Hermoso de Mendoza corta dos orejas y sale a hombros en la segunda de Bogotá

  • El rejoneador español Pablo Hermoso de Mendoza cortó dos orejas y se convirtió en el máximo triunfador de la segunda corrida de la temporada en Bogotá.

Rodrigo Urrego

Bogotá, 22 ene.- El rejoneador español Pablo Hermoso de Mendoza cortó dos orejas y se convirtió en el máximo triunfador de la segunda corrida de la temporada en Bogotá.

Se lidió un fino encierro de Agualuna y dos toros de Ernesto González para rejones. El diestro español David Mora confirmó su alternativa en la capital colombiana y cortó una oreja.

El colombiano Luis Bolívar también cortó una oreja en el cuarto de la tarde, toro al que estoqueó a cuerpo limpio y sin ayuda de la muleta.

Se lidiaron cuatro toros de Agualuna, bien presentados y de juego desigual. Noble aunque sin fuerza el primero, inválido el quinto, de más a menos el cuarto, y el segundo manso y complicado. El tercero fue bravo y el sexto noble pero sin codicia.

Luis Bolívar: dos pinchazos y estocada (silencio), pinchazo y estocada a cuerpo limpio (una oreja).

David Mora: estocada trasera (una oreja) y estocada (silencio).

Pablo Hermoso de Mendoza: rejón (dos orejas) y tres rejones, dos descabellos (silencio tras aviso).

Pablo Hermoso de Mendoza volvía a la Santamaría un año después de su triunfo histórico, cuatro orejas y rabo incluido. Y consiguió cortar dos orejas, esta vez en una faena que también rayó los límites de la perfección.

Fue en el tercero de la tarde, ante un toro que si bien en principio pareció renunciar tras el castigo, en los tercios posteriores entregó su casta y persiguió con codicia.

Hermoso de Mendoza decidió que "Ícaro" sería la figura. Porque con este caballo se encunó entre los pitones del toro, los cuales parecían inferir cornadas pero el binomio supo aguantar en suertes imposibles.

Y "Pirata" puso el colofón de ese capítulo tan intenso por la calidad del toreo del navarro que le permitió jugar con las embestidas del toro, a tal punto de besar la frente del animal, en una suerte que puso la plaza boca abajo.

El sexto fue un noble que se vino a menos y al que le faltó transmisión. Con este, la figura fue "Chenel". Porque consiguió templar al toro al hilo de las tablas y cambiar de recorrido en un recorte muy emocionante.

Con "Dalí", el rejoneador de Estella levantó los tendidos con dos piruetas en la cara del toro. Pero no hubo acierto con los rejones de muerte y el frenesí se redujo.

Y en tarde de reconquistas, Bolívar también tenía su capítulo especial. Porque llegó a Bogotá con la idea de demostrar a la afición más exigente del país que su toreo pasa por dimensiones superiores.

La afición lo esperó con prevención. Y eso se notó en su primero, un manso sin opciones. Allí se oyeron las primeras protestas.

Con el cuarto, el de mayor calidad de la corrida, el de Cali se fue a los medios y se dejó venir el toro a larga distancia. Y ahí empezó a ligar series contundentes, por la templanza y por el trazo poderoso.

El público se había entregado. Y cuando parecía que lo iba a bordar con la muleta en la mano izquierda, el toro no respondió. La faena bajó su intensidad, y ahí aprovecharon algunos para ponerse a favor del toro.

Esas voces aisladas parecieron caerle a Bolívar como pesadas losas. Y en los medios de la plaza quiso acallarlas. Se perfiló con la espada, arrojó su muleta, y a cuerpo limpio intentó clavar el acero en todo lo alto. Necesitó dos intentos, de esa misma forma. Jugándose la vida.

El público se dividió. Los más reacios lo consideraron un agravio. Los más sensibles pedían con acierto las dos orejas. Solo concedieron una, en la tarde en que Bolívar estuvo dispuesto a morir a cambio de la puerta grande.

David Mora confirmó su alternativa en Bogotá, y lo hizo con dos toros a los que les faltó fuerza. El primero, pese a ese defecto, tenía gran calidad.

El torero madrileño se vio obligado a ponerse cerca y aprovechar esa condición. Y consiguió una serie de naturales de extraordinario trazo. Eso le valió una oreja.

El quinto era un auténtico inválido y poco le permitió por lo que tuvo que abreviar. Mora intentó regalar un séptimo toro, pero pronto entró en razón que no tiene historia en la Santamaría para permitirse esos privilegios, y el público le recordó que fue suficiente verlo con lo que le salió por toriles.

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