Francia evoca su liberación en el septuagésimo aniversario de la II Guerra Mundial

  • París.- Francia conmemora el 70 aniversario del inicio de la II Guerra Mundial con todos los actos de homenaje centrados en la Liberación de París el 25 de agosto de 1944, más que en el cuestionado papel jugado por el Gobierno de Vichy al colaborar con los nazis y con el exterminio judío.

Francia evoca su liberación en el septuagésimo aniversario de la II Guerra Mundial
Francia evoca su liberación en el septuagésimo aniversario de la II Guerra Mundial

París.- Francia conmemora el 70 aniversario del inicio de la II Guerra Mundial con todos los actos de homenaje centrados en la Liberación de París el 25 de agosto de 1944, más que en el cuestionado papel jugado por el Gobierno de Vichy al colaborar con los nazis y con el exterminio judío.

"El diccionario no ha previsto nada para describir ese momento", explicó a la prensa Marcel Boulifard, un antiguo miembro de la Resistencia que, a sus 84 años, todavía se emociona recordando el día en el que las tropas de la Segunda División Blindada de la Francia Libre, comandadas por el mariscal Philippe Leclerc, llegaron a la capital.

Fue un evento que marcó el espíritu de la Francia posbélica y que favoreció que "el pueblo parisino haya manifestado regularmente su compromiso con la libertad y con la democracia", comentó a Efe Jacques Varin, secretario general adjunto de la Asociación Nacional de Antiguos Combatientes y de Amigos de la Resistencia.

"La Liberación de París supuso el fin de la ocupación pero también una sublevación popular contra los nazis", que "cada año en París, en el Ayuntamiento y allí donde hubo combates de la Resistencia, se conmemora con diversas ceremonias", agrega Varin.

Ese capítulo de la guerra, con soldados recorriendo los Campos Elíseos mientras la gente entonaba "La Marsellesa", es la cara más lustrosa de la contienda en una Francia que también deambuló por derroteros más oscuros.

Entre ellos, se cuenta la firma de los Acuerdos de Múnich de 1938, que permitieron que Alemania se anexionase los Sudetes checoslovacos y que dividió a la opinión de los franceses.

Varin recuerda las palabras que Winston Churchill le dedicaría después a su predecesor Arthur Neville Chamberlain, el primer ministro británico que suscribió dichos acuerdos junto con su homólogo francés, Édouard Daladier, el dictador italiano Benito Mussolini y el alemán Adolf Hitler.

"Creer que entregando una pequeña nación para pasto de los lobos se puede asegurar la paz es una ilusión fatal. Usted pudo elegir entre la guerra y el deshonor, eligió el deshonor y tendrá la guerra", dijo Churchill, reconocido como uno de los más brillantes oradores del siglo XX.

Pero a pesar de que en las calles francesas hay más de 1.000 placas que rinden homenaje a los héroes y mártires de la patria en la mayor guerra de la historia, el pueblo galo no ha abundado en la reescritura de la memoria, como prueba que se hayan restaurado espacios que atestiguan el colaboracionismo del Gobierno de Vichy.

Así, a 10 kilómetros escasos al noreste de París, la Fundación del Patrimonio ha rehabilitado la antigua Estación de Deportaciones de Bobigny, un "testimonio único de esa página dramática" de la historia de Francia, según la describe la propia fundación, desde donde se enviaron 21 trenes en los que 22.453 personas viajaron con destino al campo de concentración de Auschwitz, donde les esperaba la muerte.

Es la herencia más oscura, un capítulo que el inconsciente colectivo galo prefiere arropar con la gloria del París liberado de los soldados nazis, tras una semana de insurgencia popular urbana.

La ciudad no se había convertido en el amasijo de escombros y ruinas que deseaba Hitler si los aliados llegaban a controlar la capital francesa, pues el general Dietrich von Choltitz, gobernador alemán de París, ni destruyó los puentes ni hizo volar por los aires la Torre Eiffel, como le había prometido al Führer.

A medida que iban llegando más noticias sobre el avance de las tropas aliadas hacia París, la insurrección popular cogió aliento para hacer un último esfuerzo contra los más de 10.000 nazis que preservaban la ciudad.

Instituciones como la Gendarmería, la Policía y el servicio postal se rebelaron, las huelgas dominaron París y las barricadas y los combates contra las tropas alemanas afloraron en sus calles, hasta que Von Choltitz terminó rindiéndose al mariscal Leclerc en la estación de Montparnasse.

De esa herencia no hay otra elección que mostrarse dignos receptores, sentenció en su discurso con motivo del 65 aniversario de la Liberación el actual presidente de Francia, Nicolas Sarkozy.

La Liberación de París, recordó el mandatario galo, supuso un "sobresalto de inteligencia y de voluntad colectiva, una ambición salvaje de pensar y de construir el futuro para que se convierta en una promesa".

Javier Albisu

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