Sandra Sánchez
Santiago de Compostela, 24 jul.- Pedro Martínez, un enfermero que no llega a la treintena, esperaba esta noche, como cada 24 de julio, contemplar desde un lugar privilegiado el espectáculo de los Fuegos del Apóstol, el que debía ser uno de los acontecimientos culturales y festivos más importantes de este 2013.
Pero esta vez, en la Plaza del Obradoiro, hubo un mensaje que no entendió. Suspendida la pirotecnia, la mezcla de luces, sonidos y efectos en tres dimensiones. Todo.
"¿Hay una bomba?", ha preguntado este joven a Efe ante el alarmista mensaje.
A su lado, otro grupo de adolescentes madrileñas acababa de conocer por Whatsapp la noticia causante de la anulación: un tren ha descarrilado muy cerca de la capital gallega y Renfe todavía no puede confirmar cifras oficiales de víctimas.
"¿Un accidente o un atentado?", se preguntaba la andaluza Marta Ternero.
Otros intentaban contrastar sospechas, encontrar una explicación.
En este compostelano rincón han aflorado de madrugada toda clase de teorías conspirativas: sabotaje, exceso de velocidad...
Ricasa, la empresa valenciana que bajo la dirección de Ricardo Caballer pretendía llamar al compañerismo y a la amistad en los Fuegos del Apóstol 2013, mostraba su apoyo a las familias.
El repertorio, de nuevo diseño, iba a sorprender, había dicho en los días previos Caballer.
Había editado Ricasa 5.000 folletos, y en ellos invitaba al espectador a viajar en el tiempo ante lo que iba a contemplar en la fachada del templo gallego.
Lo han hecho, ese viaje en el tiempo, pero de otra forma. "¿Esto es otro 11-M?", ha dejado caer alguien, al recordar la masacre de los trenes de Madrid.
El accidente ferroviario del Alvia Madrid-Ferrol ocurrido en las inmediaciones de Santiago de Compostela es, con sus al menos 56 víctimas, el más grave y con más víctimas mortales de todos los siniestros de tren registrados en el mundo en lo que va de 2013.
El segundo con más fallecidos tuvo lugar precisamente a principios de mes, el 6 de julio, en Lac-Megantic (Canadá), a 250 kilómetros al este de Montreal, y ha sido considerado el peor accidente ferroviario en Norteamérica desde 1989.
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