Javier Gutiérrez humaniza a su comisario franquista en "La isla mínima"

  • Alicia G.Arribas.

Alicia G.Arribas.

San Sebastián, 19 sep.- "La isla mínima", la esperada nueva producción del multipremiado Alberto Rodríguez ("Grupo 7") abre mañana la competición oficial del 62 Festival de cine de San Sebastián de la mano de un comisario franquista, violento y, aparentemente, reconvertido al que da vida Javier Gutiérrez.

"Uno de mis retos era humanizar al personaje, porque se podía quedar de una sola pieza -dice el actor en una entrevista con Efe-. pero no, ya en el guion se le veían las costuras, tenía sus aristas, y en ese sentido, objetivo cumplido".

Gutiérrez, el "Satur" de la serie de televisión "Águila Roja" en la memoria de los espectadores, se mira en la pantalla, donde tiene un magnífico mano a mano con Raúl Arévalo, su joven compañero policía, y dice que, viéndose, se ha dado cuenta de que lleva "mucho tiempo trabajando para hacer papeles como este".

"Creo que es un punto de inflexión también en mi carrera, nunca había trabajado con Alberto Rodríguez y ahora puedo decir que, para mi, esto es un antes y un después, trabajar con este hombre es un lujo y una delicia, y engancha. Aquí viene al caso -comenta- lo que decía José Luis Gómez: 'cuando uno huele la sangre del tigre es muy difícil luego dejar de buscar esa sensación'", se ríe.

El actor, que ha participado en cintas como "El asombroso mundo de Borjamari y Pocholo"; "El otro lado de la cama", "Días de fútbol", o "Torrente 3", ha desarrollado una carrera ligada al teatro de "Animalario" y tiene un Premio Max de las Artes Escénicas al Mejor actor protagonista.

Gutiérrez ha pasado unas horas por San Sebastián pero no podrá estar mañana en la presentación de la película porque esta noche estrena en Palma de Mallorca "Los Mácbez", una revisión del clásico de Shakespeare donde comparte escenario con Carmen Machi.

La actriz, por cierto, vendrá al Festival a finales de la semana para presentar "Murieron por encima de sus posibilidades", la "broma macabra" con la que Isaki Lacuesta llega al Zinemaldia fuera de concurso.

La película, situada en las marismas andaluzas en los años 80, en plena transición democrática, cuenta la investigación de dos policías enviados desde Madrid para investigar la desaparición de dos niñas cuando volvían a casa después de ir a las ferias de su pueblo.

Un argumento que lleva, irremediablemente, a pensar en el terrible caso de las niñas de Alcasser, pero Gutiérrez está seguro de que "también remite a historias más recientes".

"España tiene un componente muy negro, muy de crímenes, de asesinatos, de violencia; no en vano el diario que más se veía en la época que refleja la película era 'El caso'. En ese sentido, por desgracia, en este país estamos acostumbrados a este tipo de situaciones", lamenta.

En su opinión, a pesar de esto, "La isla mínima" trata el tema "de una forma muy delicada, no es nada gore, pero es dura, tiene que ser dura", agrega.

La cinta no deja títere con cabeza en el sentido de que nadie sale bien parado: ni la justicia, ni el periodismo, ni el mundo rural, ni la familia, ni la policía, ni la democracia recién nacida, ni los sindicatos, ni los empresarios.

Y tampoco exhibe más que dedos que señalan porque, como pasa hoy, dice, los crímenes quedan impunes.

"Yo creo que, en alguna medida, todos son culpables, no solo la mano que asesina, o el que viola. La película habla también de eso, de las altas esferas, de dejar puertas abiertas, de la impunidad más absoluta que les recorre a todos: todos se dedican a traficar con todo".

Y resume: "Lo trágico, lo pavoroso para nuestra sociedad es que entre 1980 y 2014 no ha cambiado nada; bueno, sí han cambiado cosas pero no las que debían cambiar para que dejemos de caer una y otra vez en los mismos errores".

"Los políticos, la corruptela de los 80, sigue a día de hoy, aunque quizá hoy tengan más delito -considera Gutiérrez-, porque entonces salíamos de una dictadura y ahora ya tendríamos que haber aprendido algo".

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