Geard Mortier, un excelente renovador y un polémico gestor

  • Polémico y exquisito, en gustos y trato, Gerard Mortier, hasta ahora consejero artístico del Teatro Real de Madrid y director artístico del mismo desde septiembre de 2010, ha muerto esta noche en Bruselas a los 70 años como consecuencia del cáncer que se le diagnosticó el pasado verano.

Madrid, 9 mar.- Polémico y exquisito, en gustos y trato, Gerard Mortier, hasta ahora consejero artístico del Teatro Real de Madrid y director artístico del mismo desde septiembre de 2010, ha muerto esta noche en Bruselas a los 70 años como consecuencia del cáncer que se le diagnosticó el pasado verano.

Mortier (Gante, Bélgica, 1943) no dejaba indiferente a nadie. Acompañado desde siempre por la controversia, este belga despertaba amores y odios con sus propuestas innovadoras y una sinceridad sin rubores que le había acarreado más de un problema.

Mortier tuvo claro que su papel al frente de las instituciones musicales que dirigió a lo largo de su carrera fue abrir los horizontes musicales del público, haciéndole reflexionar, agitándole. Una agitación que, muchas veces, molestó en los despachos del poder.

"Dicen que me gusta provocar, pero lo que me gusta es agitar, y veo a mucha gente contenta. Lo único malo para el teatro es la indiferencia", aseguró Mortier hace un año y medio.

Pero no solo agitó al público, sino a compañeros de profesión y a políticos.

Su último órdago, desde su retiro temporal en Alemania, donde se trataba del cáncer por el que fue operado el pasado verano y que ahora le ha costado la vida, consistió en la propuesta de dar los nombres de quien él consideraba debería sucederle al frente de la dirección artística del Real, cuando concluyese su contrato en 2016. Propuso seis candidatos, entre los que no incluía a ningún español.

Hijo de un panadero de Gante y estudiante en los jesuitas, la carrera de Mortier comenzó en los años 70 y le llevó a dirigir en 1991 el Festival de Salzburgo durante diez temporadas. Ya allí tuvo que hacer frente a las fuertes resistencias que despertaron sus ideas renovadoras y modernizadoras, con las que, pasado algún tiempo, cosechó grandes éxitos.

Dirigió posteriormente la Ópera Nacional de París y la de Nueva York, puesto al que renunció a finales de 2008 ante la falta de suficientes recursos económicos.

"Me gustan las situaciones difíciles y buscar soluciones y hacer más con menos dinero, pero es verdad que todo tiene un límite. Al Gobierno le hemos dicho que nos dan menos que a un pequeño teatro alemán del Ruhr, pero que nos piden que lo hagamos tan bien como Londres o París. Y eso es un gran problema".

Considerado un "excelente gestor", desde su llegada al Teatro Real, Mortier dio muchos titulares a los medios de comunicación con sus contundentes opiniones y declaraciones que, en ocasiones, fueron tachadas de "desafortunadas" e, incluso, de "despectivas".

Entre éstas, las que realizó durante la presentación de la temporada 2011/2012 del Real respecto a que hacía falta un taller "lírico" en el que se enseñara a los intérpretes españoles "estilo", porque "cantan un aria de Verdi como si fuera Puccini".

Parte del público recibió también lo suyo por parte del entonces intendente del Real, quien aseguró que se comportaba "como los aristócratas en los tiempos de Mozart", levantándose antes de que los artistas salgan a saludar o abucheando las propuestas escénicas.

Una parte del heterogéneo público del Real que, reconocía, se oponía "cada vez más" a sus ideas, de tal forma que recibía "cartas con insultos".

En febrero de 2013, Mortier también generó una fuerte polémica, al decir en una entrevista concedida al diario austríaco de tirada nacional Kurier que al director de orquesta Jesús López-Cobos tuvo "que despedirle" después de siete temporadas como director musical del Coliseo madrileño.

Estas declaraciones provocaron que López-Cobos demandara al intendente del Real y al citado periódico, al entender que se había lesionado su derecho al honor.

Y más recientemente levantó ampollas con sus afirmaciones sobre la Ópera de Viena. Dijo que su oferta era un "desastre", y la criticó por conservadora y por no programar obras modernas.

Por ello, el director de la Ópera vienesa, Dominique Meyer, aseguró que no colaboraría con el Teatro Real mientras Mortier estuviera al mando: "No tengo ningún deseo de trabajar alguna vez con Mortier".

Mortier siempre dijo que el objetivo que se marcó cuando vino a Madrid era esta: "Dejar un aparato musical a nivel europeo. Esa es mi misión".

La revista alemana Opernwelt y el concurso internacional Ring Award crearon conjuntamente el galardón de ópera Mortier Award, de carácter bianual, que en su primera edición iba a ser entregado al propio Mortier el próximo 31 de mayo en la ciudad austríaca de Graz. Así, el nombre de Mortier servirá para premiar a profesionales de la ópera que destaquen por renovar el género y para reconocer la importancia del riesgo en la innovación artística, según anunciaron los creadores de este galardón.

Una de las últimas apariciones públicas de Mortier tuvo lugar a finales de enero pasado, en el estreno mundial en el Real de Madrid, de la ópera "Brokeback Mountain", él, que había tenido la idea de convertirla en ópera, junto al compositor de la música Charles Wuorinen y la escritora del libro, Annie Proulx.

El pasado 17 febrero, Mortier quiso despedirse públicamente del Real a través de un correo electrónico enviado al presidente de su patronato, Gregorio Marañón, deseando a su sustituto, Joan Matabosch, "lo mejor" y con un expresivo, "¡viva el Teatro Real!".

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