Bill Clegg tenía una vida de película. Neoyorquino, físicamente atractivo, con encanto, reputado agente literario, con empresa propia y una pareja de ensueño. Sí, es verdad, todo muy aparente y muy superficial, pero al fin y al cabo, peliculero y atractivo.
¿La trampa? Detrás de esa 'bonita' fachada también había un Clegg polémico por sus actitudes y por su fuerte adicción al crack. Vamos, lo contrario a envidiable y mucho menos si cae en tus manos Retrato de un joven adicto a todo, una obra contada en primera persona que cuenta el infierno personal que Clegg vivió durante meses. El libro se ha publicado recientemente en España por la editorial Summa de Letras después de que conmocionara a toda la sociedad neoyorquina.
Clegg narra con detalle el estilo de vida que le llevó a caer en los más bajos fondos y a paralizar su carrera durante varios años. En estas páginas el lector pueder sentir la adrenalina, los temblores, el mono, la pereza, la esclavitud, la anulación y le dependencia más absoluta. Bill Clegg se mete en una espiral en la que consigue meter también al que está al otro lado, a la vez que lo perturba, lo mueve, lo absorbe y a veces, lo neutraliza.
¿Qué sucede para que un joven con un futuro prometedor llegue a esta situación? Precisamente el libro intenta ahondar en las causas y en el origen de esta conducta haciendo un análisis de los recuerdos de su infancia más profunda y de su problemática infantil y como le ha acompañado con el paso del tiempo.
Noventa días
Tras el éxito de este libro, en Estados Unidos Clegg acaba de sacar su segunda novela llamada Noventa días.Con setenta y tres días en rehabilitación a sus espaldas, Clegg no tiene intención de sucumbir una vez más y vuelve a Nueva York para comenzar a reconstruir su vida.
El editor tiene que enfrentarse ahora a calles familiares, a los recuerdos de sus dos meses de adicción y a la lucha contra ese poderoso deseo de crack que aún amenaza con superar. Para ello Clegg asiste a dos o tres reuniones de cada día y en ellas encuentra dos aliadas: Asa y su aparente e imperturbable sobriedad, y Polly, que lucha a diario con su propio ciclo de recuperación y recaída.
A pesar de las precauciones que toma y los amigos que le rodean, Clegg termina recayendo a sólo tres días de alcanzar los 90 (la cifra clave), lo que hace que su calendario vuelva al primer día. Noventa días comienza precisamente donde se termina Retrato de un joven adicto a todo y destaca de forma especial por la búsqueda de esa fuerza que necesita Clegg para recuperar su vida.
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