Javier Marías: Julián Marías "fue un oasis para mucha gente en el franquismo"

  • Ana Mendoza.

Ana Mendoza.

Madrid, 16 jun.- El escritor Javier Marías sabe que estos días se celebran diferentes homenajes con motivo del centenario del nacimiento de su padre, el filósofo y ensayista Julián Marías, pero cree que "cada vez se ignora más" que este gran pensador "fue una especie de oasis para mucha gente" durante el franquismo.

"Mi padre era una persona sensata, razonable, moderada, que pensaba y argumentaba y que, para muchos, fue una especie de oasis en medio de un período difícil y más bien pobre en general, en el ámbito cultural", afirma el novelista en declaraciones a Efe.

Fallecido en diciembre de 2005, a los 91 años, Julián Marías fue un destacado discípulo de Ortega y Gasset y un prolífico escritor, con más de setenta obras publicadas. Durante el franquismo no pudo dar clases en España por discrepancias ideológicas, pero sí las impartió en varias universidades de Estados Unidos.

Y, como recuerda Javier Marías, su padre organizó "seminarios y cursos en el Instituto de Boston", para los que contó con intelectuales españoles, y a mediados de los 50 pudo volver a escribir en la prensa española, aunque "con las limitaciones de la censura franquista".

"Pero pretender que alguien se acuerde ya de todo eso es mucho pretender", asegura Javier Marías, para quien España "es un país con muy mala memoria; un país -lo ha sido toda la vida, no es ninguna novedad- muy poco agradecido".

Y esa actitud de los españoles le parece "penosa" al autor de novelas como "Corazón tan blanco" o "Tu rostro mañana", que siente gratitud hacia "mucha gente" por lo que le han enseñado, "por el placer" que le han dado "o por lo bien que lo han hecho en sus diferentes tareas".

En España "hay una larga tradición no ya de olvidarse de los muertos sino incluso de maltratar a los vivos más valiosos. Y esa es una viejísima característica española que, lamentablemente, sigue en pie y quizá con las redes sociales vaya a más, porque todo eso tiene mayor repercusión", opina el novelista.

En España, prosigue, "hay un cierto gusto por la denigración, basada a menudo en la ignorancia", y parece que "se da por descontado que el que destaca en algo algún provecho habrá sacado".

Javier Marías no ha querido participar en ningún homenaje a su padre, porque todo lo relacionado con el centenario de su nacimiento le resulta "incongruente y muy triste".

"Me parece incongruente que se cumpla el centenario de una persona que, para mí, es como si la hubiera visto anteayer mismo", afirma el escritor, que ya reflejaba estos sentimientos en el artículo que publicaba ayer en El País Semanal.

Así, ha rehusado la invitación que le hicieron a participar en el número de homenaje que la revista Cuenta y Razón, fundada por su padre en 1981, le rinde al filósofo.

Ese número será presentado mañana en un acto convocado por la Fundación de Estudios Sociológicos (FUNDES), creada por Julián Marías en 1979, en el que intervendrán los directores de la Real Academia Española, José Manuel Blecua, y de la Academia de Bellas Artes, Antonio Bonet, y Helio Carpintero, académico de Ciencias Morales y Políticas, entre otros.

"En el fondo es que no hace tanto que murió mi padre", insiste Javier Marías, para quien, en 1998, "no se percibió igual el centenario del nacimiento de Lorca, que había muerto en 1936, que el de Vicente Aleixandre, que murió pacíficamente en el 84".

Y qué decir de aquellos a los que "les ha pillado el centenario en vida, como a Francisco Ayala. Eso es más incongruente todavía", asegura.

El autor de "Los enamoramientos" se alegra de que Alianza haya reeditado el libro "España inteligible", de Julián Marías, una obra "muy valiosa" de su última etapa, por mucho que la visión de España que tenía el filósofo "no coincida exactamente" con la suya.

La Biblioteca Nacional le rendirá también homenaje al pensador, el próximo miércoles, en un acto que contará con un cierre musical a cargo de Álvaro Marías, hijo del filósofo; de Alejandro Marías Revenga, nieto del pensador, y del clavecinista Jordan Fumadó.

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