La Berlinale cierra con el "Día del Espectador", su señal de identidad

  • La Berlinale cerró hoy su 64 edición con el denominado "Día del Espectador", una jornada adicional en que se exhibe la señal de identidad diferenciadora de ese festival respecto a sus rivales: su carácter popular.

Berlín, 16 feb.- La Berlinale cerró hoy su 64 edición con el denominado "Día del Espectador", una jornada adicional en que se exhibe la señal de identidad diferenciadora de ese festival respecto a sus rivales: su carácter popular.

Un total de 409 filmes, en sus distintas secciones -de la competición a las dedicadas a jóvenes talentos, retrospectivas o cine culinario- y un récord histórico de 330.000 entradas vendidas en los diez días de vida del festival, reflejan la vocación ciudadana de la Berlinale.

El jurado presidido por el productor y guionista estadounidense James Schamus sorprendió ayer a la crítica y medios que siguen el festival con un palmarés absolutamente inesperado y repartió sus premios principales entre tres de las cuatro películas asiáticas a concurso.

El thriller chino "Bai Ri Yan Huo" ("Black Coal, Thin Ice") de Diao Yinan, acaparó el Oso de Oro y la Plata al mejor actor, Liao Fan; la Plata a la mejor actriz fue para la japonesa Haru Kuroki, por "Chiisai Ouchi"; y la correspondiente a la mejor contribución artística para "Tui Na" (Blind Massage), de Ye Lou.

La entrega de los premios, el sábado por la noche, quedó marcada por la generosidad de Schamus hacia el cine asiático, para decepción de quienes querían el Oso para "Boyhood", de Richard Linklater, quien se conformó con la Plata al mejor director.

La controversia envolvía este palmarés -interpretado por algunos críticos en la incorporación de Tesiro entre los patrocinadores del festival-, mientras el público de a pie seguía llenando este domingo los cines, ya sin el aliciente de ver pasar las estrellas sobre la alfombra roja.

La única de las cuatro películas asiáticas que no obtuvo premio, "Wu Ren Qu" ("No Man's Land"), un western en el mejor estilo "spaghetti" del chino Ning Hao, se proyectó en el Friedrichstadt Palast -un teatro de musicales- con lleno absoluto y ovaciones.

En el Berlinale Palast, donde tienen lugar las galas de estreno de las películas a concurso, se vibró con "Praia do Futuro", del brasileño Karum Aïmouz, y en las restantes 23 salas por las que discurrió el festival se vivían situaciones parecidas.

El director del festival, Dieter Kosslick, aludió en la ceremonia de los premios a las 330.000 entradas vendidas como la evidencia de la vitalidad del sector y de que, al menos en Berlín, no se ha extinguido la pasión del espectador por salir de casa y meterse en un cine.

La Berlinale no es un festival volcado a las estrellas -hace tiempo que se resignó a no tratar de competir con Cannes por ese mérito-, aunque lógicamente intente atraerse una presencia digna de figuras cinematográficas sobre la alfombra roja.

El éxito de la venta de entradas se debe a la pasión por el cine de los berlineses y visitantes, pero también a que es relativamente fácil adquirir localidades y a que los precios no son explosivos.

Una entrada al estreno de los filmes de su sección oficial -con presencia de estrellas como George Clooney o directores como Lars von Trier entre el público- cuesta 13 euros (unos 17,5 dólares) a mitad de precio, para quienes acuden a la taquilla "último minuto", que se abre 30 minutos antes de la proyección.

Se trata de la modalidad más arriesgada, puesto que el contingente de localidades es mínimo -devoluciones, en su mayoría-. Otras posibilidades son la venta anticipada en las distintas taquillas distribuidas por la ciudad, en la sala o por internet.

Los precios para las restantes secciones oscilan entre los 10 y los 4 euros -los filmes destinados al público más joven- y las únicas que realmente disparan el presupuesto son las del ciclo de cine culinario -85 euros o 116 dólares-, explicables porque incluyen menú de muchos tenedores.

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