La ciudad francesa de Albi reabre su museo de Toulouse-Lautrec

  • La ciudad francesa de Albi, que en 1864 vio nacer a Henri Toulouse-Lautrec, reabre el próximo 2 de abril el museo que alberga la mayor colección del pintor postimpresionista con el que pretende lanzarse como lugar turístico a imagen de lo que hizo Bilbao, en España, con el Guggenheim.

Luis Miguel Pascual

Albi (Francia), 20 mar.- La ciudad francesa de Albi, que en 1864 vio nacer a Henri Toulouse-Lautrec, reabre el próximo 2 de abril el museo que alberga la mayor colección del pintor postimpresionista con el que pretende lanzarse como lugar turístico a imagen de lo que hizo Bilbao, en España, con el Guggenheim.

"Conocemos bien el ejemplo de Bilbao, pero también el de otras ciudades españolas que han relanzado su turismo entorno a un museo o una obra arquitectónica importante, como Valencia o Barcelona", asegura a Efe el alcalde de Albi, Philippe Bonnecarrère.

Para ello, la ciudad vecina de Toulouse ha invertido 38 millones de euros en unas reformas que, durante diez años, han cambiado la fisonomía del museo de Toulouse-Lautrec, que alberga un millar de obras del prolijo pintor.

Albi cuenta con otro punto de referencia para atraer a los turistas, y es que en 2010 la Unesco la declaró Patrimonio de la Humanidad.

"Supuso ya un importante aumento del número de turistas, pero esperamos que con la reapertura del museo se confirme esta tendencia y se incremente", indica el alcalde.

Albi es "una ciudad con un patrimonio reconocido, una ciudad de cultura, con el museo de Toulouse-Lautrec similar a los de Barcelona, y queremos construir un patrimonio del siglo XXI como el de Bilbao", agrega.

Situado en el Palacio Episcopal de Albi, a dos pasos de la característica catedral de ladrillo del siglo XIII que marca el perfil de la ciudad, el museo expone unas 200 obras del autor que suponen todo un repaso de su carrera, desde los pintores que más le influyeron hasta sus cuadros, carteles y litografías más conocidos.

"Se trata de la colección de referencia de Toulouse-Lautrec, recogida en este museo gracias al interés de su madre, que a la muerte del artista, no quiso que se desperdigara", afirmó la directora del museo, Danièle Devynck.

Hijo de una familia aristocrática de provincias francesa, Toulouse-Lautrec sufrió una enfermedad en los huesos provocada por la consanguineidad de sus padres, que eran primos carnales.

Con frecuencia afectado por esa minusvalía, el pintor estuvo muy vigilado por su madre que, sin embargo, no logró que se instalara en París, donde su concepción artística alcanzó sus más altas cotas.

Fue allí donde reinventó el cartel de la noche parisiense y donde pintó los cuadros más famosos de los burdeles de Pigalle, en los que pasaba mucho tiempo.

Pero mantuvo siempre una vinculación con Albi, su lugar de nacimiento, que se propuso acoger su obra a su muerte en 1901.

"Su mirada era la de un testigo, no la de un juez y eso constituyó una revolución. En cierta forma, recuerda a Goya, que se limita a dar testimonio de lo que ve", asegura Devynck.

El museo propone un recorrido cronológico y temático entre las salas vetustas del palacio episcopal.

Sus obras de infancia, la madurez del artista y sus cuadros más representativos, junto con algunas obras de los fondos del museo y otras prestadas por el de Orsay, entre ellas un Matisse, que muestran las influencias que jalonaron la vida de Toulouse-Lautrec.

El centro propone un recorrido novedoso en un lugar que ya de por sí es un palacio "de una gran belleza", según la directora, quien señala que han tratado de que se valoren "dos joyas, la colección de Toulouse-Lautrec y el Palacio Episcopal".

La colección llegó a Albi después de que varios museos parisienses la rechazan.

"El aquel momento no estaba muy bien visto que en los museos colgaran telas pintadas en burdeles", indica la directora del centro.

Ahora, con la fuerza de un nombre "reconocido internacionalmente", según el alcalde, Albi espera sacar provecho de la herencia de su hijo más conocido y convertirse en un foco de atracción turística.

Otras ciudades francesas intentan hacer algo parecido, como Metz, que abrió un Centro Pompidou en un futurista edificio, o Lens, que abrirá una sucursal del museo de Louvre.

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