Isaki Lacuesta, entre un documental de Ava Gardner y una ficción con Barceló

  • Madrid.- El talento inquieto de Isaki Lacuesta ha levantado con dos proyectos independientes un curioso puente entre el mito del cine Ava Gardner, con quien dialoga metafóricamente en "La noche que no acaba", y el artista mallorquín Miquel Barceló, a quien acompañó tres meses en Mali para rodar "Los pasos dobles".

Isaki Lacuesta, entre un documental de Ava Gardner y una ficción con Barceló
Isaki Lacuesta, entre un documental de Ava Gardner y una ficción con Barceló

Madrid.- El talento inquieto de Isaki Lacuesta ha levantado con dos proyectos independientes un curioso puente entre el mito del cine Ava Gardner, con quien dialoga metafóricamente en "La noche que no acaba", y el artista mallorquín Miquel Barceló, a quien acompañó tres meses en Mali para rodar "Los pasos dobles".

Lacuesta acostumbra a rastrear vidas con su cine y a extraer las conclusiones menos obvias y más poéticas. Siguió la pista del pintor, boxeador y sobrino de Oscar Wilde en "Cravan vs. Cravan". Plasmó con emoción la reminiscencia popular de Camarón en "La leyenda del tiempo". Y ahora compagina dos líneas de investigación.

La primera nace de un encargo más convencional: el que le hizo el canal TCM para realizar un documental sobre Ava Gardner. Pero el realizador catalán, que el año pasado debutó en la ficción con "Los condenados", no pudo evitar salirse por la tangente.

"La noche que no acaba", título tomado de un verso de un poema de Robert Graves, se presentará en la sección Zabaltegi del Festival de San Sebastián.

Aunque cuenta con las voces de Ariadna Gil y Charo López y los testimonios de Lucía Bosé, con la que compartió amistad y amantes, y el director de fotografía Jack Cardiff, el filme es ante todo "un diálogo entre la Ava Gardner de 'Pandora y el holandés errante' (1951) y la Ava Gardner de 'Harén' (1986), explica el cineasta en una entrevista con Efe.

"Me interesa mucho cómo los cuerpos cambian, cómo los cuerpos envejecen", reconoce, y la protagonista de "La noche de la iguana" inauguró lo que Lacuesta considera un fenómeno: "No teníamos cuerpos filmados en la Historia de la Humanidad. Son las primeras generaciones que hemos visto envejecer en una pantalla", reflexiona.

Al mismo tiempo, analiza los vasos comunicantes entre la imagen pública y la vida privada de una estrella. Evita la crónica rosa contando su intimidad a través de su cine y se pregunta: "¿En qué medida el cine influyó en la forma de verse a sí misma?"

Esta conversación con lo pretérito ha sido combinada por Lacuesta con la observación de la creación en directo en su proyecto con Miquel Barceló, a quien le unió un proyecto conjunto hace cuatro años en la Feria de Frankfurt.

Barceló le habló de otro genio menos conocido: el escritor y pintor francés François Augiéras, y le embarcó en la búsqueda de un búnker maliense de la Segunda Guerra Mundial cuyas paredes pintó Augiéras en los años 50 y posteriormente tapió para que, ocultas bajo la arena, fueran descubiertas algún día.

En esta ficción, Lacuesta se deja fascinar por la "potencia vital" del artista francés. "Tenía un cierto afán nómada de huir de occidente. Nunca vivió en el mismo sitio. Y su vida sexual era absolutamente panteísta, era un tío que se lo follaba todo", resume.

Y así, la búsqueda del "tesoro" del búnker se convierte en un tesoro en sí mismo, tomando la idea de la duplicidad de las almas de la cultura africana y utilizando a Barceló como "alter ego" de Augiéras.

La película acaba siendo, a su vez, como un cuadro de Barceló, "hecha con pedazos de secuencias comidas por las termitas", describe el cineasta.

Y es que para Lacuesta -que además inaugurará el 30 de septiembre una exposición en Gerona titulada "Retablo de las adivinaciones" en una iglesia románica-, los caminos del cine son también inescrutables.

Por eso, tres meses de rodaje en Mali acabaron creando un esqueje cinematográfico que fue creciendo hasta convertirse en el documental "El libro de barro".

"Había mucho material de Barceló trabajando en África que tenían peso por sí mismas. Varios de los cuadros expuestos ahora en Avignon realizados con técnicas nuevas los pintó durante el rodaje", explica.

Pero aun con el artista como compañero de rodaje, Lacuesta vuelve a buscar la visión poliédrica y se sustenta sobre observadores colaterales de la realidad que quiere contar.

"Los protagonistas son sus amigos de allí, su ayudante de taller, campesinos que van contando cómo ven la performance de 'Pasodoble' en Gogoli... Y para Ava me interesaba más el figurante que salía ocho minutos en Tossa de Mar que los amigos de Hollywood", concluye.

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