Por qué unos políticos "prometen", otros "juran" y otros "protestan" (sin indignarse)

  • El uso de la fórmula de la promesa o el juramento es motivo de comentarios sobre las creencias personales.

    No siempre responde a este motivo; de hecho en otros países se utilizan fórmulas arcaicas.

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EUROPA PRESS

De acuerdo a la Real Academia de la Lengua, "jurar" implica poner a Dios por testigo de lo que uno afirma o niega. El término tiene, por tanto, una connotación claramente religiosa, reforzada por el hecho de que la toma de posesión se suele llevar a cabo frente a dos símbolos que la cultura occidental relaciona con lo sagrado: el crucifijo y la Biblia.

Pero tampoco deja de ser cierto que en el lenguaje coloquial se usa el verbo "jurar" como forma de expresar la firmeza de una aseveración, con independencia de las creencias personales de que quien la realiza. De ahí la tercera acepción que recoge el diccionario de la RAE: "someterse solemnemente". Según el idioma español, no resulta del todo correcto identificar automáticamente el empleo del término "jurar" con la expresión de una fe.

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Quienes utilizan el término "prometer" desligan el acto de cualquier compromiso trascendente y lo vinculan a la propia honestidad personal. Prometer implica, según el diccionario, "obligarse a hacer, decir o dar algo". De modo inverso a lo que ocurre con el juramento, la palabra "promesa" referida a personas también se aplica en contextos puramente religiosos, como recoge la sexta acepción del diccionario: "Ofrecerse por devoción o agradecimiento al servicio o culto de Dios o de sus santos".

Menos conocido en España es la fórmula utilizada en países de habla hispana como México y otras repúblicas centroamericanas, en donde el encargado de tomar juramento al presidente electo (habitualmente el presidente de la Asamblea Legislativa) lanza la siguiente pregunta al candidato: "¿Protestáis guardar y hacer guardar la Constitución?"

El empleo del verbo protestar se explica conociendo el origen etimológico del término, formado por el prefijo "pro" (antes) y el pasivo "testari" (testificar). Por tal razón, antiguamente se entendía la "protesta" como el testimonio sobre la inocencia de alguien, frente a lo que sostenía el fiscal. Con el paso del tiempo, "protestar" pasó a ser sinónimo de cualquier declaración pública. De hecho, el DRAE recoge esta acepción en primer lugar, y no la de "expresar una queja", el significado mas habitual para nosotros, que aparece en cuarto lugar.

Que nadie se confunda: un político que "protesta" tiene muy poco que ver con los indignados.

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