Grata impresión de Miguel Ángel León en su debut en Las Ventas

  • El novillero sevillano Miguel Ángel León rozó hoy un notable triunfo en la tarde de su debut en Las Ventas, por el sello del valor y el clasicismo en sus dos faenas, desafortunadamente malogradas a última hora con la espada.

Javier López

Madrid, 6 jul.- El novillero sevillano Miguel Ángel León rozó hoy un notable triunfo en la tarde de su debut en Las Ventas, por el sello del valor y el clasicismo en sus dos faenas, desafortunadamente malogradas a última hora con la espada.

FICHA DEL FESTEJO.- Novillos de Los Chospes, bien presentados, serios y con caja, y de juego desigual. Destacaron segundo, tercero y sexto, aplaudidos en el arrastre. Descastado e incómodo, el primero; temperamental, el cuarto; y "orientado", el quinto.

Miguel Maestro: media atravesada (silencio); y casi entera y tres descabellos (silencio).

Manuel Reyes Ortega, "Reyes": estocada caída (silencio); y pinchazo, estocada que "hace guardia" y estocada corta (silencio).

Miguel Ángel León: casi entera tendida, caída y atravesada (aviso y ovación tras leve petición); y dos pinchazos y estocada corta (ovación tras aviso).

La plaza tuvo un quinto de entrada en tarde de nubarrones y ligero viento, que se notó en el ruedo.

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UN "LEÓN" EN MADRID

Cumplieron los novillos, y cumplió sobre todo un novillero: el debutante sevillano Miguel Ángel León, que sorprendió por su actitud y su aptitud manejando las telas Aunque por circunstancias la tarde no se resolvió en el triunfo deseado.

Los pupilos de Los Chospes, muy propicios para hacer el toreo, no obstante, no "rompieron" generalmente hasta el último tercio.

La mención destacada a León surge sin duda por la quietud y el aroma, el valor y la torería al cincuenta por ciento en sus dos faenas. Un "León" en Madrid.

El joven espada de Gerena saludó a su primero a portagayola para, a continuación, dejar su sello al manejar con gracia el percal. El novillo cantó su mansedumbre al huir despavorido nada más sentir la puya, desentendiéndose de la lidia y echando la cara arriba en banderillas.

Pero en la muleta cambió el panorama, al despojarse el animal de todos los defectos anteriores, embistiendo ahora con prontitud y por abajo, con emoción. León estuvo a la altura a pesar de su bisoñez, quedándose muy quieto y toreando con solvencia. El toreo a derechas tuvo enjundia por el temple, la largura y la ligazón.

Mas a la faena le faltó medida, ya que sonó el aviso cuando se preparaba para matar, y, sobre todo, mejor rúbrica en la espada. Le pidieron levemente la oreja, pero al final todo quedó en una ovación.

Con el sexto volvió a mostrar la misma buena disposición, además de abundar en los apuntes de torería por la forma de quedarse quieto y correr la mano con parsimonia y buena expresión en una faena de notable calado por el regusto tanto en el planteamiento como en la interpretación. Lástima otra vez la espada, donde se esfumó de nuevo un triunfo cantado.

Abrió plaza un novillo que tuvo buen tranco de salida, pero empezó a quedarse tras su paso por el caballo, frenándose y "metiéndose" en la muleta.

Maestro dejó su tarjeta de visita con una bonita media a pies juntos y, franela en mano, puso ganas aunque poco pudo resolver el madrileño, que a punto estuvo de ser volteado en un par de coladas por el derecho. Al natural dejó Maestro un par de pases aislados de buen trazo, mas al conjunto le faltó estructura y mayor relieve, fundamentalmente por lo incómodo y deslucido que fue el utrero.

El cuarto hizo cosas de manso de salida, buscando insistentemente la huida. En la muleta no fue nada franco el animal, pero lo que no es de recibo fue la falta de compromiso de Maestro, que si ánimo de plantear batalla se dedicó a "tocarle los costados".

El primero del debutante Reyes se hizo el amo del ruedo en el primer tercio, muy suelto en los capotes y derribando en la primera vara, lo que provocó el jocoso e irrespetuoso aplauso del turismo tan representativo en estos tipos de festejos veraniegos en Madrid.

En la muleta evidenció el pacense, o los nervios del debut o el escaso rodaje que atesora, ya que no estuvo a la altura de un novillo que "rompió" a bueno, y con el que estuvo muy inseguro, sin ligar los muletazos y dejándose tropezar más de la cuenta por la ausencia de mando y temple.

El quinto tuvo mal estilo en el caballo, quitándose "el palo", sin emplearse como Dios manda. En la muleta tuvo cierta movilidad en los primeros compases de faena, aunque acabaría "orientándose" el novillo al no imponerse Reyes en una labor a caballo entre el tesón y la desconfianza.

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