Irán busca que su cambio de tono le ayude a abrirse al turismo

  • Irán tiene un patrimonio cultural y arquitectónico espectacular, gastronomía exquisita, magníficos parajes naturales y un pueblo afable y extremadamente hospitalario, pero apenas recibe cuatro millones de turistas al año, una escasa cifra que el gobierno de Hasan Rohaní trata de aumentar.

Ana Cárdenes

Teherán, 25 feb.- Irán tiene un patrimonio cultural y arquitectónico espectacular, gastronomía exquisita, magníficos parajes naturales y un pueblo afable y extremadamente hospitalario, pero apenas recibe cuatro millones de turistas al año, una escasa cifra que el gobierno de Hasan Rohaní trata de aumentar.

La impresionante plaza y mezquita de Isfahán, el laberíntico bazar de Tabriz, los templos zoroastras de Tajt e Soleiman, la encantadora ciudad desértica de Yazd, el esquí en los montes Alborz o las impresionantes ruinas de Persépolis son maravillas exentas de los males que acompañan a la masificación turística.

El viajero puede hacerse fotos sin que salgan otras veinte personas detrás con mochila, gorra y gafas de sol, puede comer platos verdaderamente locales y pasear con tranquilidad y sin ser acosado en calles donde casi todo el mundo le sonreirá y dará la bienvenida.

Irán es un país sin McDonalds ni otros "fast food" occidentales. Sin esas grandes cadenas hoteleras que igualan experiencias en destinos diferentes ni marcas de tiendas que hacen que los centros de muchas ciudades recuerden unos a otros. Es aún un país por descubrir, al que apenas un puñado de turistas se atreven a viajar.

"Este año ha habido 4,6 millones de entradas en los primeros diez meses del año", comenta a Efe el subdirector de la Organización de Patrimonio Cultural, Artesanía y Turismo de Irán, Morteza Rahmani Mohaved, que matiza que la cifra incluye todas las entradas de extranjeros.

Los turistas, afirma, vienen a ser un 65% de esa cantidad y, de ellos, alrededor de la mitad proceden del vecino Irak y vienen para ir al médico o visitar el santuario del Imam Reza, en Mashad, lugar sagrado para el chiísmo.

Rohaní quiere cambiar esta situación y apuesta por el turismo, no solo para contribuir a la recuperación económica que pide a gritos este país aislado, sancionado, con tasas de inflación del 40% y un quinto de la población activa desempleada, sino también como una herramienta fundamental de diplomacia pública.

"El turismo puede ayudar a crear relaciones e interacción entre las naciones y traer proximidad cultural y comprensión mutua", dijo en una conferencia en septiembre en la que destacó "el brillante pasado de civilizaciones, la hospitalidad, rica herencia cultural, buen clima y bellos parajes" de su país para tentar a potenciales viajeros.

Las medidas para animar a los turistas han comenzado relajando la política de visados y desde hace meses son muchos los viajeros que entran en el país con una visa expedida al llegar.

"Estamos aumentando las facilidades para que los turistas reciban visados en el aeropuerto. Antes eran para dos semanas, pero hemos doblado el plazo. Mientras más facilidades demos, más tiempo se quedarán", dice Rahmani.

Según la agencia iraní ISNA, Teherán pretende dar visado al llegar a nacionales de todo el mundo excepto de diez países, entre ellos Reino Unido y EEUU.

El sistema todavía no funciona al cien por cien y un viajero sin visado puede encontrarse con que, muy amablemente, le echan para atrás en el aeropuerto sin muchas explicaciones.

Según Turismo, las llegadas han aumentado en torno a un 20% desde que Rohaní llegó en agosto a la Presidencia.

El secretario general de la Organización Mundial del Turismo, Taleb Rifai, confirmó este mes que en el último medio año "se ha hecho más fácil" viajar a la República Islámica.

"Prestar más atención al desarrollo del turismo está entre las principales políticas de este gobierno", manifiesta Rahmani, que añade que "todas las instituciones públicas tienen instrucciones del presidente de colaborar en este tema".

Los mercados a los que se dirige Teherán son "China, países de Asia Oriental y los estados vecinos", y los campos en los que prevé mayor crecimiento son el turismo cultural, histórico, de naturaleza y médico.

Según el Consejo Mundial de Viaje y Turismo (WTTC), Irán vivirá un aumento del turismo de un 7,4% este año y aumentará la inversión en infraestructuras hoteleras y de restauración un 7,6%.

Este año, la contribución del viaje y el turismo al PIB iraní fue de un 6,1% del total, en torno a 2.000 millones de dólares, y el sector generó un 5,3% del empleo, cerca de 1.200.000 personas.

El plan Visión 1404 fijó como objetivo llegar a veinte millones de turistas en 2025, una cifra aún muy lejana, según Rahmaní, por "los problemas económicos causados por las sanciones internacionales".

Este responsable de Turismo resalta que además de su belleza y sus 16 sitios declarados Patrimonio de la Humanidad, otro de los atractivos de Irán es "la seguridad del viajero, muy superior a la de países de la región que reciben muchos más turistas, como Egipto o Jordania".

Rahmaní descarta las reticencias que los sectores más conservadores tienen hacia la llegada de extranjeros, sobre todo occidentales.

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