Gerard Mortier, un agitador de públicos y despachos

  • Polémico y exquisito, en gustos y trato, Gerard Mortier no deja indiferente a nadie. Acompañado desde siempre por la controversia, este belga, en el Teatro Real desde enero de 2010, despierta amores y odios con sus propuestas innovadoras y una sinceridad sin rubores que le ha acarreado más de un problema.

Madrid, 11 sep.- Polémico y exquisito, en gustos y trato, Gerard Mortier no deja indiferente a nadie. Acompañado desde siempre por la controversia, este belga, en el Teatro Real desde enero de 2010, despierta amores y odios con sus propuestas innovadoras y una sinceridad sin rubores que le ha acarreado más de un problema.

Mortier (Gante, Bélgica, 1943) tiene claro que su papel al frente de las instituciones musicales que ha dirigido a lo largo de su carrera ha sido abrir los horizontes musicales del público, haciéndole reflexionar, agitándole. Una agitación que, muchas veces, ha molestado en los despachos del poder.

"Dicen que me gusta provocar pero lo que me gusta es agitar, y veo a mucha gente contenta. Lo único malo para el teatro es la indiferencia", aseguró Mortier hace un año.

Pero no solo agita al público, sino a compañeros de profesión y a políticos.

Su último órdago, desde su retiro temporal en Alemania, donde se trata de un cáncer por el que fue operado este verano, ha sido la propuesta de dar los nombres de quien él consideraba debería sucederle al frente de la dirección artística del Real cuando concluya su contrato en 2016. Seis candidatos entre los que no incluía a ningún español.

Hijo de un panadero de Gante y estudiante en los jesuitas, la carrera de Mortier comenzó en los años 70 y le llevó a dirigir en 1991 el Festival de Salzburgo durante diez temporadas. Ya allí tuvo que hacer frente a las fuertes resistencias que despertaron sus ideas renovadoras y modernizadoras, con las que, pasado algún tiempo, cosechó grandes éxitos.

Dirigió posteriormente la Ópera Nacional de París y la de Nueva York, puesto al que renunció a finales de 2008 ante la falta de suficientes recursos económicos.

Problema éste último al que se ha enfrentado también en el Teatro Real, con una reducción del 33 por ciento de su presupuesto, aunque, al contrario que en Nueva York, en esta ocasión se ha mostrado decidido a seguir luchando: "Es un momento peligroso pero me da ánimo para luchar por la cultura", dijo un Mortier realista pero nunca resignado.

"Me gustan las situaciones difíciles y buscar soluciones y hacer más con menos dinero, pero es verdad que todo tiene un límite. Al Gobierno le hemos dicho que nos dan menos -8,7 millones de euros- que a un pequeño teatro alemán del Ruhr, pero que nos piden que lo hagamos tan bien como Londres o París. Y eso es un gran problema".

Considerado un "excelente gestor", desde su llegada al Teatro Real Mortier ha dado muchos titulares a los medios de comunicación con sus contundentes opiniones y declaraciones que, en ocasiones, han sido tachadas de "desafortunadas" e, incluso, de "despectivas".

Entre éstas las que realizó durante la presentación de la temporada 2011/2012 del Real respecto a que hacía falta un taller "lírico" en el que se enseñara a los intérpretes españoles "estilo", porque "cantan un aria de Verdi como si fuera Puccini".

Parte del público ha recibido también lo suyo por parte del todavía intendente del Real que, hace casi un año, aseguró que se comportaba "como los aristócratas en los tiempos de Mozart" levantándose antes de que los artistas salgan a saludar, o abucheando las propuestas escénicas.

Una parte del heterogéneo público del Real que, reconoce, se opone "cada vez más" a sus ideas, de tal forma que recibe "cartas con insultos", oposición pese a la cual se siente muy orgulloso del resultado de, por ejemplo, la pasada temporada, 2012-2013, que calificó de "redonda".

El pasado mes de febrero Mortier también generó una fuerte polémica, al decir en una entrevista concedida al diario austríaco de tirada nacional "Kurier" que al director de orquesta Jesús López-Cobos tuvieron "que despedirle" después de siete temporadas como director musical del Coliseo madrileño.

Estas declaraciones provocaron que López-Cobos demandara al intendente del Real y al citado periódico, al entender que se había lesionado su derecho al honor.

Y más recientemente han levantado ampollas sus afirmaciones sobre la Ópera de Viena: dijo que su oferta era un "desastre", y la criticó por conservadora y por no programar obras modernas.

Por ello, el director de la Ópera vienesa, Dominique Meyer, ha asegurado que no colaborará con el Teatro Real mientras Mortier esté al mando: "No tengo ningún deseo de trabajar alguna vez con Mortier".

Mortier recordará hoy seguro desde Alemania, tras conocer que ya tiene sucesor, y que es español, en contra de su criterio, que el objetivo que se marcó cuando vino a Madrid era "dejar un aparato musical a nivel europeo. Esa es mi misión".

Y en vista de lo ocurrido, meditará si, como anunció la semana pasada en una entrevista a un diario español, no espera a 2016 para dejar el Teatro Real.

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