Javier Gomá propone una filosofía mundana que no dé la espalda a la sociedad

  • Madrid.- El filósofo Javier Gomá, director de la Fundación Juan March y uno de los pensadores españoles más activos y de referencia, cree que la filosofía debe adaptarse a los nuevos tiempos, y que lo único que va a salvar al mundo de los problemas que tiene es un cambio de mentalidad.

Javier Gomá propone una filosofía mundana que no dé la espalda a la sociedad
Javier Gomá propone una filosofía mundana que no dé la espalda a la sociedad

Madrid.- El filósofo Javier Gomá, director de la Fundación Juan March y uno de los pensadores españoles más activos y de referencia, cree que la filosofía debe adaptarse a los nuevos tiempos, y que lo único que va a salvar al mundo de los problemas que tiene es un cambio de mentalidad.

Y para ello Javier Gomá (Bilbao, 1965) propone una "filosofía de la ingenuidad" que "deje la buhardilla y pase al salón, una filosofía mundana en la que, también junto con el arte y toda la cultura, proporcione instrumentos y herramientas y categorías para dignificar y elevar los principios de convivencia".

Así lo explica a Efe este doctor en Filosofía y abogado, con la intención de sintetizar su grito de guerra, como él mismo dice, y que acaba de recoger en su último libro "Ingenuidad aprendida", editado por Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores, un volumen que sigue a su "Ejemplaridad pública", todo un éxito, en el que hablaba de una nueva ética, de un uso ejemplar de la libertad.

Ahora, Gomá, Premio Nacional de Ensayo en 2004 por su libro "Imitación y Experiencia", da un paso más y propone un método filosófico "que no dé la espalda a la sociedad y a los problemas que tienen los educadores, porque nunca la filosofía ha tenido una misión tan histórica como la que tiene en este momento", subraya.

Un método que propone la filosofía como una forma de ingenuidad. Una ingenuidad que no es candidez, simpleza o ignorancia, sino que conoce bien, ha trabajado a fondo y ha hecho su recorrido para volver con otra mirada más transparente.

"Pero no vuelvo al laberinto de la subjetividad -aclara-, que es lo que ha predominado en los últimos tres siglos, aunque tampoco desestimo todo este recorrido, que ha sido rico y necesario, solo que ahora la sociedad plantea nuevos problemas éticos y sociales, y la ingenuidad viene a sustituir a la época de la lucidez, a esa filosofía cuya pretensión máxima era la conciencia. Mi opinión es que ahora el verdadero problema no es la conciencia, sino la convivencia".

"En el primer paradigma es cómo ser yo mismo; en el segundo, lo importante es cómo vivir juntos". Y en ese deseo de que la filosofía interprete y se comprometa con el hoy tiene un factor fundamental la Universidad, porque en opinión del pensador, la Academia, la Universidad, no hace filosofía, sino historia de la filosofía.

"Venimos de la Universidad de Humboldt, del siglo XIX en Berlín, que ha sido modelo para toda Europa, donde se pensaba en crear investigadores y hombres profesionales y que contribuyó enormemente a crear conciencia. Los occidentales somos unas personas que mamamos conciencia de autoconciencia y tenemos una actitud de sospecha ante el mundo".

Y continúa: "Cualquier estudiante de filosofía está acostumbrado a esos gritos de destrucción de la ontología tradicional, a la deconstrucción, a la arqueología de Nietzsche, a encontrar en los discursos afán de dominación. Toda esa filosofía de la sospecha ha sido muy importante a finales del XIX y principios del XX, pero paradójicamente esa filosofía tan trasgresora ha hecho que en la Universidad no se haga filosofía, sino historia de la filosofía, erudita y extremadamente compleja".

Por todo ello, este pensador con voz propia quiere alejarse de este discurso de crítica de la sospecha. "Los tres grandes de la filosofía, Marx, Nietzsche y Freud, te dicen que detrás de la cultura hay ideología, voluntad de poder o instintos reprimidos, no puedes ver nada sano en la cultura. Por eso mi grito de guerra es que la filosofía debería estar a la altura de los nuevos problemas; de ahí la ingenuidad mundana".

Una ingenuidad mundana que para Gomá pasa por asumir una emancipación moral que está pendiente.

"En las sociedades occidentales la libertad ha llegado al máximo. Es difícil encontrar alguna institución que oprima al individuo y que no esté deslegitimada", sostiene.

"Entonces lo importante no es seguir ampliando la escena de la libertad, sino crear el libro de instrucciones para el uso de esa libertad. Hacer un uso virtuoso y responsable de ella. Y la emancipación para mí es cómo ejercitamos la libertad para que esa convivencia sea posible", concluye Gomá.

Por Carmen Sigüenza

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