Jordi Gracia afirma que Ortega y Gasset "no se sintió querido" por Argentina

  • Ana Mendoza.

Ana Mendoza.

Granada, 22 feb.- El escritor Jordi Gracia evocó hoy lo "desprotegidos" que se sintieron los exiliados españoles cuando el filósofo José Ortega y Gasset decidió en 1942 abandonar Buenos Aires y regresar a Europa, y lo hizo porque "no se sintió querido en Argentina, al menos a la altura de sus exigencias".

Del "desamparo" que sintió en el exilio "al perder al maestro" habló Jordi Gracia en el simposio internacional que se celebra en Granada en torno a la revista "Realidad", fundada por el escritor Francisco Ayala en Buenos Aires en 1947, tras la Segunda Guerra Mundial.

Esa revista fue un ejemplo de colaboración entre escritores de varios países. En ella participaron intelectuales tan importantes como Jorge Luis Borges, T.S. Eliot, Sartre, Martin Heidegger o Bertrand Rusell, así como, entre otros, los españoles Juan Ramón Jiménez, Pedro Salinas y José María Ferrater Mora.

La revista se publicó entre 1947 y 1949 y, según Jordi Gracia, en esos años Ortega era "un maestro tambaleante en el interior de la conciencia", incluso "para sus "más fieles seguidores", entre ellos Juan Ramón Jiménez, José Gaos o Alfonso Reyes.

Gran conocedor de Ortega, sobre quien prepara una biografía, Gracia cree que el autor de "La rebelión de las masas" cometió "algunos errores de cálculo en la siempre calculadísima administración de sus gestos y silencios, y que muchos de sus lectores y amigos sintieron desfallecer la confianza en el maestro histórico como maestro vigente".

El regreso de Ortega a España en 1945 , después de negociar con las autoridades franquistas el paso de la frontera de Portugal, fue "un golpe en el corazón" para el entorno de México de Alfonso Reyes y para "el exilio político y derrotado en cualquier parte", como le dijo el propio Reyes en una carta a Guillermo de Torre.

Los exiliados, añadió Jordi Gracia, no tenían conciencia clara de la posición de Ortega con respecto a Franco, entre otras cosas porque la consigna del filósofo "era el silencio".

El desconcierto entre sus seguidores aumentó cuando Ortega y Gasset inauguró la nueva etapa del Ateneo de Madrid con una conferencia a la que asistió la plana mayor político-intelectual del régimen franquista y habló en ella de "la indecente buena salud de la sociedad española".

Aquello desalentó a personas tan fieles a él como María Zambrano, que sintió "doloroso estupor" cuando le llegaron noticias de esa conferencia, según le confesó la filósofa a Guillermo de Torre.

Detrás de aquellas palabras estaba quizá, señaló Jordi Gracia, el convencimiento de Ortega y Gasset de podía "contribuir a la reforma interior del franquismo".

Luego se dio cuenta de que sus ilusiones "eran vanas" y decidió que "el silencio era la única posición válida", señaló Gracia, experto en la historia intelectual de España en el siglo XX y autor de libros como "La resistencia silenciosa" y "A la intemperie. Exilio y cultura en España".

En 1947 Ortega cometió "un error grave" y fue en una entrevista que concedió a un periodista del diario mexicano "El Universal", en la que hizo comentarios denigratorios contra Alfonso Reyes y aseguró que ya no le quedaban amigos en México.

Reyes había prestado refugio político a numerosos intelectuales y profesores en el Colegio de México y las críticas de Ortega cayeron mal entre los exiliados y "desactivaron las prevenciones para enjuiciar muy críticamente la supuesta neutralidad política" del filósofo español, señaló Gracia.

La última sesión de hoy corrió a cargo del director de la Real Academia Española, José Manuel Blecua, que centró su intervención en el número especial que la revista "Realidad" dedicó a Cervantes con motivo del cuarto centenario del nacimiento del autor del Quijote. EFE.

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