro es que tuvo un hijo con ella llamado Jorge Manuel.

Con todos los documentos encontrados sobre el Greco, algunos escritos por él mismo, se saca que fue un hombre "orgulloso y pagado de sí mismo, pendenciero, lenguaraz, caprichoso", según señalan los expertos. Pero otros, como el comisario de la exposición que se inicia este viernes en Toledo 'El Griogo de Toledo', aseguran que esta versión es falsa y defiende otra imagen que le está costando mucho asentar, un personaje "exótico, teólogo, inteligente, intelectual, agudo, irónico, melancólico, introvertido, altanero, de humor intransigente y atrabiliario, rebelde, arbitrario".

En Toledo se instaló hasta el día de su muerte , y aunque tardaron mucho en reconocerle su trabajo, este año 2014 tendrá su mayor homenaje.

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