Importante dimensión de Diéguez y Gerpe, y cornada a Fausto en Las Ventas

  • Los novilleros Mario Diéguez y Luis Gerpe volvieron a destacar hoy en Las Ventas, por la actitud y buen gusto mostrado por ambos, aunque fue el segundo de ellos el que se llevó al gato al agua con una oreja, en una tarde en la que el mexicano Santiago Fausto resultó herido.

Javier López

Madrid, 11 ago.- Los novilleros Mario Diéguez y Luis Gerpe volvieron a destacar hoy en Las Ventas, por la actitud y buen gusto mostrado por ambos, aunque fue el segundo de ellos el que se llevó al gato al agua con una oreja, en una tarde en la que el mexicano Santiago Fausto resultó herido.

FICHA DEL FESTEJO.- Cuatro novillos de Hermanos Mateos Sánchez, discretos para una plaza como Madrid, sin fuerzas ni empuje, a excepción del cuarto, que tuvo más presencia y motor, aún sin descolgar. Segundo y sexto fueron sobrero y remiendo, respectivamente, de El Montecillo, complicado y orientado el primero, y bueno el otro.

Santiago Fausto: pinchazo y bajonazo (silencio tras aviso); y tres pinchazos y cuatro descabellos (silencio tras dos avisos).

Mario Diéguez: estocada tendida y descabello (ovación); casi entera atravesada y perpendicular, y descabello (ovación tras aviso).

Luis Gerpe: dos pinchazos y estocada (silencio); y media (oreja).

La plaza tuvo un cuarto de entrada.

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DOS QUE LLAMAN A LAS PUERTAS

Estar bien dos veces en Madrid tiene significado importantísimo, pues quiere decir que hay algo ahí, un concepto, una actitud, un valor, un querer ser que hace entrever futuro en alguien que puede empezar a llamar perfectamente a las puertas de las plazas y ferias importantes.

Así debería empezar a tenerse en cuenta desde ya a Mario Diéguez, que volvía a Las Ventas tras su grato debut en julio, y, nuevamente, gustó y convenció; y también Luis Gerpe, triunfador el año pasado, y que aprovechó con creces la transmisión del sexto para cortar otro apéndice

Fausto, en cambio, fue el peor parado, pues a parte de pasar de puntillas, acabó herido a última hora.

El primero de Diéguez, sobrero de El Montecillo, tuvo genio en el primer tercio y empezó a orientarse en banderillas, esperando y cortando el viaje.

Difícil papeleta para Diéguez con un animal con el que no valían confianzas: gazapón, mironcete y reponiendo las embestidas. Pero, lo que son las cosas, a base de aguante, firmeza y "tragar" también lo suyo, consiguió el sevillano solventar la situación con creces.

En el quinto brilló de forma extraordinaria con las verónicas de recibo, con temple y embrujo, "amorantadas", y qué decir de la media a pies juntos... de cartel. Con la muleta también esbozó naturales templadísimos, de muy buen trazo y exquisita expresión, pero, eso si, fueron pases sueltos, pues el novillo, muy informal, ora embestía, ora se frenaba y punteaba.

Santiago Fausto mostró buenas maneras con el capote en su primero, novillo que enseguida empezó a perder fuelle tras su paso por el caballo, quedándose muy suavón para la muleta del debutante mexicano, que, tras brindar al público, apenas interesó en una faena faena compuestita y de escaso relieve.

El cuarto tuvo más apariencia y motor que sus hermanos, aún sin humillar lo suficiente. Fausto aprovechó esa movilidad para correr la mano con largura y limpieza en un trasteo tan correcto como frío.

Gerpe apenas pudo hacer nada con su primero, novillo sin fuerza ni empuje con el que sólo pudo destacar en el saludo a la verónica, pues, muleta en mano, poco que reseñar del toledano a pesar de la suavidad y el temple que quiso imprimir a su quehacer.

Pero, ya se sabe, cuando el ganado no transmite absolutamente nada en Madrid, los tendidos se enfadan y restan importancia a lo que acontece en el ruedo, en este caso lo que hizo Gerpe, que, sin llegar a interesar, se le faltó al respeto por los tres o cuatro "borricos" de turno.

El que cerró plaza, "remiendo" de El Montecillo, le pegó una cornada a Santiago Fausto en su turno de quites. Y, lo que son las cosas, fue el novillo con más transmisión del envió, y aquí Gerpe anduvo a muy buen nivel, con muletazos con relajo, gusto y aroma, muy de verdad. Como toda su faena.

Fue arrollado también Gerpe a la hora de entrar a matar, por fortuna sin consecuencias, y acabó cortando una oreja de ley, de esas que deberían valerle para ponerle a funcionar.

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