Documentalistas fotográficos de los años 70 muestran su renovación del género

  • La exposición "Tan lejos, tan cerca" revisa en la Fundación Foto Colectania la obra de Koldo Chamorro, Cristina García Rodero, Cristóbal Hara, Fernando Herráez, Anna Turbau y Ramón Zabalza, seis de los máximos exponentes del documentalismo fotográfico español de la década de los setenta.

Barcelona, 16 dic.- La exposición "Tan lejos, tan cerca" revisa en la Fundación Foto Colectania la obra de Koldo Chamorro, Cristina García Rodero, Cristóbal Hara, Fernando Herráez, Anna Turbau y Ramón Zabalza, seis de los máximos exponentes del documentalismo fotográfico español de la década de los setenta.

Cristina Zelich, comisaria de la exposición, ha explicado al presentar la muestra, que estará abierta hasta el próximo 2 de abril, que todos ellos se caracterizan por haber renovado el género al aplicar un enfoque directo y una visión nueva de la realidad no urbana, que sentaría las bases para las generaciones posteriores.

Las fotos que se exponen, hechas entre mediados de los 70 y los 80, son proyectos que rompen con la fotografía anterior y están más en conexión con la fotografía documental que se desarrollaba entonces en Europa.

Algunas originales y otras copias, y todas en blanco y negro, reflejan las instantáneas la vida de las pequeñas ciudades de provincia, las culturas marginales y las tradiciones, con una mirada personal e innovadora, alejada de los estereotipos impuestos por el franquismo.

Los fotógrafos que estaban en la presentación, todos menos Koldo Chamorro, que murió hace dos años, y Cristina García Rodero, han remarcado que sus trabajos respondían a intereses personales y no a encargos, lo que les dio una gran libertad creativa.

En la muestra, organizada con el festival PhotoEspaña y producida por el Ministerio de Cultura, se presentan proyectos tan reconocidos como las series en blanco y negro de Cristóbal Hara o el famoso "España oculta" de Cristina García Rodero, junto a otros menos conocidos pero igualmente necesarios para entender una época, como la "España mágica" de Koldo Chamorro o las "Imágenes gitanas" de Ramón Zabalza.

Zelich ha explicado que, sin llegar a constituir ningún colectivo, los seis artistas son herederos del realismo humanista de los fotógrafos de la generación anterior y radicales en su compromiso con la fotografía por percibir que estaban ante formas de vida y tradiciones al borde de la desaparición o la transformación, que evidenciaban la distancia entre la sociedad urbana y la rural.

Cristóbal Hara ha reconocido que, como en los escritores, su obra es fruto de las experiencias y traumas vividos en su infancia, y en su caso en España, adonde llegó a los 7 años procedente de Filipinas sin hablar español y estuvo interno en un colegio de los jesuitas de Valladolid, del que salió 7 años después.

Ha añadido que después de marcharse a Inglaterra su pasado hizo que regresara a España, donde se instaló en los años 80 para retratar la realidad de entonces y aquí se encontró con el trabajo de los grandes fotógrafos catalanes de la generación anterior (Joan Clom, Ricard Terré y Ramon Masats), a los que considera muy superiores a lo que había fuera.

Según Fernando Herráez, que también estuvo interno en los salesianos, empezó a retratar fiestas y la transgresión que hay muchas veces en ellas, porque en ellas y en las bodas es donde las personas están mas desinhibidas.

Anna Turbau ha contado que fue a un colegio de las teresianas y que, cuando pudo salir del mismo, era una persona rebelde que buscaba algo distinto a lo que le habían enseñado, que le parecía destructivo, y lo descubrió en Galicia, lugar al que llegó de forma casual.

Y ha añadido: "Una sociedad rural (la gallega) que me impactó y me abrió las puertas de sus casas para contar sus sentimientos en un mundo tan cacique como el de entonces".

Ramón Zabalza, el único que no ha estado en un colegio religioso, ha contado que al regresar de París se encontró "con el puro y duro franquismo, que apretaba por todos lados", y cómo al bajar de un autobús a las afueras de Madrid se encontró con un asentamiento gitano en un descampado en el que le dejaron entrar para fotografiarlo.

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